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Pedagogía, de Immanuel Kant


Enviado por   •  18 de Abril de 2015  •  Ensayo  •  1.057 Palabras (5 Páginas)  •  175 Visitas

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Pedagogía, de Immanuel Kant

Immanuel Kant tiene fama de haber sido un excelente profesor, volcado con su docencia. Como parte precisamente de sus obligaciones estaba la de impartir algunos cursos sobre la materia Pedagogía que fueron rescatados por apuntes de algún alumno y que hoy conocemos como un opúsculo llamado precisamente así, Pedagogía, que tiene cierta fama en el área de la Teoría de la Educación. Se trata de unas pocas páginas que se leen en apenas unas horas, densas, casi telegráficas en algunos momentos, a las que la edición española de la editorial Akal que recoge la traducción de Luzuriaga, añade unos apéndices extraídos de otros lugares de la edición crítica de la Obra Completa del filósofo. De hecho, yo me voy a referir a esta versión: Immanuel Kant, Pedagogía, Akal, Madrid, 2003 (3ªedición).

Kant parte de la afirmación de que sólo el hombre puede ser educado. Si un hombre no fuera educado, hipotéticamente, tan solo desarrollaría su animalidad, señala, es decir, su parte instintiva. Así, el filósofo establece una separación tajante entre el hombre y el animal aunque no niega en ningún momento la animalidad existente en el hombre ni lo físico, que ha de ser objeto de crianza y cuidados y sometido a cierta disciplina. Básicamente, lo que establece esta línea divisoria es la razón, por lo que el texto de Kant sostiene un racionalismo que ensalza la cualidad por la que el hombre debe hacerse capaz (gracias a la educación) de asir las riendas de su voluntad, de razonar lo que hace, lo cual es sinónimo, dice, de actuar moralmente.

Éste es el mayor logro de la educación que pasa por momentos anteriores que son presupuestos por él pero que han de ser superados, que son preparatorios. Por ejemplo, la instrucción. Es decir, el niño debe aprender leyes, “civilidad”, comportamiento en sociedad, buenas maneras, pero sólo como paso previo al desarrollo de su razón, la cual le hará capaz de desear la ley (la máxima) por sí misma, independientemente de los premios o castigos asociados a ella o de la costumbre o las normas y convenciones sociales. Tanto es así que incluso a la religión se llega por la moralidad y no al revés. Es más importante una razón que establezca el amor y deseo de actuar acorde con una máxima moral (aunque dentro de su típico formalismo Kant apenas indica contenidos materiales morales) que el ser llevado a ello por la fe en un Dios. El movimiento en la religión es, como digo, contrario, en la línea de la religión natural ilustrada, que hace de Dios una especie de recurso para la razón y la moral, lo cual como es bien sabido, fue de hecho un tópico de la razón práctica kantiana.

En general la pedagogía kantiana no se entiende sin su sistema filosófico. Es necesario tener en mente, como señala Fernández Enguita en el prólogo de la edición que manejamos, su división entre fenómeno y noúmeno que pone éste último la base de la libertad humana y la moralidad, así como presupone a Dios y el alma. Es en los supuestos de la razón práctica y la antropología kantiana, con una fuerte y muy evidente influencia

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