«Morir de amor, despacio y en silencio», canta Miguel Bosé
Enviado por mayrasarahiruiz • 18 de Junio de 2013 • Resumen • 1.904 Palabras (8 Páginas) • 498 Visitas
Para Ana María y Sandra,
a la niñez que compartimos,
a la vida que transitamos,
al querer que no se agota
... Se entró de tarde en el río,
La sacó muerta el doctor:
Dicen que murió de frío:
Yo sé que murió de amor.
JOSÉ MARTÍ
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
De urgencia mía de mi piel de ti,
De mi alma de ti y de mi boca
Y del insoportable que soy sin ti.
JAIME SABINES
INTRODUCCIÓN
«Morir de amor, despacio y en silencio», canta Miguel Bosé. Y no es sólo ficción
ni entretenimiento musical, es realidad pura y dura. Para muchos el amor es una carga,
un dulce e inevitable dolor o una cruz que deben llevar a cuestas porque no saben, no
pueden o no quieren amar de una manera más saludable e inteligente. Hay quienes se
quitan la vida o se la quitan a su pareja, y están los que se agotan y van secándose
como un árbol en mitad del desierto, porque el amor les pide demasiado. ¿Para qué un
amor así? Ésa es la verdad: no todo el mundo se fortalece y desarrolla su potencial
humano con el amor; muchos se debilitan y dejan de ser ellos mismos en el afán de
querer mantener una relación tan irracional como angustiante. Hay que vivir el amor y
no morir por su culpa. Amar no es un acto masoquista donde dejasde ser tú y te complace
sentirte maltratado o humillado bajo el yugo de otra persona.
Morir de amor no es irremediable, contrariamente aloque dicen algunos románticos
desaforados. Las relaciones afectivas que valen la pena y alegran nuestra existencia
transitan por un punto medio entre la esquizofrenia (el amor es todo «locura») y la
sanación esotérica (el amor todo «lo cura»). Amor terrestre, que vuela bajito, pero vuela.
Coincidir con una persona, mental y emocionalmente, es una suerte, una sintonía
asombrosa y casi siempre inexplicable. Aristóteles decía que amar es alegrarse, pero
también es sorprenderse y quedar atónito ante un clic que se produce con alguien que
no entraba en tus planes. De ahí la pregunta típica de un enamorado a otro: «¿Dónde
estabas antes de que te encontrara?» o «¿Cómo puedes haber existido sin yo saberlo?
». Amar es vivir más y mejor, si el amor no es enfermizo ni retorcido. En el amor
sano no caben la resignación ni el martirio, y si tienes que anularte o destruirte para
que tu pareja sea feliz, estás con la persona equivocada.
Para amar no hay que «morir de amor», sufrir, desvanecerse, perder el norte,
ser uno con el otro o alterar la identidad: eso es intoxicación afectiva. Cuando confundimos
el enamoramiento con el amor, justificamos el sufrimiento afectivo o su conmoción/
arrebato/ agitación y terminamos enredándonos en relaciones negativas que nos
amargan la vida porque erróneamente pensamos que: «Así es el amor». A veces,
cuando hago terapia, me encuentro con parejas tan incompatibles que me pregunto
cómo diablos han llegado a estar juntos. ¿Es que acaso están ciegos? Y la respuesta
es que, en cierto sentido, sí lo están. No una ceguera física, sino emocional: el sentimiento
decidió por ellos y los arrastró como un río desbordado. El amor tiene una inercia
que puede llevarte a cualquier sitio si no intervienes y ejerces tu influencia.
Morir de amor, asimismo, es morir de desamor: el rechazo, el insoportable juego
de la incertidumbre y de no saber si te quieren de verdad, la espera, el imposible o el
«no», que llega como un jarro de agua fría. Es humillarse, rogar, suplicar, insistir y persistir
más allá de toda lógica, esperar milagros, reencarnaciones, pases mágicos y cualquier
cosa que restituya a la persona amada o la intensidad de un sentimiento que
languidece o que ya se nos ha ido de las manos.
Infinidad de personas en el mundo se han quedado atrapadas en nichos emocionales
a la espera de que su suerte cambie, sin ver que son ellas mismas las que deben
hacer su revolución afectiva. Cada quien reinventa el amor a su manera y de acuerdo
a sus necesidades y creencias básicas; cada cual lo construye o lo destruye, lo
disfruta o lo padece. Morir de amor no es un designio inevitable, una determinación
biológica, social o cósmica: puedes establecer tus reglas y negarte a sufrir inútilmente.
Ésa es la consigna.
¿Qué hacer entonces? ¿Es posible amar sin equivocarnos tanto y que el sufrimiento
sea la excepción y no la regla? ¿Cómo amar sin morir en el intento y, aun así,
disfrutarlo y sentir su irrevocable pasión?
En el presente libro he intentado plasmar algunos de los problemas que convierten
el amor en un motivo de agonía y angustia; asimismo, he contrapuesto a ellos una
serie de principios básicos de supervivencia afectiva que proporcionan herramientas
para no morir de amor y cambiar nuestra concepción del amor tradicional por una más
renovada y saludable. Dichos principios obran como esquemas de inmunidad o factores
de protección.
Veamos de manera resumida estos problemas y qué principio oponer en cada
caso:
1. Estás con alguien que no te quiere, te lo dice sin tapujos y no ve la hora de
irse o de que te vayas. Pero tú sigues ahí, esperando el milagro que no llega y soportando
un rechazo que no te da treguas. Independientemente de la causa, la lectura del
principio 1 te servirá de ayuda y reflexión: Si ya no te quieren, aprende a perder y
retírate dignamente.
2. Tienes otra persona, la deseas y la amas. Sin darte cuenta, poco a poco, has
construido una vida paralela, que va mucho más allá de la aventura. Te preguntas qué
hacer constantemente, aunque, en realidad, lo tienes claro, pero no sabes cómo llevarlo
a cabo: te falta coraje. Tu sueño es reemplazar mágicamente a tu pareja por el
amante y que todo siga igual, como si nada hubiera pasado. Te hallas inmerso en un
gran dilema que no te deja vivir en paz. La lectura del principio 2 te servirá de ayuda y
reflexión: Casarse con el amante es como echarle sal al
...