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Resumen Dante


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2014  •  2.277 Palabras (10 Páginas)  •  266 Visitas

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Inicia, el último canto del Infierno, con la única frase en latín de todo el primer libro: significa "las insignas del rey del Infierno avanzan" y es una cita del celebre himno de Venancio Fortunato, donde en lugar de las insignas de la vera cruz, por las cuales fue compuesta entrando después en la liturgia de la Semana Santa, Dante agrega "inferni", para introducir solemnemente la visión de Lucifer.

Dice entonces Virgilio que las insignas, entendidas como los signos, del rey de los ínferos avanzan hacia ellos, y por lo tanto invita a Dante a mirar hacia adelante para verlo. Dante cree ver una especie de edificio, como un molino que de noche aparece en medio de la niebla. Un fuerte viento hace estremecer al poeta que usa como escudo a su guía, porque no había otra roca, es decir no había donde protegerse.

Mirando alrededor Dante ve la más aterradora desolación, tanto que el Dante-narrador también tiembla al "poner en metro", es decir al componer la poesía: las sombras de los condenados estaban todas cubiertas en el hielo, y se transparentaban como paja de vidrio. De estas almas algunas están echadas en el suelo, otras rectas con la cabeza hacia arriba o hacia abajo, otras como un arco, con la cabeza doblada en los pies. Probablemente a cada una de estas posiciones corresponde un distinto grado de culpa, pero Dante no da explicación alguna: los condenados están petrificados y callados, ninguno es señalado por Dante ni por Virgilio. Solo más tarde (en el v. 117) se sabrá que esta zona del noveno círculo es la Judeca, que toma el nombre de Judas Iscariote. No está claro, por falta de indicios, si aquí están castigados los traidores hacia la Iglesia y el Imperio o aquellos más genéricamente hacia sus benefactores. Solo tres sumos pecadores serán nombrados en boca del Diablo y de aquellos se intentó saber cual es la culpa de los otros.

Cuando los dos están lo suficientemente cerca para ver la criatura que tuvo el bello semblante, Virgilio se corre de delante de Dante y le deja la visual libre diciéndole: "He aquí Dite, y aquí el lugar donde importa que de fortaleza te armes".

Dante espera entonces un momento para describir la visión culminante del Infierno y para crear expectativas en el lector interpone primero algunas sensaciones: se quedahelado y sin voz, pero el lector es mejor que no pregunte, porque todo discurso sería poco, es decir que cualquier palabra sería insuficiente. Dante dice que no morí y no quedéme vivo (se diría hoy "medio muerto"), y que el lector ya puede imaginar que quiere decir quedarse sin vida y muerte.

Dante ve a Lucifer como un emperador decaído, que está confinado en el hielo hasta el pecho. Es un derrotado hecho impotente por Dios, por lo tanto es también ridiculizable por los hombres: Giotto lo pintó obeso en la Capilla de los Scrovegni (1306), en tanto que Dante lo usará como escalera. Su inmóvil enormidad le hace pensar en los Gigantes del canto XXXI, justamente con ellos Dante lo compara, usándose a si mismo como término de comparación: hay más proporción entre un gigante y él, que entre un gigante y los brazos de Lucifer, calculando entonces con aproximación una altura total de Satanás de un kilómetro y medio.

Si el hubiese sido bello (antes de rebelarse) cuanto es ahora de feo y alzó las cejas (es decir se rebeló) contra su Creador, en lugar de ser agradecido por la belleza que él le había donado, ahora es bien natural que de él proceda todo mal.

Gran estupor generan en Dante las tres caras monstruosas del demonio: una central roja, las otras blanco-amarilla (la de la derecha) y negra (la de la izquierda) (como aquella de los que vienen del valle del Nilo, es decir los etíopes) se reunían detrás de la nuca, donde algunos animales tiene la cresta. Además de la connotación de los colores, no del todo descifrada (quizás una antítesis al blanco, verde y rojo de las tres virtudes teologales, la Fe, la esperanza, y la caridad), las tres caras serían el castigo de Lucifer: como él aspiraba a ser Dios, ahora es una monstruosa parodia del opuesto a la Trinidad. Si las características divinas son la divina potestad, / la suma sabiduría y el primer amor (Inf. III, vv. 5-6), aquellas de Satanás serían entonces, por contraste, impotencia, ignorancia y odio.

Bajo cada cara bajan dos grandes alas proporcionadas con el enorme pájaro (metáfora del cuerpo de Lucifer). Dante confiesa no haber visto nunca alas así y que no tenían plumas, eran parecidas a las de murciélago. Las tres copias de alas son también características de los ángeles Serafines, los más cercanos a Dios, del cual pertenecía también Lucifer. De estas alas tienen origen tres vientos que hielan todo el Cocito. El particular de las alas y de las tres caras (antítesis de la Santísima Trinidad) son las únicas concesiones al monstruoso Satanás de Dante: están ausentes todos los elementos grotescos (cuernos, colas de serpiente, garras articuladas etc) típicos de las contemporáneas representaciones literarias e iconográficas (se piense al diablo de los mosaicos del Baptistero de San Juan que Dante conocía muy bien).

A las tres caras corresponden seis ojos lacrimosos y tres mentes que gotean llanto y la sangrienta baba: así porque de cada boca cuelga un condenado, por un total de tres.

En el de adelante, las mordidas no contaban nada en comparación con los arañazos que el Diablo le infringía sobre la espalda. Virgilio lo indica como Judas Iscariote, con la cabeza en la boca y las piernas que salen hacia afuera. Los otros dos son Marco Junio Bruto, en la cabeza izquierda negra, que se retuerce pero no habla, el otro es Casio Longino membrudo, es decir robusto (sobre el atributo de su grandeza quizás Dante se confunde con Lucio Casio, seguidor de Catilina, citado por Cicerón).

En los tres sumos traidores Dante quiso golpear a aquellos que atentaron contra los dos máximos poderes, ambas preordenados por Dios como guías de la humanidad para llegar a la felicidad terrena y a la del otro mundo. Judas traicionó a Jesús del cual deriva la autoridad de los papas y Bruto y Casio traicionaron a Julio César, el "primer sumo príncipe", fundador de la autoridad imperial querida por la providencia. El castigo infligido al primero es más grave porque el poder espiritual y el fin de la bendición celeste sobresalen sobre el poder temporal y el fin de la felicidad terrena.

Dante no cita la trivialidad, presente en cambio en muchas obras de pintura ya citadas, como en Giotto, del diablo que 'evacua' a los pecadores para después volver a atormentarlos.

Mientras los dos retoman el camino Dante pide a Virgilio si, antes de dejar definitivamente el Infierno, puede solucionarle

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