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Para No Filosofos


Enviado por   •  15 de Febrero de 2014  •  647 Palabras (3 Páginas)  •  189 Visitas

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Filosfía para no filósofos Germán Iván Martínez Gómez 91

La Colmena 69, enero-marzo 2011

ese déficit o carencia de conocimiento del que se sabe

objeto, que le caracteriza y distingue. Por ello, Calvo

sugiere que “Para apropiarse de un problema filosófico

no es importante entenderlo, hace falta vivirlo, sentirlo

en la piel, dramatizarlo, sufrirlo, padecerlo, sentirse

amenazado por él” (Calvo, 2003: VIII) [cursivas de GIM].

De aquí se desprende la idea de que la filosofía no es algo

que se aprende, sino algo que se hace.

Es desde esta perspectiva que J. M. Bochenski llegó a

decir: “Por muy raro que parezca, probablemente no hay

hombre que no filosofe. O, por lo menos, todo hombre

tiene momentos en su vida en que se convierte en filósofo”

(Bochenski, 1976: 21). Desde la óptica de este autor, todos

filosofamos y, lo más importante en sentido estricto, no

tenemos otro remedio que filosofar. Quien filosofa no se

ha quedado ahogado en su asombro o impávido ante la

inmensidad de las preguntas; ha intentado explicar –y

explicar-se– su situación en el universo.

La filosofía, afirma W. K. C. Guthrie, “comenzó por

la creencia de que detrás de este caos aparente existen

una permanencia oculta y una unidad, discernibles

por la mente, si no por los sentidos” (Guthrie, 1973:

30). Permanencia y unidad que buscan ser dilucidadas.

Desde hace tiempo, tengo la impresión de ver en todo ser

humano la existencia de una condición pre-filosófica que

lo mueve a pensar. La historia muestra cómo en ese afán

por comprender las cosas que acontecen pueden caber

la fe o la razón. La mezcla de ambas dio origen, en su

momento, al mito; el predominio de la primera hizo lo

propio con la religión, mientras que la segunda propició

el nacimiento de la filosofía y la ciencia. Como sabemos,

la distinción entre estos últimos términos no existía entre

los griegos. Y la palabra filosofía, como tal, tampoco se

hallaba en el vocabulario de los antiguos mexicanos.

Los que se dedicaban a esa labor de ordenar las

interpretaciones más profundas de la existencia de esas

comunidades altamente desarrolladas se denominaron

amantes de la sabiduría (en griego filósofos, en azteca

tlamatinime). Eran los que podían dar cuenta de forma

ordenada y racionalizada de los diversos modos de

saber, es decir, que relacionaban las observaciones

astronómicas, descubrimientos matemáticos, etcétera, con

las experiencias agrícolas, los saberes medicinales y con

los recuerdos de las gestas de los pueblos. (Dussel, 2009)

Samuel Ramos, en su Historia de

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