REVISION DE PRESABERES
Enviado por veriyeyito • 18 de Febrero de 2013 • 562 Palabras (3 Páginas) • 532 Visitas
Se trata de una historia escrita en 1969 llamada “El etnógrafo”, e incluida en su Elogio de la Sombra (Borges, 1994:367-368). No conozco una pieza que sintetice, de una forma tan plena, económica y llena de percepciones, lo que le significó a la antropología esa revolución del trabajo de campo. Por supuesto, este evento fundacional se les imputa, entre otros, al físico y matemático polaco trocado en etnógrafo Bronislaw Malinowski, y al físico y geógrafo judío alemán Franz Boas, fundador de la antropología de los Estados Unidos (Jarvie, 1984). En este punto, debo darle un crédito a una gran antropóloga colombiana ya fallecida, Nina S. de Friedeman. Fue ella quien, ya hace muchos años, me indicó la extraordinaria pertinencia de este cuento de Borges. Gracias a ella se publicó “El etnógrafo” por primera vez, en una muy vieja edición del Magazín Dominical que publicaba por entonces El Espectador.
La historia del etnógrafo trata de las peripecias de un joven aspirante a la profesión de antropólogo, que Borges bautizó como Fred Murdock. “Nada singular había en él”, nos cuenta Borges de Murdock, “ni siquiera esa fingida singularidad que es propia de los jóvenes”. Y agrega: “Naturalmente respetuoso, no descreía de los libros ni de quienes escriben los libros. Era suya esa edad en que el hombre no sabe aún quién es y está listo a entregarse a lo que le propone el azar: la mística del persa o el desconocido origen del húngaro, las aventuras de la guerra o el álgebra, el puritanismo o la orgía”.
En virtud de su carácter de novicio en la profesión, Murdock debía someterse al ritual iniciático del trabajo de campo. De esta forma, su profesor le propuso que se fuera a vivir entre los indígenas de una reserva del oeste de los Estados Unidos.
Debía observar cuidadosamente los ritos esotéricos de los indígenas y descubrir el secreto que sus brujos revelan a los iniciados. Murdock, dice Borges, aceptó con alacridad. Uno de sus ancestros había muerto en las guerras con los indios de la frontera, y ahora era su oportunidad para regresar. Primero, debía ser aceptado por los descendientes de esa estirpe que antes guerreó con los miembros de su propia estirpe. Tanto lo logró, que Murdock se empeñó en un largo trabajo de campo. Como que vivió en las praderas, “entre muros de adobe o a la intemperie”, por más de dos años.
Durante ese lapso de tiempo, Murdock, y con una venia le devuelvo la palabra a Borges, “se levantaba antes del alba, se acostaba al anochecer, llegó a soñar en un idioma que no era el de sus padres. Acostumbró su paladar a sabores ásperos, se cubrió con ropas extrañas, olvidó los amigos y la ciudad, llegó a pensar de una manera que su lógica rechazaba. Durante los primeros meses de aprendizaje tomaba notas sigilosas, que rompería después, acaso para no despertar la suspicacia de los otros, acaso porque ya no las precisaba.
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