Lo Bello Y Lo Feo En Nietzsche
Enviado por eugeniaeibar • 14 de Junio de 2014 • 2.405 Palabras (10 Páginas) • 652 Visitas
Lo Bello y lo Feo en Nietzsche
La posición sobre lo bello y lo feo que presenta Nietzsche en El Ocaso de los Ídolos, debe ser considerada y tratada en el contexto del subjetivismo estético y analizada en comparación con la teoría estética objetivista. Veamos estas dos posiciones:
La teoría estética objetivista sostiene que las propiedades constitutivas del valor estético, o que hacen estéticamente valioso un objeto, son propiedades del mismo objeto estético. Mientras que la estética subjetivista sostiene que lo bello no tiene objetivamente un valor absoluto, sino que depende de su relación con el sujeto. De esta teoría, sostiene Hospers, “que lo que hace a algo estéticamente valioso no son sus propiedades, sino su relación a los consumidores estéticos” (Beardsley y Hospers: Estética (historia y fundamentos), Cátedra, Madrid 1990, p. 161), ya que todo depende del gusto o agrado que la experiencia estética provoque en ellos como respuesta a la relación con el objeto.
En la posición subjetivista cada sujeto construye el valor estético como resultado propio de su experiencia estética, por eso no es contradictorio en estética el que ante un mismo objeto dos sujetos tengan posiciones distintas, pues ambos sujetos que contemplan desinteresadamente un objeto, construyen juicios estéticos, pudiendo uno experimentar agrado y el otro desagrado en un mismo instante. “Cada área cultural tiene sus concepciones propias acerca de la belleza, concepciones que pueden diferir completamente de otras y que, sin embargo, tienen la misma validez, ya que los juicios estéticos son absolutamente subjetivos y varían de acuerdo con la cultura. Dentro de una misma cultura varían de acuerdo con la época y las circunstancias históricas determinadas.” (M. Miniño Marión-Landais: Documentos Estéticos del Maestro, Editora Universitaria UASD, Santo Domingo, 1997. p. 49).
La disputa, debido a la antigüedad de su origen, por mucho tiempo sólo se preocupó por determinar “¿dónde se encuentra el valor estético fundamental, lo bello, en el sujeto o en el objeto?”. Sin embargo, entendiendo que la disputa adolece de esa exclusividad en tanto que sólo se preocupa por la belleza, haciendo de ésta el único objeto de la estética; y viendo que Nietzsche trata las valoraciones de lo bello y de lo feo, pretendemos dar respuesta a esa interrogante desde un punto de vista más amplio, por lo que utilizaremos más bien el término “valor estético”, quedando así incluidos lo bello y lo feo.
Lo planteado por Nietzsche nos obliga a buscar respuestas a las interrogantes: ¿Dónde se encuentran “los valores estéticos”, en el sujeto o en el objeto?, ¿Qué es valor estético? Y ¿cómo puede defenderse la pretensión de que algo posee valor estético? Pero por las características propias de este ensayo nos concentraremos en la primera interrogante.
Los valores estéticos son el producto de las experiencias estéticas del sujeto, que es quién construye los juicios de valor. Un objeto posee propiedades materiales y tiene una presencia palpable, pero el “valor útil” se lo atribuye un sujeto cuando el objeto le resulta conveniente; así un objeto puede existir, pero sin la presencia del sujeto no surge el valor lógico. Pues las cosas pueden ser, pero su valor está limitado al tiempo y al espacio del sujeto. Sólo así se explica como un objeto hoy tiene un valor; empero tuvo otro en el pasado, y tendrá otro en el futuro, mientras su existir sigue siendo el mismo en sí. En ese contexto podemos colocar a Nietzsche cuando sostiene: “El hombre cree que el mundo está rebosante de belleza, y olvida que él es la causa de ella. Solo él le ha regalado al mundo la belleza; aunque, lamentablemente, se trate de una belleza humana, demasiado humana... En el fondo el hombre se mira en el espejo de las cosas y considera bello todo aquello que le devuelve su imagen. El juzgar algo «bello» constituye la vanidad característica de nuestra especie.”(F. Nietzsche: El Ocaso de los Ídolos, Edimat libros, Madrid, 2004, p. 606).
Desde ese punto de vista, los objetos tienen siempre consigo lo que podríamos denominar “posibilidad estética” o “potencia estética”. Pero ya el valor estético depende de la relación con el sujeto. Así para hablar del valor estético de los objetos siempre hará falta la participación del sujeto que construye el juicio estético a partir de la imagen que devuelve el espejo. Esa posibilidad o potencia estética de los objetos se produce a través de la percepción del sujeto que recibe y ordena el reflejo por medio de su facultad inteligible y sensibilidad exclusivamente humana. La belleza aparece así por una disposición sensible de las preferencias del sujeto. La estética en ese sentido, estudia el resultado de la relación del sujeto con el objeto desde el punto de vista del valor que posee el sujeto.
Esta idea no está directamente planteada por Nietzsche, pero se puede deducir que su posición mantiene cierto grado de relativismo. Analicemos la siguiente cita: Puede que una ligera sospecha le susurre al escéptico al oído: ¿Está realmente embellecido el mundo porque el hombre lo considere bello? El hombre lo ha humanizado: eso es todo. Pero no hay nada en absoluto que nos garantice que el hombre suministre el modelo de lo bello. ¿Quién sabe qué aspecto ofrece el hombre a los ojos de un juez más elevado del gusto? ¿Le resultaría atrevido, quizá risible, o tal vez un poco arbitrario? (Op. cit, p. 606).
Analicemos las interrogantes de Nietzsche que aparecen en el párrafo citado, veamos la primera: ¿Está realmente embellecido el mundo porque el hombre lo considere bello? Esta interrogante nos coloca ante la problemática, que sugiere la cuestión del objetivismo y el subjetivismo, que sintetizaré con la interrogante: ¿Existen las cosas fuera de nosotros, para sí, también sin nosotros, o existen las cosas en nosotros, para nosotros, y no existen sin nosotros? De entrada y por si misma la interrogante de Nietzsche ya supone la posibilidad de que exista lo bello en nosotros, para nosotros, y no exista sin nosotros; y al decir: El hombre lo ha humanizado: eso es todo, descarta la posibilidad de que exista lo bello fuera de nosotros, para sí, también sin nosotros.
La posición de Nietzsche sugiere que lo bello está sujeto a determinadas circunstancias. Deducimos que para él los juicios pueden ser diferentes si la experiencia estética es producto de otros gustos; puesto que la otra interrogante que él hace no es neutra, ella conserva la problemática del supuesto que produjo su formulación. Veámosla nuevamente: ¿Quién sabe qué aspecto ofrece el hombre a los ojos de un juez más elevado del gusto? La interrogante
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