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Parapsicología


Enviado por   •  10 de Abril de 2014  •  3.715 Palabras (15 Páginas)  •  285 Visitas

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PARAPSICOLOGÍA

I. Definición y objeto

La p. es una rama de la psicología general. Se ocupa de las impresiones y operaciones percepciones y acciones) del hombre — e incluso de los organismos vivos — que hasta el momento son inexplicables físicamente. El concepto fue propuesto en 1886 por Max Dessoir y hoy día se emplea internacionalmente. Los fenómenos de que se trata son llamados «parapsíquicos» o «paranormales»; el prefijo «para» da a entender que tales fenómenos se presentan o parecen presentarse al margen de los hechos de experiencia que nos son familiares y que podemos comprender mediante las categorías ordinarias de nuestra manera de entender el mundo.

La p. evita el término, empleado muchas veces, de «sobrenatural», que apunta a un concepto de naturaleza demasiado estrecho y condicionado por el tiempo.

Desde siempre se cuentan con notable homogeneidad hechos extraordinarios: informaciones sobre acontecimientos que no pudieron recibirse por los órganos normales de los sentidos; operaciones inexplicables sobre el mundo corpóreo. Se incluyen en el primer grupo: los sueños premonitores, que anuncian algo oculto en la actualidad o en el futuro, la proscopia y retroscopia, los presentimientos, las apariciones de muertos, la videncia; y en el segundo grupo: los anuncios de muerte mediante la ruptura de espejos, golpes, desaparición y reaparición de objetos; la pequeña y la gran obsesión y, sobre todo en las leyendas de los santos, la elevación sobre el suelo (levitación). El «gran misterio» que los hombres percibieron desde los tiempos más remotos, ha parecido oscilar por mucho tiempo entre el «-> milagro» por una parte y las operaciones o influjos «demoniacos» por otra (cf. -> posesión diabólica). La p. se propone investigar con métodos científicos los fenómenos en cuestión como «residuo no clasificado de nuestra experiencia» (William James). Aparte de los relatos acerca de hechos espontáneos extraordinarios («fenómenos espontáneos»), la observación de acciones extraordinarias intencionales — videncia de cosas ocultas, profecías, diagnósticos «mediales» de enfermedades, supuesta aparición y desaparición de objetos por encanto, etc. — ha conducido a distinguir dos clases o grupos principales de fenómenos, que pasan a ser tema de investigación científica:

1.° La cuestión de una experiencia (percepción) superior a la de los órganos sensoriales conocidos se investiga bajo tres modalidades: telepatía, videncia y predicción.

2.° La cuestión de un efecto dependiente del sujeto, físicamente inexplicable hasta ahora, sobre sistemas materiales; fenómeno que se llama psicocinesis o telecinesis.

Las tres modalidades de la «experiencia o percepción extraordinaria» se definen como sigue: la telepatía es transmisión de un proceso anímico (sensaciones, sentimientos, imágenes, ideas) de un sujeto a otro sin mediación de los órganos sensoriales conocidos; la videncia es la experiencia extrasensorial de una cosa no conocida por nadie: la predicción es el conocimiento anticipado de un hecho futuro, que no puede conocerse por vía normal, ni se produce como consecuencia de un presentimiento anterior. Esta última limitación se requiere para excluir acontecimientos que uno mismo causa consciente o inconscientemente por influjo de la fe en la exactitud de una «vivencia profética», a manera de una obsesión de cumplimiento. Así, p. ej., el sueño de un futuro accidente puede operar como tendencia determinante que lleva al accidente.

II. Evolución histórica

Desde los tiempos más remotos de la humanidad se habla de los fenómenos que hoy llamamos parapsíquicos. Bajo ropaje mítico éstos aparecen en las literaturas de los pueblos civilizados, en leyendas y cuentos, enmarcados en la tradición religiosa. Al comenzar la reflexión filosófica en la antigüedad, muy pronto aparece una doble especie de interpretación. Esos fenómenos en parte son considerados como «sobrenaturales», y el saber de cosas ocultas es atribuido bien a la inspiración divina, o bien a la acción demoniaca: «interpretación pneumatológica o demoniaca»; y en parte se buscan causas naturales, refiriendo los fenómenos a facultades anímicas especiales de algunos individuos: «interpretación naturalista o animista».

Desde tiempos muy antiguos los sueños fueron considerados como manifestación de experiencias extraordinarias, que parecen romper las barreras del tiempo y del espacio. Platón veía en los sueños una inspiración divina; en cambio Aristóteles, en su escrito De la adivinación por los sueños enseña que, en éstos, el alma reacciona a los mínimos estímulos, los refuerza y así puede obtener conocimiento de acontecimientos remotos. Aristóteles trata de restringir lo más posible los sueños proféticos. La experiencia hablaría desde luego en su favor; pero la falta de causa natural hablaría en contra: «Así no es fácil despreciarlos, ni fácil tampoco creer en ellos.» En el AT el sueño profético aparece en el marco de la historia sagrada como medio de revelación divina (Gén 28, 10-17; 37, 5-10; 40; 41, 1-32; 1 Re 3, 5-15; Mc 15, 11-16).

Abundantes alusiones a facultades extraordinarias se encuentran en las prácticas mágicas antiguas, medievales y posteriores; así, p. ej., la producción de visiones para fines adivinatorios por la contemplación de superficies espejadas (mántica alucinatoria; material copioso en A. DELATTE, La catoptromancie grecque et ses dérivés [P 1932]). Además del campo profano de la mántica adivinatoria, la «ciencia de cosas ocultas» aparece sobre todo en las leyendas de los santos, donde se cuentan también «fenómenos físicos», sobre todo de levitación (H. THURSTON, The Physical Phenomena of Mysticism [Londres 1952] ). Por operación demoníaca también los posesos saben cosas ocultas y entienden lenguas extrañas (cf. los signos de la posesión diabólica en el Rituale Romanum).

El neoplatonismo explicaba los fenómenos mágicos por una «simpatía universal»: se producen en el medio de una alma universal, que reacciona como un gran organismo. Siguiendo ideas neoplatónicas, Agrippa de Nettesheim, en su obra De occulta philosophia sive de magia(1531), intentó contrarrestar los excesos de la demonología, que culminaban en la hechicería y brujería. El concepto moderno de «ocultismo» fue tomado del título de su obra. Un primer llamamiento a la investigación experimental fue lanzado por Francis Bacon. En su obra Sylva Sylvarum: or a Natural History (1627) polemiza contra el alma universal de los neoplatónicos, y recomienda que «ni se crean sin más» las misteriosas acciones a distancia, «ni se rechacen por inverosímiles, antes de llevar a cabo una indagación adecuada».

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