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Politica.


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2013  •  Informe  •  1.216 Palabras (5 Páginas)  •  214 Visitas

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Dentro de los miles de años de historia, el hombre ha ejercido política, en un primer momento simplemente reconociendo una autoridad, más adelante aplicando leyes, luego poco a poco formando la idea de Estado, soberanía, democracia y bien común. Situados en este contexto, quisiera formular y reflexionar en torno a la siguiente pregunta. ¿Es lícito la mentira y el engaño en política? Mentira y engaño son palabras fuertes y su acción es aún mayor. Grandes filósofos como Platón en su obra “La República” y Nicolás Maquiavelo en su obra “El Príncipe” han sabido abordar este tema, respondiendo a la gran interrogante y la que a su vez nos convoca en este ensayo. ¿En qué circunstancias se justifica que los políticos mientan y engañen? Tanto Platón como Maquiavelo justifican la mentira, en su uso por los gobernantes en función de la integridad de la ciudad y por el ejercicio del poder. “Será lícito el ejercicio de la mentira en los gobernantes de la ciudad, quienes podrán utilizarla para engañar a los enemigos o a los ciudadanos, en beneficio de la ciudad misma.” Mentira y engaño son contrarias al bien, opuestas a la verdad, y lejanas a la virtud. Por lo mismo, la verdad debe primar siempre, y ante cualquier circunstancia, especialmente en lo político donde el bien común debe velar por el beneficio de los ciudadanos y no para el beneficio de los propios gobernantes.

Platón, en sus escritos, nos da a entender la importancia de la virtud, considerando a la justicia como excelencia y sabiduría. “El alma justa cumplirá su función y vivirá bien”. En el diálogo desarrollado entre Sócrates y Trasímaco en el libro I de “La República”, se aborda el tema de la justicia. Trasímaco afirma que la vida del injusto es más feliz que la del justo. Sócrates hace una distinción muy importante y que nos da la clave de su respuesta ante lo expuesto por Trasímaco: justicia como virtud, injusticia como vicio. Quizás, la vida del injusto es más fácil que la del justo, es optar por el camino rápido y cómodo. En cambio, el justo opta por la puerta estrecha, esa que implica de un arduo trabajo y recta voluntad para poder actuar en vista de la virtud, de la justicia, para así realizar el bien. Ahora tenemos que pensar en las consecuencias del obrar con justicia, y de las del obrar con injusticia. Una persona justa, actúa virtuosamente, es decir logra su realización personal, se siente satisfecho de si mismo, encuentra la verdad, la felicidad. En el caso contrario, la persona injusta, actúa guiado por sus vicios, ambiciones. Es un actuar egoísta y que busca el gozo en placeres mundanos, que son momentáneos, que no trascienden hacia un fin que llena nuestra alma, sino que cada vez la vacía más, encontrándose en un mundo sin sentido. De la misma manera como Sócrates plantea las verdaderas ventajas del actuar justo, con verdad, del actuar virtuoso, ¿no debería aplicarse también en la autoridad al ejercer política? ¿No debería ser el gobernante el primer y principal ejemplo de virtud en su actuar con el pueblo? Al mentir estamos cometiendo una injusticia con el otro. Siguiendo la lógica de Sócrates, la mentira es contraria a la virtud porque es un vicio, por lo tanto la mentira es contraria a la justicia, y es contraria a la verdad. Todo vicio perjudica al hombre, lo desvía del camino de la virtud, de la verdad, de la felicidad. “Si la justicia es sabiduría y virtud, fácilmente se mostrará, creo, que también es más fuerte que la injusticia; ya nadie puede ignorar eso.”

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