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Presagios Funestos (Codice Florentino)


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2012  •  Trabajo  •  906 Palabras (4 Páginas)  •  598 Visitas

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comenzaron a verse estas señales, mas la cuenta quedicen de doce casas fue el año de 1517, dos años antes que los españolesllegasen a esta tierra.

El segundo prodigio,

señal, agüero o abusión que los naturales de Méxicotuvieron, fue que el templo del demonio se abrasó y quemó, el cual lellamaban el templo de Huitzilopuchtli, sin que persona alguna le pegasefuego, que está en el barrio de Tlacateco. Fue tan grande este incendio ytan repentino, que se salían por las puertas de dicho templo llamaradasde fuego que parecía llegaban al cielo, y en un instante se abrasó y ardiótodo, sin poderse remediar cosa alguna "quedó deshecho", lo cual,cundo esto acaeció, no fue sin gran alboroto y alterna gritería, llamandoy diciendo las gentes: "¡Ea Mexicanos! venid a gran prisa y con prestezacon cántaros de agua a apagar el fuego", y así las más gentes quepudieron acudir al socorro vinieron. Y cuando se acercaban a echar elagua y querer apagar el fuego, que a esto llegó multitud de gentes,entonces se encendía más la llama con gran fuerza, y así, sin ningúnremedio, se acabó de quemar todo.

Presagios Funestos (Codice Florentino)

El tercer prodigio

y señal fue que un rayo cayó en un templo idolátrico quetenía la techumbre pajiza, que los naturales llamaban Xacal, el cualtemplo los naturales llamaban Tzonmolco, que era dedicado al ídoloXiuhtecuhtli, lloviendo una agua menuda como una mullisma cayó delcielo sin trueno ni relámpago alguno sobre el dicho templo. Lo cualasimismo tuvieron por gran abusión, agüero y prodigio de muy malaseñal, y se quemó y abrasó todo.

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El cuarto prodigio

fue, que siendo de día y habiendo sol, salieron cometasdel cielo por el aire y de tres en tres por la parte de Occidente "quecorrían hasta Oriente", con toda fuerza y violencia, que iban desechandoy desapareciendo de sí brasas de fuego o centellas por donde corríanhasta el Oriente, y llevaban tan grandes colas, que tomaban muy grandistancia su largor y grandeza; y al tiempo que estas señales se vieron,hubo alboroto, y asimismo muy gran ruido y gritería y alarido degentes.

El quinto prodigio

y señal fue que se alteró la laguna mexicana sin vientoalguno, la cual hervía y rehervía y espumaba en tanta manera que selevantaba y alzaba en gran altura, de tal suerte, que el agua llegaba abañar a más de la mitad de las casas de México, y muchas de ellas secayeron y hundieron; y las cubrió y del todo se anegaron.

El sexto prodigio

y señal fue que muchas veces y muchas noches, se oíauna voz de mujer que a grandes voces lloraba y decía, anegándose conmucho llanto y grandes sollozos y suspiros: ¡Oh hijos míos! del todo nosvamos ya a perder... e otras veces decía: Oh hijos míos ¿a dónde os podréllevar y esconder. . . ?

El séptimo prodigio

fue que los laguneros

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