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Principios Urbanismo


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2013  •  3.998 Palabras (16 Páginas)  •  316 Visitas

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LOS NUEVOS PRINCIPIOS DEL URBANISMO

François Ascher

Si ya es un hecho más que probable que nuestra sociedad será recordada en la historia como la de los profundos cambios conllevados por las tecnologías de la comunicación y por el transporte, la ciudad y el urbanismo no serán menos. Podemos repetir que es un hecho evidente, pero muchas veces es difícil entender qué sucede realmente. François Ascher trata de darnos una visión más precisa, reveladora y crítica de esta realidad, con una serie de principios que revisan la “filosofía” y los métodos de lo que considera un urbanismo ya desfasado y contraproducente. Ya de entrada resulta paradójico que nos presente una revolución contra la autoridad y el centralismo ideológico del urbanismo moderno con una obra en la que destaca la palabra “principios”, pero no debemos confundirnos con ésta, pues en ningún momento falta la visión crítica ni aparece el pensamiento axiomático. Recapitula de buena forma el paradigma actual del territorio y de la ciudad, con un espíritu optimista y visionario ante la evolución del urbanismo en relación a lo social, lo económico y, cómo no, las nuevas tecnologías.

CAPÍTULO 3: La tercera revolución urbana moderna

1. Más allá de la ciudad:

La palabra “metapolización” ya nos hace intuir una visión más allá de la ciudad. Las ciudades y el territorio han cambiado radicalmente, de una forma tan natural, gradual y paralela al proceso de evolución de las tecnologías y de la economía de los mercados que es imposible darse cuenta en el día a día. La velocidad incesante aportada por los medios de transporte, la libertad de elección y dosificación gracias a los sistemas de almacenamiento de bienes, información y personas; el individualismo y la capacidad de “ser libres en compañía” como resultado del continuo desarrollo de los medios de comunicación; la hibridación o intento de supervivencia entre multinacionales y pequeños comerciantes… todo ello ha ido desdibujando los límites entre las ciudades, los pueblos y el territorio, dando lugar a la metápolis, la ciudad de ciudades. Vivimos en sistemas extensos y discontinuos en los que todo está a un paso (real o virtual), heterogéneos y multipolarizados en los todo tiene un sentido y a la vez no lo tiene. Lo que está claro es que para intervenir en la transformación de estos sistemas “caóticos” de ciudad -o de habitar- ya no sirven las reglas rotundas y generalizadas heredadas del urbanismo moderno, pues el único proceso seguro es que todo va cambiando. Entonces, ¿cómo intervenir en el caos?

2. Una nueva forma de movernos:

El desarrollo tecnológico de los medios de transporte han cambiado profundamente la forma de vida de las personas, en cuanto a velocidad y elección individual se refiere, y el esquema de organización radiocéntrica de las ciudades. Los ciudadanos se adaptaban a los horarios de transporte público, pues los horarios de trabajo eran homogéneos y estandarizados, y de esta forma se generaba un orden y un buen funcionamiento de “la comunidad”. Pero la sociedad ya no responde a un sentimiento de comunidad en el sentido estricto de la palabra, pues se ha ido generando –o destapando- una realidad social basada en la diversidad y libertad de elección de intereses y gustos gracias a las comodidades de las nuevas tecnologías. Las empresas y multinacionales ofrecen servicios a todas horas, los horarios de vida y comercio se han ido abriendo hasta completar las 24 horas del día y la noche, y a toda hora ocurre algo en la ciudad. Ahora ya no sólo nos movemos en masa para trabajar, sino que necesitamos transportarnos a los múltiples lugares de la ciudad y del territorio en los que queremos estar presentes y, a ser posible, eligiéndolos según nuestros intereses. Pero si todos esos acontecimientos van ocurriendo de forma espontánea, continua y a veces coincidiendo en el tiempo pero no en el espacio, la respuesta de los transportes públicos debe ser más compleja y no según un orden rígido de recorridos y horarios. Aquí reside la complejidad de movernos en ciudades multipolarizadas, en el intento de prever y funcionar ante la incertidumbre.

3. La ciudad y “yo”:

La autonomía del ciudadano, que no de la ciudad, es la nueva forma de vida. Este nuevo mundo interconectado, tanto territorial como virtualmente, nos ofrece un sinfín de oportunidades y de metas que podemos marcarnos con total libertad. Supuestamente, podemos elegir por donde movernos, con quien movernos, con quien comunicarnos, cómo comunicarnos, qué hacer, dónde, cómo… las nuevas tecnologías nos han abierto muchas ventanas y aún se espera, y se sabe, que nos las seguirá abriendo. Esto ha dado lugar a una diversificación de intereses, de gustos y, a resumidas cuentas, de grupos sociales que revelan la verdad sobre lo global: que no existe. Pero no existe desde la rotundidad y el centralismo anticuado, desde unas reglas y una ciudad igual para todos. Sí debe haber una ciudad para todos, pero no igual, y sólo podrá conseguirse desde la propuesta de cambio continuo y la mediación con la incertidumbre. Los servicios públicos ahora deben responder a las necesidades de los ciudadanos y a mis necesidades, a las necesidades de los cambiantes y diversos intereses públicos y a las de los privados. Todo esto parece arriesgado, enmarañado, pero el urbanismo ha de tratar de encontrar los medios que las mismas tecnologías que provocan todos estos cambios nos ofrecen. Si con estos nuevos medios, que deberán verse reinventados una y otra vez, se consigue deconstruir esta maraña social para entender sus múltiples componentes y más tarde reconstruirla con un orden que responda a las necesidades de todos, entonces el urbanismo funcionará. Pero no será fácil, habrá que ir cambiando los medios una y otra vez, en base a los previos.

4. Democracia electrónica:

Esta fuerza y espíritu por la individualidad tiene una cara oculta, oscura para el urbanismo moderno y los sistemas políticos “vigentes”, y reveladora para el neourbanismo de Ascher. Al mismo tiempo, la libertad de elección y la diversidad son el logro de la nueva sociedad de las tecnologías, pero ¿qué ocurre con quienes no tienen acceso a éstas? Son las dos realidades sociales que no se suben al carro de la metapolización. Por un lado, si es necesario un cambio continuo y revisión de los medios del urbanismo, también lo es en la política. Un sistema de gobierno y administración que represente a una sociedad diversa y cambiante no puede ser único, general y centralista, sino que debe ir cambiando e integrando a todos esos múltiples y diferentes actores de la ciudad. Las jerarquías políticas inalterables son inviables si se quiere conseguir una verdadera

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