Recreación de un texto clásico.
Enviado por Gus Pineda • 22 de Mayo de 2016 • Ensayo • 813 Palabras (4 Páginas) • 388 Visitas
Recreación de un texto clásico.
Asterión
Pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez:
arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión.
i. m. Jorge Luis Borges.
Y si Ariadna, tú Teseo siguió tus fieles e inteligentes ordenes de amarrar aquel pequeño ovillo de hilo a su talón y el otro extremo del ovillo amarrado en la entrada de mi infinita morada, mi laberinto…. ¡Oh! Y aún fue tan estúpido para hablar con nuestro padre-Minos- y contigo afuera de mi laberinto donde lo que se dice entra y en un eco resuenan todas las palabras dichas por quien sea; tú hablabas con Teseo acerca de cómo podría regresar del laberinto y de lo que sucedería después entre ustedes, mientras que Teseo y nuestro padre hablaban con potentes palabras, diciendo de mí; fatalidades, convirtiéndome en un monstruo, sin darse cuenta de que los monstruos son otros… No fui yo quien desato la ira del majestuoso Poseidón, para que me convirtiese en minotauro, tampoco fui yo quien mando al mismísimo Dédalo a construir una infinita cárcel envuelta en un infinito laberinto, ni tampoco fui yo quien mato a nuestro hermano Androgeo para que la ciudad de Atenas me rindiera un tributo cada nueve años con 7 hombres y 7 vírgenes, aunque hoy medito sobre la eternidad monstruosa de la mente del ser humano.
Y sí, es cierto que me acusan de soberbia, de misantropía y quizá de locura, pero tales acusaciones falsas, quedarán desvanecidas en el universo cuando la humanidad abra los ojos estúpidos que tiene y se dé cuenta de que el soberbio, misántropo y loco es otro… ¿Sera que no entiendo al humano porque soy mitad toro y mitad humano? O bien ¿El estar tanto tiempo aislado del humano me ha abierto los ojos? Fuere lo que fuese, Ariadna, amada hermana mía, no espero que comprendas las palabras que te impregno a los oídos, ni espero que entiendas lo que un hombre-animal piensa, solo espero que mi libertad ahora se respete.
Nunca creí que alguien fuese tan valiente como fue Teseo, para enfrentarme, pero a su valentía sucumbió ante su soberbia, ¡oh y como es alguien tan estúpido para querer venir a mi laberinto, que yo conozco mejor que nadie, a querer arrancarme la cabeza de mi cuerpo! A lo lejos escuchaba poderosas respiraciones, que confundían mi oído, pues nunca nadie respiraba como lo hacía Teseo, tan seguro, tan soberbio, tan valiente, sus pasos firmes, enervantes y prodigiosos dignos de un gran héroe, pero su inteligencia no fue lo suficientemente digna para poder, desde antes, predecir que como Asterión nadie conoce el laberinto de Creta, deje que el recorriera todos los abrevaderos, patios, aljibes, y todas las galerías inmersas en el laberinto, lo confundía con bufidos que lo hacían recorrer los mismos lugares más de tres veces, jugué con el tanto que al poco tiempo me canse, y no te engaño Ariadna, tu misma, si hubieses estado en mi lugar, hubieras podido oler aquel miedo que se desprendía del cuerpo de Teseo, un miedo que olía más fuerte que el campo de asfódelos y era tan potente como el rugir de un trueno de Zeus, y cuando el disipo mi silueta se enfrentó como sólo un gran héroe lo haría, pero el miedo ya lo había comido por completo y sus intentos de arrancarme con un potente espadazo la cabeza fueron en vano, lo embestí con una fuerza tan brutal, que en el suelo tirado se quedó, en realidad no quería lastimarlo, no quería quedar como una bestia, pero mi condición de hombre-animal hizo que el golpe fuera mortal para Teseo, quería que el contemplara y meditara en el laberinto, sobre el humano, sobre sus acciones, de cómo había perecido el humano ante el mismo, como yo ya lo había hecho !Oh pero el golpe, oh la maldición¡, ¡oh mitad toro mitad humano, mitad inconsciente mitad consiente!
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