Raíz
Enviado por rodrigocorrea • 22 de Octubre de 2014 • Tesis • 625 Palabras (3 Páginas) • 194 Visitas
Raíz[editar]
De las cinco acepciones principales que la RAE le da a "juglar", dos (recogidas también en el diccionario de teatro de Gómez García), insisten en su condición de artista de atracciones: "espectáculo a cambio de dinero u otras cosas comida, alojamiento, etcs". También señalan los académicos la sinonimia entre juglar y pícaro y, antiguamente, con trovador y poeta.
Por su parte, el semiólogo francés Patrice Pavis, se hace eco del sentido que en muchos países europeos se le da a "juglar" como "malabarista" («bateleur», en francés; «juggler», en inglés; y «gaukler», en alemán). De ahí que juglar sea un término genérico en el que se incluyan farsantes, charlatanes, saltimbanquis, feriantes, acróbatas, (e incluso barberos, dentistas y amaestradores de animales, en el medio histórico-medieval).
Juglares y trovadores[editar]
De modo muy esquemático, suele asociarse al trovador con el autor (creador), y al juglar con el actor (intérprete).2 ambos se sintetizarían en la cultura musical del siglo XX con la imagen del cantautor.
Así pues, detrás del juglar —o en su origen— ha de situarse la personalidad del trovador occitano y catalán, o el «minnesänger» alemán.nota 1 La conclusión más definidora de la diferencia entre juglar y trovador, parece evidente: el primero necesita un público y pertenece al ámbito teatral del espectáculo, el segundo (el trovador en su concepto de origen) no necesita público y se encuadra en el ámbito literario.3
Juglaresca y poesía épica[editar]
Al sector más cultivado de la juglaresca se le debe la conservación de un rico tesoro, transmitido en forma de tradición oral, 4 y que puede abarcar, en un sentido muy amplio, desde la poesía épica medieval hasta la poesía cortesana pre-renacentista.nota 2
Como herencia de la Europa medieval, el juglar aparecería como punto fijo (o parte del paisaje) en el «Pont Neuf» de París o en la Plaza de San Marcos veneciana. Muchas veces, su espectáculo (una auténtica performance física y lúdica) fue gratuito, como reclamo o anuncio callejero para invitaciones de aristócratas o grandes señores, entre los que a menudo se encontraban los eclesiásticos más ricos y poderosos. Así, fueron mencionados en la Estoria de España, a finales del siglo X, 'invitados' a las bodas de las hijas del Cid, y en diversos pasajes de otras grandes Crónicas europeas y muy variadas obras anónimas de la alta y baja Edad Media.5
"Luego al otro día casi de madrugada,
levantóse la dama ricamente adornada,
tomó una viola buena y bien templada,
y salió al mercado a tocar por soldada.
Comenzó unos ritmos y unos sones tales
que gran dulzor traían y eran naturales;
henchíanse de hombres aprisa los portales,
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