Peaceful Warrior

Millman es un gimnasta joven que dice tenerlo todo: talento, cuerpo, mujeres. De manera curiosa conoce a ‘Sócrates’ y comienzan una extraña relación en donde él promete entrenarlo para que logre aquello que tanto deseas, calificar para el equipo olímpico. Con sus reservas Millman accede a todas las condiciones que se le imponen y comienza su entrenamiento.

Con el nuevo entrenamiento la actitud de Millman cambia, está cansado y menos concentrado. Parece no poder terminar ni su rutina en las argollas y culpa a Sócrates por todo lo malo que le ha ocurrido. Enojado viaja en motocicleta y tiene un accidente que le destroza la pierna.

Sin saber que va a ser de su vida ahora que perdió lo único que tenía Millman se aísla en su tristeza hasta que un acontecimiento lo hace volver a Sócrates y se da cuenta que el entrenamiento no es físico, es mental / espiritual.

A partir de entonces los dos se fijan una meta, que vuelva a competir. Trabajan cuerpo y mente, es ahí dónde se da cuenta de lo egoísta y arrogante que solía ser; de lo poco que prestaba atención a su alrededor y que la fuerza física y la perfección de sus movimientos se trabajan también con la mente.

Se disculpa por sus malos comportamientos, por ser mal amigo, adquiere nuevos hábitos. Aunque parecía que lo volvería a perder todo porque su coach no creyó en él. Gracias a todo lo que aprendió, logra tener un gran desempeño en las eliminatorias, se siente bien y es feliz. Adopta todos los conocimientos que Sócrates le mostró y comprende que lo maravilloso de la vida no es llegar a donde queremos, sino disfrutar todo lo que sucede en el camino. Y se da cuenta que no fue una extraña casualidad el haberse encontrado con aquel extraño hombre, como Sócrates le dijo: “tú me buscaste”.

A veces ambicionamos lo incorrecto y solemos basar nuestra felicidad en cosas que no perduran. Cuando anhelamos cosas superficiales o pasajeras vamos a sufrir, o porque nunca llegamos a tener eso o porque lo tenemos y se terminó y ya no sabemos qué hacer. Dejar las cosas egoístas que engrandezcan nuestro orgullo y ego, y recordar que estamos aquí para servir a los demás.

La cinta refuerza esa trillada frase de: “la belleza está en las cosas pequeñas”. Detenerte a disfrutas todo lo que te rodea, ser consciente de ti mismo y, lo más difícil, tener una mente atenta. Creo que lo más complejo es despejar la mente de las cosas “basura” que nos nublan de todo el potencial del que nos estamos perdiendo.

La enseñanza es el ser honesto con uno mismo, a no tener miedo y que de nada sirve estancarte en el pasado ni querer alcanzar el futuro. Dedicar el pensamiento consciente a las cosas que estamos haciendo; paso por paso, movimiento por movimiento te llevará al mejor resultado. Lo importante es: yo, aquí, ahora.

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