Para no interpretar esto de manera errónea, este trabajo lleva por propósito la aplicación de las conclusiones arrojadas a través de la descomposición analítica del libro, o bien, utilizar los fundamentos de este libro de manera activa (con los que
Enviado por OzielArellano • 29 de Abril de 2017 • Ensayo • 2.026 Palabras (9 Páginas) • 325 Visitas
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Al haber concluido la lectura, procede una retroalimentación de la misma, en este caso, a forma de análisis. Se dice necesario ya que se tiene que consolidar lo aprendido, y no solamente plasmar lo “retenido”. El libro no cuenta con una división por capítulos, sino por “conferencias” en las que el autor aborda distintos aspectos, así como pasos, del proceso de hacer filosofía. En sí, el libro cuenta, a mi parecer, con un lenguaje de fácil comprensión, además de que su extensión facilita (y a la vez dificulta) un análisis detallado de su contenido. Además del objetivo de leer cualquier escrito (su comprensión), este análisis en particular busca una respuesta incluso más terrenal al título mismo del libro: ¿Por qué filosofar?
Para no interpretar esto de manera errónea, este trabajo lleva por propósito la aplicación de las conclusiones arrojadas a través de la descomposición analítica del libro, o bien, utilizar los fundamentos de este libro de manera activa (con los que se concuerde, por supuesto).
La separación del libro para su análisis, como ya se dijo, se llevará a cabo por “conferencias”, y estas, a su vez, en argumentos. Estos argumentos se escogerán por los que yo considere de mayor y menor relevancia; menor porque también deben gozar de una crítica aquellas ideas que no se ha tenido tiempo de abordar completamente. De esta forma, la estructura adopta la siguiente forma: en la primera parte, se tomará el argumento del autor; en la segunda parte, incluiré mi postura hacia el argumento del autor; y en la tercera parte, se cuestionará la opinión o interpretación del autor, poniendo en duda las bases de sus argumentos, ofreciendo diferentes apreciaciones que pudo haber adoptado.
Empecemos por el concepto común de filosofar: Si a una persona común se le pregunta con qué frecuencia ésta hace filosofía, probablemente no sepa responder, y en caso de que lo haga, será con una respuesta vaga, inventada, sin fundamento (generalizando). Esto porque las personas no sabemos si quiera qué es la filosofía, ya que existen multitud de definiciones, pero a diferencia de otras disciplinas, la definición llega a variar demasiado, siendo extremistas, incluso a ser contraria. El concepto de “filosofía” se muestra, primeramente, de forma etimológica, como la descripción que todos conocemos el llamado “amor a la sabiduría”, pero este concepto se ve torcido por la interpretación que da cada filósofo de su definición central. En sí, todas las definiciones son correctas, así como erróneas, ya que si a alguna otra persona no le gusta o no está de acuerdo con la interpretación que se le da, es libre de crear la suya, y los demás de aceptarla o refutarla. El autor (que al momento no habíamos presentado), Lyotard Jean-Fransois, postula la presencia de la filosofía nula en la vida cotidiana de las personas, o por lo menos, así es como éstas lo aprecian. Plantea que la filosofía se ha abandonado, se ha dejado a su suerte, a su muerte; dice que esto es consecuencia de ver la acción de filosofar como todo menos una realidad, un hecho. Sugiere que incluso los filósofos solo la abordan en caso de que perciban su ausencia, cuando sienten que el concepto se hunde, se “les va de las manos”.
En el momento en que aborda la importancia de los motivos por encima de la definición, Lyotard refiere:
“Al preguntarnos no ‘¿qué es la filosofía?’, sino ‘¿por qué filosofar?’, colocamos el acento sobre la discontinuidad de la filosofía consigo misma, sobre la posibilidad para la filosofía de estar ausente. (…)” (Lyotard, 1964)
Podemos entender que el autor prefiere buscar la razón que nos mueve a hacer filosofía por encima de una definición simple, que llega a ser inexacta en la mayoría de los casos. Aunque esto implica mucho más que solo cambiar el enfoque de la pregunta, involucra los motivos que nos impulsan a llevar a cabo la reflexión a fondo, pero la relevancia de este fragmento recae en la interpretación que hace el autor: la filosofía es una realidad, un hecho; pero, así como puede estar presente, se puede ausentar. La idea llega incluso a ser abstracta, ¿cómo una realidad puede estar ausente? Esto se hace posible gracias a la formulación de la pregunta inmediata por parte de Lyotard: ¿por qué filosofar?
Este cuestionamiento da a entender que podemos no filosofar, de tal forma que, si podemos filosofar y podemos no filosofar, ¿cómo deberíamos decidir cuál llevar a cabo? El escritor opina que la pregunta por sí misma sugiere la falta de filosofía, y esta afirmación, algo más serio, la pérdida y paso a decadencia de ésta. A lo largo del texto se habla de la dualidad de las cosas, de su existencia y no existencia; así, si existe la posibilidad de hacer algo, existe también la posibilidad de no hacerlo y viceversa, esto en el caso de la afirmación y negación; en el caso de la interrogación sucede algo particular: con el simple acto de anteponer las palabras “por qué”, se destruye lo que se está cuestionando, toda base o argumento queda en duda. Así pues, la cuestión inicial “¿por qué filosofar?”, refleja la carencia de esta acción.
Ahora, ¿qué se deduce del fragmento y la interpretación del autor? Bueno, en primer lugar, me parece acertada la decisión por parte del escritor al cambiar la pregunta, dado que, personalmente, creo que tiene mayor relevancia el por qué decidimos hacer un juicio reflexivo, a un concepto que puede fácilmente cambiar. Digo que puede fácilmente cambiar ya que, sin ánimos de ofender el área de las etimologías, se ofrece únicamente la descomposición literal de las palabras a sus raíces léxicas. Son los hombres “ilustres” de cada área quienes interpretan esto según su entendimiento, incluso a conveniencia. Se puede hacer la comparación al momento de aprender un leguaje, donde al principio se pretende traducir las palabras a nuestro idioma materno, sin tomar en cuenta gramática y contexto. Pienso que esto hace que las definiciones sean inexactas en la mayoría de los casos.
Pero, ¿qué más?, ¿qué menos?, ¿de qué otra forma pudo haber sido? Ya que este postulado es solo el comienzo del libro, creo que su extensión es conveniente, no se expande demasiado, pero deja algunas afirmaciones a medias. Hay un fragmento en que se afirma la decadencia de la filosofía, pero esto choca con el sentido común natural de las personas, ya que, si una de las definiciones indica que hacer filosofía es el proceso activo de reflexión, ¿cómo puede una persona simplemente dejar de hacer esto? Tal vez es una interpretación errónea, quizá refiera a la pérdida de la reflexión, al actuar instintivamente, aun así, en esta primera parte deja a la mitad su propia interpretación de esto. De cualquier forma, expone los argumentos más básicos del libro en general, y esto, a mi parecer, tiene sentido, ya que a lo largo del texto se dedica a desarrollar cada uno de los mismos.
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