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POEMAS DE JULIO FLOREZ


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2012  •  1.431 Palabras (6 Páginas)  •  1.472 Visitas

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CUANDO LEJOS, MUY LEJOS

Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares,

en lo mucho que sufro pienses a solas,

si exhalas un suspiro por mis pesares,

mándame ese suspiro sobre las olas.

Cuando el sol con sus rayos desde el oriente

rasgue las blondas gasas de las neblinas,

si una oración murmuras por el ausente,

deja que me la traigan las golondrinas.

Cuando pierda la tarde sus tristes galas,

y en cenizas se tornen las nubes rojas,

mándame un beso ardiente sobre las alas

de las brisas que juegan entre las hojas.

Que yo, cuando la noche tienda su manto,

yo, que llevo en el alma sus mudas huellas,

te enviaré, con mis quejas, un dulce canto

en la luz temblorosa de las estrellas.

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HUMANA

Hermosa y sana, en el pasado estío,

murmuraba, en mi oído, sin espanto:

-Yo quisiera morirme, amado mío;

más que el mundo me gusta el camposanto.

Y de fiebre voraz bajo el imperio,

moribunda, ayer tarde, me decía:

-No me dejes llevar al cementerio...

¡Yo no quiero morirme todavía!

¡Oh señor... y qué frágiles nacimos!

¡Y que variables somos y seremos!

¡Si la tumba está lejos... la pedimos!

¡Pero si cerca está... no la queremos!

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RESURRECCIONES

Algo se muere en mí todos los días;

la hora que se aleja me arrebata,

del tiempo en la insonora catarata,

salud, amor, ensueños y alegrías.

Al evocar las ilusiones mías,

pienso: "¡yo, no soy yo!" ¿por qué, insensata,

la misma vida con su soplo mata

mi antiguo ser, tras lentas agonías?

Soy un extraño ante mis propios ojos,

un nuevo soñador, un peregrino

que ayer pisaba flores y hoy... abrojos.

Y en todo instante, es tal mi desconcierto,

que, ante mi muerte próxima, imagino

que muchas veces en la vida...he muerto.

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RETO

Si porque a tus plantas ruedo

como un ilota rendido,

y una mirada te pido

con temor, casi con miedo;

si porque ante ti me quedo

extático de emoción,

piensas que mi corazón

se va en mi pecho a romper

y que por siempre he de ser

esclavo de mi pasión;

¡te equivocas, te equivocas!,

fresco y fragante capullo,

yo quebrantaré tu orgullo

como el minero las rocas.

Si a la lucha me provocas,

dispuesto estoy a luchar;

tú eres espuma, yo mar

que en sus cóleras confía;

me haces llorar; pero un día

yo también te haré llorar.

Y entonces, cuando rendida

ofrezcas toda tu vida

perdón pidiendo a mis pies,

como mi cólera es

infinita en sus excesos,

¿sabes tú lo que haré en esos

momentos de indignación?

¡Arrancarte el corazón

para comérmelo a besos!

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DESHIELO

Nunca mayor quietud se vio en la muerte;

ni frío más glacial que el de esta mano

que tú alargaste al espirar, en vano

y que cayó en las sábanas, inerte.

¡Ah... yo no estaba allí! Mi aciaga suerte

no quiso que en el trance soberano,

cuando tú entrabas en el hondo arcano,

yo pudiera estrecharte... y retenerte.

Al llegar, me atrajeron tus despojos;

cogí esa mano espiritual y breve

y la junté a mis labios y a mis ojos...

Y en ella, al ver mi llanto que corría,

pensé que aquella mano hecha de nieve

en mi boca al calor... se derretía.

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BODA NEGRA

Oye la historia que contóme un día

el viejo enterrador de la comarca:

era un amante a quien por suerte impía

su dulce bien le arrebató la parca.

Todas las noches iba al cementerio

a visitar la tumba de la hermosa;

la gente murmuraba con misterio:

es un muerto escapado de la fosa.

En una horrenda noche hizo pedazos

el mármol de la tumba abandonada,

cavó la tierra... y se llevó en los brazos

el rígido esqueleto de la amada.

Y allá en la oscura habitación sombría,

de un cirio fúnebre a la llama incierta,

dejó a su lado la osamenta fría

y celebró sus bodas con la muerta.

Ató con cintas los desnudos huesos,

el yerto cráneo coronó de flores,

la horrible boca le cubrió de besos

y le contó sonriendo sus amores.

Llevó a la novia al tálamo mullido,

se acostó junto a ella enamorado,

y para siempre se quedó dormido

al esqueleto rígido abrazado.

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IDILIO ETERNO

Ruge el mar, y se encrespa y se agiganta;

la luna, ave de luz, prepara el vuelo

y en el momento en que la faz levanta,

da un beso al mar, y se remonta al cielo.

Y aquel monstruo indomable, que respira

tempestades, y sube y baja y crece,

al sentir aquel ósculo, suspira...

¡y en su cárcel de rocas... se estremece!

Hace siglos de siglos, que, de lejos,

tiemblan de amor en noches estivales;

ella le da sus límpidos reflejos,

él le ofrece sus perlas y corales.

Con orgullo se expresan sus amores

estos viejos amantes afligidos:

ella le dice "¡te amo!" en sus fulgores,

y él prorrumpe "¡te adoro!" en sus rugidos.

Ella lo duerme con su lumbre pura,

...

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