Por Que No Soy Cristiano
Enviado por paolithar • 21 de Octubre de 2013 • 5.531 Palabras (23 Páginas) • 341 Visitas
Por que no soy cristiano, Bertrand Russelll.
Título original en inglés: "WHY I AM NOT CRISTIAN"
1.- POR QUÉ NO SOY CRISTIANO
Como ha dicho su presidente, el tema acerca del cual voy a hablar esta noche es «Por
qué no soy cristiano». Quizás sería conveniente, antes que todo, tratar de averiguar lo que
uno quiere dar a entender con la palabra «cristiano». En estos días, la emplean muy ligeramente
muchas personas. Hay quienes entienden por ello la persona que trata de vivir virtuosamente.
En tal sentido, supongo que habría cristianos de todas las sectas y credos; pero
no creo que sea el sentido adecuado de la palabra, aunque sólo sea por implicar que toda la
gente que no es cristiana —todos los budistas, confucianos, mahometanos, etc.—, no trata
de vivir virtuosamente. Yo no entiendo por cristiano la persona que trata de vivir decentemente,
de acuerdo con sus luces. Creo que debe tenerse una cierta cantidad de creencia definida
antes de tener el derecho de llamarse cristiano. La palabra no tiene ahora un significado
tan completo como en los tiempos de San Agustín y Santo Tomás de Aquino. En
aquellos días, si un hombre decía que era cristiano, se sabía lo que quería dar a entender. Se
aceptaba una colección completa de credos promulgados con gran precisión, y se creía cada
sílaba de esos credos con todas las fuerzas de las convicciones de uno.
¿QUÉ ES UN CRISTIANO?
En la actualidad no es así. Tenemos que ser un poco más vagos en nuestra idea del cristianismo.
Creo, sin embargo, que hay dos cosas diferentes completamente esenciales a todo
el que se llame cristiano. La primera es de naturaleza dogmática; a saber, que hay que creer
en Dios y en la inmortalidad. Si no se cree en esas dos cosas, no creo que uno pueda llamarse
propiamente cristiano. Luego, más aún, como el nombre implica, hay que tener alguna
clase de creencia acerca de Cristo. Los mahometanos, por ejemplo, también creen en
Dios y en la inmortalidad, pero no se llaman cristianos. Creo que hay que tener, aunque sea
en una proporción mínima, la creencia de que Cristo era, si no divino, al menos el mejor y
el más sabio de los hombres. Si no se cree eso acerca de Cristo, no creo que se tenga el derecho
de llamarse cristiano. Claro está que hay otro sentido que se encuentra en el Whitakers
Almanack y en los libros de geografía, donde se dice que la población del mundo está
dividida en cristianos, mahometanos, budistas, fetichistas, etc.; y en ese sentido, todos nosotros
somos cristianos. Los libros de geografía nos incluyen a todos, pero en un sentido
puramente geográfico, que supongo podemos pasar por alto. Por lo tanto, entiendo que
cuando yo digo que no soy cristiano, tengo que decir dos cosas diferentes; primera, por qué
no creo en Dios ni en la inmortalidad; y segunda, por qué no creo que Cristo fuera el mejor
y el más sabio de los hombres, aunque le concedo un grado muy alto de virtud moral.
De no haber sido por los triunfantes esfuerzos de los incrédulos del pasado, yo no haría
una definición tan elástica del cristianismo. Como dije antes, en los tiempos pasados, tenían
un sentido mucho más completo. Por ejemplo, comprendía la creencia en el infierno. La
creencia en el fuego eterno era esencial de la fe cristiana hasta hace muy poco. En este país,
como es sabido, dejó de ser esencial mediante una decisión del Consejo Privado, de cuya
decisión disintieron el Arzobispo de Canterbury, y el Arzobispo de York; pero, en este país,
nuestra religión se establece por Ley del Parlamento y, por lo tanto, el Consejo Privado pudo
imponerse a ellos, y el infierno ya no fue necesario al cristiano. Por consiguiente no insistiré
en que el cristiano tenga que creer en el infierno.
LA EXISTENCIA DE DIOS
La cuestión de la existencia de Dios es una cuestión amplia y seria, y si yo intentase
tratarla del modo adecuado, tendría que retenerles aquí hasta el Día del Juicio, por lo cual
deben excusarme por tratarla en forma resumida. Saben, claro está, que la Iglesia Católica
ha declarado dogma que la existencia de Dios puede ser probada mediante la razón sin ayuda.
Este es un dogma algo curioso, pero es uno de sus dogmas. Tenían que introducirlo
porque, en un tiempo, los' librepensadores adoptaron la costumbre de decir que había tales
y cuales argumentos que la razón podía esgrimir contra la existencia de Dios, pero que, claro
está, ellos sabían, como cuestión de fe, que Dios existía. Los argumentos y las razones
fueron expuestos con gran detalle y la Iglesia Católica comprendió que había que ponerles
coto. Por lo tanto, estableció que la existencia de Dios puede ser probada por la razón sin
ayuda, y dieron los argumentos para probarlo. Son varios, claro está, pero sólo citaré unos
pocos.
EL ARGUMENTO DE LA PRIMERA CAUSA
Quizás el más fácil y sencillo de comprender es el argumento de la Primera Causa. (Se
mantiene que todo cuanto vemos en este mundo tiene una causa, y que al ir profundizando
en la cadena de las causas llegamos a una Primera Causa, y que a esa Primera Causa le damos
el nombre de Dios.)
Ese argumento, supongo, no tiene mucho peso en la actualidad, porque, en primer lugar,
causa no es ya lo que solía ser. Los filósofos y los hombres de ciencia han estudiado la
causa y ésta ya no posee la vitalidad que tenía; pero, aparte de eso, se ve que el argumento
de que tiene que haber una Primera Causa no encierra ninguna validez. (Puedo decir que
cuando era joven y debatía muy seriamente estas cuestiones en mi mente, había aceptado el
argumento de la Primera Causa, hasta el día en que, a los 18 años, leí la Autobiografía de
John Stuart Mill, y hallé allí esta frase: «Mi padre me enseñó que la pregunta '¿Quién me
hizo?' no puede responderse, ya que inmediatamente sugiere la pregunta '¿Quién hizo a
Dios?'. ,.Esa sencilla frase me mostró, como aún pienso, la falacia del argumento de la Primera
Causa. Si todo tiene que tener alguna causa, entonces Dios debe tener una causa. Si
puede haber algo sin causa, igual puede ser el mundo que Díos, por lo cual no hay validez
en ese argumento. Es exactamente de la misma naturaleza que la opinión
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