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Mundo De Sofia


Enviado por   •  12 de Febrero de 2015  •  1.737 Palabras (7 Páginas)  •  353 Visitas

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En realidad no lo sabía. Era Sofía Amundsen, naturalmente, pero ¿quién era eso? Aún no lo había averiguado del todo.

¿Y si se hubiera llamado algo completamente distinto? Anne Knutsen, por ejemplo. ¿En ese caso, habría sido otra?

De pronto se acordó de que su padre había querido que se llamara Synnøve. Sofía intentaba imaginarse que extendía la mano presentándose como Synnøve Amundsen, pero no, no servía. Todo el tiempo era otra chica la que se presentaba

Se puso de pie de un salto y entró en el cuarto de baño con la extraña carta en la mano. Se colocó delante del espejo, y se miró fijamente a sí misma.

—Soy Sofía Amundsen —dijo.

La chica del espejo no contestó ni con el más leve gesto. Hiciera lo que hiciera Sofía, la otra hacía exactamente lo mismo. Sofía intentaba anticiparse al espejo con un rapidísimo movimiento, pero la otra era igual de rápida.

—¿Quién eres? —pregunto.

No obtuvo respuesta tampoco ahora, pero durante un breve instante llegó a dudar de si era ella o la del espejo la que había hecho la pregunta.

Sofía apretó el dedo índice contra la nariz del espejo y dijo:

—Tú eres yo.

Al no recibir ninguna respuesta, dio la vuelta a la pregunta y dijo:

—Yo soy tú.

Sofía Amundsen no había estado nunca muy contenta con su aspecto. Le decían a menudo

¿No resultaba extraño el no saber quién era? ¿No era también injusto no haber podido decidir su propio aspecto? Simplemente había surgido así como así.

Cuando se encontró en el caminito de gravilla con la misteriosa carta en la mano, tuvo de repente una extraña sensación. Era como si. fuese una muñeca que por arte de magia hubiera cobrado vida.

¿No era extraño estar en el mundo en este momento, poder caminar como por un maravilloso cuento?

En el camino de gravilla Sofía se quedó pensando. Intentó pensar intensamente en que existía para de esa forma olvidarse de que no se quedaría aquí para siempre. Pero resultó imposible. En cuanto se concentraba en en el hecho de que existía, inmediatamente surgía la idea del fin de la vida. Lo mismo pasaba a la inversa: cuando había conseguido tener una fuerte sensación de que un día desaparecería del todo, entendía realmente lo enormemente valiosa que es la vida Era como la cara y cruz de una moneda, una moneda a la que daba vueltas constantemente. Cuanto más grande y nítida se veía una de las caras, mayor y más nítida se veía también la otra. La vida y la muerte eran como dos caras del mismo asunto.

No se puede tener la sensación de existir sin tener también la sensación de tener que morir, pensó. De la misma manera, resulta igualmente imposible pensar que uno va a morir, sin pensar al mismo tiempo en lo fantástico que es vivir.

Sofía se acordó de que su abuela había dicho algo parecido el día en que el médico le había dicho que estaba enferma. «Hasta ahora no he entendido lo valiosa que es la vida», había dicho.

¿No era triste que la mayoría de la gente

El jardín del Edén

...al fin y al cabo, algo tuvo que surgir en algún

momento de donde no había nada de nada...

Sofía Amundsen volvía a casa después del instituto. La primera parte del camino la había hecho en compañía de Jorunn. Habían hablado de robots. Jorunn opinaba que el cerebro humano era como un sofisticado ordenador. Sofía no estaba muy segura de estar de acuerdo. Un ser humano tenía que ser algo más que una máquina.

Se habían despedido junto al hipermercado. Sofía vivía al final de una gran urbanización de chalets, y su camino al instituto era casi el doble que el de Jorunn. Era como si su casa se encontrara en el fin del mundo, pues más allá de su jardín no había ninguna casa más. Allí comenzaba el espeso bosque.

Giró para meterse por el Camino del Trébol. Al final hacía una brusca curva que solían llamar «Curva del Capitán». Aquí sólo había gente los sábados y los domingos.

Era uno de los primeros días de mayo. En algunos jardines se veían tupidas coronas de narcisos bajo los árboles frutales. Los abedules tenían ya una fina capa de encaje verde.

¡Era curioso ver cómo todo empezaba a crecer y brotar en esta época del año! ¿Cuál era la causa de que kilos y kilos de esa materia vegetal verde saliera a chorros de la tierra inanimada en cuanto las temperaturas subían y desaparecían los últimos restos de nieve?

Sofía miró el buzón al abrir la verja de su jardín. Solía haber un montón de cartas de propaganda, además de unos sobres grandes para su madre. Tenía la costumbre de dejarlo todo en un montón sobre la mesa de la cocina, antes de subir a su habitación para hacer los deberes.

A su padre le llegaba únicamente alguna que otra carta del banco, pero no era un padre normal y corriente. El padre de Sofía era capitán de un gran petrolero y estaba ausente gran parte del año. Cuando pasaba en casa unas semanas seguidas, se paseaba por ella haciendo la casa más acogedora para Sofía y su madre. Por otra parte, cuando estaba navegando resultaba a menudo muy distante.

Ese día sólo había una pequeña carta en el buzón, y era para Sofía.

«Sofía

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