PROGRAMA DE FORMACIÓN GENERAL: FILOSOFÍA
Enviado por 1rayar1 • 11 de Mayo de 2016 • Resumen • 4.792 Palabras (20 Páginas) • 296 Visitas
PROGRAMA DE FORMACIÓN GENERAL: FILOSOFÍA
GUÍA TEÓRICA PARA LA SESIÓN 02
ACTITUD FILOSÓFICA
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Desde el siglo V a.C. se inicia una fase nueva de la filosofía en Grecia, en este periodo es el hombre el tema de debate principal. En esto influyeron algunas razones ajenas a la filosofía: el predominio de Atenas después de las guerras medicas contra los persas, el triunfo de la democracia, etcétera. Como señala Julián Marías, “aparece en primer plano la figura del hombre que habla bien, del ciudadano, y el interés del ateniense se vuelve a la realidad política, civil y, por lo tanto, al hombre mismo” (2007, p. 34).[pic 3]
Grecia cambia y este cambio se refleja en la filosofía, los intereses y reflexiones ya no son la naturaleza, el movimiento o el elemento fundacional. En el centro del pensamiento griego se encuentra ahora el ciudadano, en el sentido del desarrollo de la esencia de la persona y la vida en sociedad. Así describe Ortega y Gasset (1985) en el Espíritu de la letra la sociedad ateniense en el siglo V a.C.
Cada hombre se siente vitalmente ---no como nosotros, idealmente--- parte del cuerpo público. No sabría vivir por sí y para sí. El griego de este tiempo hubiera sentido su propia individualidad como una soledad trágica y violenta, como una amputación que conlleva el dolor y la muerte, (p. 83).
Fruto de esta época es el movimiento sofístico, y frente a este surgirá la trascendental figura de Sócrates.
2.1 Los sofistas
Muchas de las palabras que actualmente usamos y le damos un significado específico, tuvieron en su origen una acepción muy diferente. Por ejemplo pedagogía, palabra fundamental para comprender los procesos educativos, y que significa hoy conjunto de los saberes que están orientados hacia la educación. En sus orígenes en Grecia, hacía referencia al esclavo que acompañaba a los niños el paidagogós.
Esta misma situación sucede con la palabra "sofista" (sophistés) esta fue, al principio, un sinónimo de "sabio" (sophós). En su acepción actual, la palabra sofista, tiene una connotación muy peyorativa, designa a un hombre que con igual facilidad puede probar la verdad que la falsedad de la misma afirmación. Esta definición no vale, desde luego, para los primeros sofistas. En la época de su emergencia sofista significaba “sabio”. Durante el gobierno de Pericles[1] hubo en Atenas y en otras ciudades griegas profesores de filosofía que se apodaban ellos mismos sofistas. Carl Grimberg afirma “la significación intelectual de los sofistas fue enorme; hicieron posible en este tiempo que la ciencia se divulgara, enseñando a pensar al pueblo. El nuevo período iniciado por ellos es una época de intensa vida intelectual, semejante a la corriente cultural que hizo del siglo XVIII el siglo de las luces” (1967, p. 95).
Al contrario de los filósofos de la escuela jónica que, encerrados en su torre de marfil, trataban de desentrañar los enigmas de la existencia, los sofistas tendían a enseñar conocimientos y filosofía útiles para la vida. Estos pensadores presentan, también, otras esenciales diferencias con respecto a cualquier expresión filosófica anterior: son profesores ambulantes, que van de ciudad en ciudad, enseñando a los jóvenes; y enseñan por dinero, mediante una retribución, caso nuevo en Grecia y que sorprendió no poco. Tenían gran brillantez y éxito social; eran oradores y retóricos, y fundamentalmente pedagogos. Pretendían saber y enseñar todo, desde luego, cualquier cosa y su contrario, la tesis y la antítesis. Tuvieron una gran influencia en la vida griega, y fueron personajes importantes; algunos, de gran inteligencia. Para Julián Marías, “el sofista parece filósofo, pero no lo es. Surgen entonces dos problemas: 1) la filosofía que pueda haber en la sofística; 2) el problema filosófico de la realidad del sofista” (2007, p. 35).
La utilidad fue siempre el fundamento de su actividad. En ellos radicaba, por una parte, la fuerza de este movimiento, pero, por otra, la causa principal de su decadencia.
Para los griegos, la ciencia práctica más importante era el arte de discurrir, la retórica. El pueblo heleno gustaba de los buenos discursos; quien sabía manejar bien la palabra conseguía oyentes. Un sofista afirma que la retórica da al hombre el poder de reinar sobre los demás y hacer de ellos sus esclavos.
Gracias a su dialéctica, los sofistas se vanagloriaban de “convertir el argumento más débil en el más sólido”. Ninguna idea científica o convicción está tan vigorosamente sistematizada que no pueda ser pulverizada por la fuerza mágica de la elocuencia. Hacían observar que “cada cosa es susceptible de dos interpretaciones distintas y las dos capaces de defenderse a la vez”. La verdad absoluta no existe; sólo hay “opciones” y “maneras de ver”.
Aunque los sofistas ponían por las nubes el arte del bien hablar, estaban convencidos, sin embargo, que este arte producía sus mejores frutos cuando se acompañaba de conocimientos suficientes. Así, los sofistas dignos de tal nombre se preocupaban de dominar todas las ciencias, para enseñar a sus alumnos a hacerse buenos ciudadanos. Además, para satisfacer el ansia de saber, que crecía sin cesar, se necesitaban hombres versados en muchas materias.[pic 4]
Sin embargo, el movimiento sofista se atascó luego en apariencias de conocimiento más bien que en lograr un saber real; su técnica derivó muy pronto en una manifestación de la retórica. El sofisma degeneró en argucia abogadil y en pirueta verbal. Leamos el siguiente ejemplo que nos presenta Carl Grimberg: “La enfermedad ¿es buena o mala?”, preguntaban los sofistas, y cuando les contestaban que la enfermedad era mala respondían con aire de triunfo: “No, para el médico no” “¿Es una desgracia la muerte?” “No, por cierto, para quien vende ataúdes.” Y tenían preguntas tan tortuosas como éstas: ¿Se miente cuando uno no dice la verdad, pero no la oculta? (Grimberg, 1967, p. 116).[pic 5]
Los sofistas de quienes nos han llegado referencias fueron Hipias, Pródico, Eutidemo y, los más importantes, Protágoras y Gorgias. Sus pensamientos y la crítica de estos, nos es conocido de un modo vivo y muy crítico por los diálogos de Platón, las obras de Diógenes Laercio y las comedias de Aristófanes.
En los siguientes párrafos haremos un pequeño esbozo de la vida y obra de los dos sofistas más trascedentes tomando como referencia el diccionario filosófico de Ferrater Mora.
- Protágoras
Nació en Abdera el año 481 y murió el 411 a. c. Tuvo gran influencia en Atenas, en tiempo de Pericles. Se ocupó de gramática y del lenguaje, fue gran retorico y mostro gran escepticismo respecto a la posibilidad del conocimiento, especialmente de los dioses. Pero su fama mayor procede de una frase suya, transmitida por varios filósofos posteriores, que dice: “El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son, en tanto que son, y de las que no son, en tanto que no son.” De esta frase se han dado numerosas interpretaciones, que van desde el relativismo al subjetivismo.
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