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PRESOCRÁTICOS, SOFISTAS, SÓCRATES


Enviado por   •  30 de Abril de 2014  •  Tesis  •  2.627 Palabras (11 Páginas)  •  310 Visitas

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el ser filosofiaema 1.- PRESOCRÁTICOS, SOFISTAS, SÓCRATES.-

PRESOCRÁTICOS

La Filosofía del Derecho aparece, como disciplina autónoma, de la mano de pensadores adscritos al movimiento racionalista y elaboran una reflexión filosófica sobre lo jurídico y "Filosofía del Derecho" como rótulo para designar la disciplina no se utiliza hasta el s. XVIII. Pero desde muchos siglos antes se meditó con mentalidad filosófica acerca de la realidad jurídica y política, por lo que sus comienzos han de considerarse unidos a la iniciación del pensamiento filosófico en Grecia en los comienzos del s.VI a. de C.

Desde siempre el hombre se encontró atenazado por un mundo plagado de fenómenos que no entendía. Pero el espíritu humano repele la duda, requiere certezas, seguridades y por ello, preguntas de por qué suceden las cosas, cuál es su origen y su sentido, la Humanidad dio, en un principio una respuesta teológica: el mundo está gobernado por unas deidades que rigen el acontecer de la naturaleza y del mismo hombre.

Llega un momento en que unos hombres selectos: los filósofos, intuyen la posibilidad de buscar la explicación en las cosas mismas, en una solución natural, apelando al lógos, a la razón. Momento griego del tránsito entre el s. VII y el VI a. de C., en el que debe fijarse el origen y principio de la filosofía en nuestra cultura occidental.

Paso del mito al logos. La primera filosofía consiste en la racionalización del dogma religioso, en la secularización de lo teológico. La primera generación de filósofos son los presocráticos, anteriores a Sócrates, son denominados cosmólogos o fisiólogos porque el objetivo principal de sus preocupaciones es el kosmos (el mundo) y la physis (la naturaleza).

Lo primero que hubo de provocar el asombro de aquellos hombres dispuestos a encontrar explicaciones racionales, fue la maravilla de la naturaleza que contemplaban sus ojos pasmados: una naturaleza perfectamente ordenada, donde todo parecía suceder en virtud de un por qué y un para qué, donde el ritmo impecable y la armonía se manifestaban con profusión; una naturaleza que no era un cháos desordenado sino un kósmos articulado en el orden. Buscan el origen y la causa de esa ordenación y consideran que todas las cosas tienen un arjé u origen común, que cada pensador cree descubrir en un elemento: lo húmedo, el aire, el fuego...

Otra preocupación es explicar el cambio. El mundo está en perpetua mutación, ¿cómo es posible que una cosa cambie y, a la vez, siga siendo la misma?; ¿cómo conjugar la variación y la permanencia?. El ser de la subsistencia en el cambio son los temas que constituyen la trama central de toda la reflexión metafísica de los griegos posteriores.

Soluciones aportadas por los presocráticos: la teoría atomística de Leucipo y Demócrito, las reflexiones pitagóricas sobre la cantidad o la concepción de Herñaclito, que en forma alegórica viene a afirmar que la materia se reduce a energía, como se enseña la física de nuestros días. Soluciones originales que chocarían contra la inercia de lo habitual y que tenía a su favor el refrendo religioso, pero que tenía que recurrir constantemente a la metáfora para hacerse entender con las palabras de todos los días para expresar la formidable tesis de que la materia no es, en el fondo, más que un eterno fluir (Heráclito tiene que valerse de las imágenes, del fuego y del río).

Los filósofos cosmólogos desarrollan su actividad a lo largo del s. VI a. de C., aunque algunos son ya del V, los primeros filósofos no aparecen en la Grecia continental, sino en las colonias de la Costa de Asia Menor (Mileto, Samos, Efeso, etc.) o de Sicilia.

Las doctrinas de los presocráticos las conocemos sólo de modo parcial, a través de fragmentos de sus obras y ni siquiera transmitidos directamente sino a través de citas de autores posteriores que obligan a una continua labor interpretativa.

La preferencia por el tema cosmológico hace que en estos pensadores se encuentren escasas referencias que puedan ofrecer interés a la filosofía jurídico-política y las reflexiones sobre la justicia o las leyes suelen estar teñidas por aquella concepción, de modo que los problemas de la convivencia humana reciben una explicación cósmica o naturalista. Justicia y ley, aunque existían ya como expresión de una realidad social anterior a todo pensamiento filosófico, al utilizarlos para explicar el mundo natural quedan, por así decirlo, cosmogolizados, insertos como elementos de la estructura y orden que el cosmos ofracía.

Otro factor que se suma a la concepción de mundo es el factor divino, como Díke, diosa Justicia, presencia de la Justicia entre las divinidades. Anaximandro presenta a la justicia como lo que rige el universo: "de donde los seres proceden, también proviene necesariamente su disolución, compensándose así recíprocamente la reparación y la satisfacción de la injusticia según el orden del tiempo". Heráclito atribuye igualmente el orden cósmico a la actividad y vigilancia de Díke sobre los movimientos del Universo: afirma que si el Sol se excediera de sus medidas, si se saliera de su órbita, las Furias, ministros de la Justicia, le obligarían a volver.

Concepción pitagórica de la justicia. Los pitagóricos dieron a los problemas de la causa del orden y la explicación del cambio una solución matemática: el número y la cantidad constituyen la esencia o principio de las cosas. Consideran la justicia como una estricta igualdad aritmética entre dos miembros (la justicia exige que la pena sea igual al daño causado). La justicia se representaba gráficamente mediante el cuadrado, que tiene iguales sus lados, los ángulos y las diagonales; y numéricamente por el 4 y el 9, que son los dos primeros "números cuadrados". En la concepción pitagórica está ya presente la idea de igualdad, equilibrio, proporción, que constituirá siempre el elemento medular de la idea de la justicia.

Tratamiento que recibe la ley en el pensamiento presocrático. La pólis se rige por la ley que dictan los hombres (el nómos). Esta norma debe reflejar la justicia que late en el orden del kósmos. El logos divino es el modelo en que han de inspirarse las leyes humanas. En Heráclito se encuentra un precedente de la idea cristiana de ley eterna, en la que, a través del concepto de la ley natural, encuentran adecuado fundamento las leyes positivas; y enaltece el valor de las leyes, expresión de la voluntad del poder, como el factor más importante para la defensa de la ciudad ("el pueblo ha de combatir por sus leyes como por defender sus murallas"), exigiendo además una total sumisión al mandato

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