Peña Nieto
Enviado por marinaka • 7 de Mayo de 2013 • 1.955 Palabras (8 Páginas) • 280 Visitas
es un asnoEdad Antigua
Imagen de Nefertiti maquillada
La primera prueba arqueológica del uso de cosméticos se encontró en el Antiguo Egipto, alrededor del año 4000 a. C.
Polvo para la cara "Kissproof" de 1926 de la colección permanente del Museo del Objeto del Objeto.
Se sabe que los antiguos griegos y romanos también usaban cosméticos.
La mitología nos dice que Venus y Palas o Minerva se disputaron un día el premio de la hermosura. Venus estuvo por largo tiempo en el tocador para ataviarse, consultó el espejo, volvió a componer sus cabellos y arregló la vivacidad de su color por medio de los afeítes. Minerva nada de todo hizo, ni se miraba en el metal del espejo ni en las aguas y para dar color a su rostro no se valió sino de una buena corrida por el campo como hacían las jóvenes lacedemonias que tenían la costumbre de hacer este ejercicio por la orilla del Eurotas.
A excepción de la cerusa y el antinomio que se conocían como cosméticos desde muy antiguo, todos los afeites usados por las mujeres eran tomados del reino animal y vegetal. El primer cosmético rojo que usaron las mujeres de la antigüedad fue el musgo llamado orchilla Lischen roscella, de Linneo, con el que se prepara el tornasol. Este musgo se llamaba antiguamente fucus, nombre con el cual se vino con el tiempo a indicar todo tipo de cosmético. Se servían igualmente de ciertas plantas tintóreas, particularmente de la Anchusa tinctoria. Del reino animal, se servían del aesypum, extracto procediente del sudor de los carneros que se adhiere a su lana, bien purificado y se servían del estiércol de los cocodrilos de Egipto pulverizado, de cuya sustancia se servían para curar ciertas enfermedades de la piel y para hacer desaparecer las manchas.
Entre las mujeres de la antigüedad la saliva era uno de los principales ingredientes de sus afeites. A fin de que la saliva fuese olorosa, la esclava encargada de prepararlos tomaba todas las mañanas unas pastillas preparadas para este efecto. Antes de comenzar a desleir el afeite echaba su aliento sobre un espejo de metal y le presentaba a su señora, para manifestarle que su saliva era pura y aromática.
Unas cejas negras formando un semicírculo perfecto reuniéndose en lo alto de la nariz, son consideradas en Oriente como una parte principal de la belleza de una mujer y asimismo era también una circunstancia de la belleza de las antiguas mujeres griegas y romanas. Las mujeres turcas en sus harenes ocupaban horas enteras en pintarse las cejas y las pestañas con un polvo negro que llaman surmé. Las romanas de distinción tenían esclavas únicamente encargadas de esta parte del tocador. El polvo de que se servían era de galena, de plomo o de bismuto llamado en griego stimmé y en latín stibium y le aplicaban con dos punzones o agujas encorvadas en la punta.
Poppea, esposa de Nerón, había inventado un cosmético particular que debía conservar la pastosidad y la delicadeza de la piel, y que se llamó poppeana de haberle ella inventado. Consistía en una pasta de miga de de pan mojada en leche de burra, con la cual se cubría toda la cara antes de acostarse. Durante la noche esta pasta se secaba, de manera que por la mañana la cara de estas mujeres había de tener el aspecto de un un barrado de yeso lleno de grietas. Así es que Juvenal hablando detalladamente en su sátira 6.3 de esta pasta la llama lectorium. Además se servían también de otra composición de arroz y de harina de habas para desarrugar la piel y ponerla lisa. Por la mañana, después de haber levantado con esponjas esta costra que cubría la cara, se lavaban con leche de burra todavía caliente.
Entre los antiguos la leche de burra servía no solo para restahlecer el pulmón, sino también para dar frescura a la piel, acerca cuya propiedad había las opiniones mas singulares. Plinio en el lib. XXVIII. de su Historia natural habla de la leche de burra como de un excelente cosmético y con este motivo cita la superstición de algunas mujeres que se lavaban la cara con ella todos los días muchas veces. El mismo autor en su libro XI y muchos otros escritores refieren que Poppea se hacía seguir en sus viajes de una recua de quinientas burras para poderse bañar en su leche.1
[editar]Edad Moderna
Geisha maquillada de forma tradicional.
Del siglo XVI data un anónimo escrito en castellano titulado «Manual de mujeres en el cual se contienen muchas y diversas recetas muy buenas», que contiene numerosas recomendaciones sobre la fabricación de cosméticos.2
En el siglo XIX, la reina Victoria declaró el maquillaje públicamente descortés. Se veía como algo vulgar que solo usaban los actores y las prostitutas.3 En la época de la Segunda Guerra Mundial, los cosméticos tenían una aplicación común en el este (aunque estaban vetados en la Alemania nazi).
En Japón, las geishas usaban lápices labiales hechos a partir de pétalos aplastados de cártamo para pintarse las cejas y las comisuras de los ojos al igual que los labios. También usaron como base de maquillaje barras de cera bintsuke, una versión más suave de la cera depilatoria de los luchadores de sumo. Pasta blanca y polvos coloreaban el rostro y la espalda; el ojo se delineaba con rouge, que también definía la nariz. Los dientes se coloreaban con pintura negra para la ceremonia cuando las maiko (aprendices de geishas) se graduaban y se volvían independientes.
Muchos pueblos americanos actuales, Wayúu, (Venezuela y Colombia), Emberá (Colombia y Panamá), usan tinturas vegetales para adornar la cara y otras partes del cuerpo. Con frecuencia el maquillaje no cumple una función meramente estética sino de protección, contra el polvo, la radiación solar, el viento, etc., que puede evolucionar hacia un uso estético.
[editar]Definición legal
El Reglamento Europeo 1223/2009 define a los productos cosméticos como: toda sustancia o mezcla destinada a ser puesta en contacto con las partes superficiales del cuerpo humano (epidermis, sistema piloso y capilar, uñas, labios y órganos genitales externos) o con los dientes y las mucosas bucales, con el fin exclusivo o principal de limpiarlos, perfumarlos, modificar su aspecto, protegerlos,
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