Resumen De SUMMERHILL
Enviado por 25nm • 6 de Marzo de 2014 • 4.220 Palabras (17 Páginas) • 907 Visitas
CAPITULO 1. La escuela de Summerhill
Es una escuela fundada en 1921 en Suffolk, Inglaterra. Sus alumnos tienen entre 5 y 15 años de edad. Es una escuela con internado. Tiene unos cincuenta alumnos. La escuela se caracteriza porque los niños no tienen que realizar actividades obligatorias. Hay profesores y horarios de clase pero los alumnos asisten si quieren. Tampoco hay normas que no hayan sido acordadas por la asamblea del colegio, formada por alumnos y profesores, en la que todos tienen el mismo voto (a excepción de normas obligatorias por la ley inglesa). El autor expone su filosofía de la educación: el niño es un ser bondadoso, es sensato y realista de manera innata y se desarrollará hasta donde llegue su potencial si se le deja “entregado a sí mismo, sin sugestiones de ninguna clase por parte de los adultos” (p. 20). Los niños que llegan de otras escuelas pasan unos meses aprovechando la posibilidad de no asistir a clase, luego enseguida asisten voluntariamente, porque les interesan las clases. Aunque no todas las clases son asignaturas, hay además talleres de muchos tipos. Desde los catorce años de edad los niños que quieren ir a la Universidad empiezan a prepararse en serio para pasar los exámenes, pero siempre según su propia voluntad.
El personal del colegio no impone nada a los alumnos, las normas se acuerdan entre todos y no hay autoridad de los adultos hacia los niños. Las clases son por la mañana, los profesores tienen que asistir a clase, pero no así los alumnos, que pueden hacer lo que quieran. Por las tardes tienen actividades: taller de alfarería, taller de metales y carpintería, cine, charla de psicología, grupos de lectura, danza, ensayos de teatro y asamblea general. También estas actividades son totalmente libres. Los padres que llevan a sus hijos a Summerhill tienen que estar muy seguros de compartir su filosofía educativa. Tienen una asamblea general los sábados en la que se tratan los conflictos entre alumnos y también con los profesores. El autor afirma que las peleas son muy pocas en comparación con otras escuelas, sin embargo no hay normas que prohíban agredir. Todo se discute en la asamblea aunque nadie puede imponer castigos, sólo la asamblea. La convivencia es buena en la escuela, a pesar de que no reúne las mejores condiciones de espacio. Las normas de seguridad – por ejemplo, no pueden montar en bici fuera del recinto de la escuela si son menores de once años- las deciden los alumnos en asamblea (el autor no explica que sucede si los alumnos deciden una norma que les pone objetivamente en peligro).
Neill considera que la educación normal es sólo educación intelectual que deja a un lado la educación emocional, la capacidad creadora del alumno. Se les enseña a saber pero no a sentir. Cree que enseñarles a leer, escribir y contar es suficiente, todo lo demás debe consistir en herramientas, arcilla, deportes, teatro, pinturas y libertad. La juventud tiene el derecho a jugar constantemente, el trabajo escolar les convierte en viejos. Al niño corriente no le interesan las materias que se estudian en el colegio, la prueba que proporciona el autor es que los nuevos alumnos que llegan a su escuela, normalmente porque han fracasado en otras, suelen decir: “¡Bravo! ¡No me obligarán a aprender aritmética y otras pesadeces!”. Además le parece que los estudiantes con una capacidad media que con mucho esfuerzo llegan a la universidad y se convierten en maestros, médicos o abogados – a los que denomina mediocres, sin imaginación e incompetentes-, habrían hecho mejor en ser mecánicos, albañiles o policías. No explica por qué cree que sería así. En síntesis, el autor afirma que la presión que los padres y los maestros ejercen sobre los niños les produce un daño emocional y crea muchos males sociales, que la civilización en que vivimos es coercitiva y una buena escuela que eduque en serio (no se refiere a la suya) no va a vencer esos daños de la personalidad infantil.
La educación libre, como la denomina el autor, estimula el espíritu aventurero. Por eso muchos de sus ex alumnos han viajado por el mundo, muchos de ellos han elegido profesiones con algún rasgo de creatividad o artístico, otros se han dedicado a cosas prácticas como la carpintería, otros han fracasado en sus vidas personales – seguramente como en cualquier otra escuela -. El autor se dedica además a dar “lecciones particulares” a sus alumnos que consisten en charlas al lado de la chimenea. Son sesiones de una especie de terapia psicoanalítica. Su finalidad es la liberación emocional de sus alumnos, que consiste en que dejan de ser desgraciados tras sus terapias, pero no se dirigen a ayudarles a aprender. Eso no lo considera importante. El autor dice ser el símbolo del padre para sus alumnos y que por tanto cada alumno proyecta sobre él el odio hacia su padre y hacia su esposa el amor hacia su madre. Que las niñas sean amables o ariscas en la preadolescencia, dentro de su escuela, depende de que su anterior escuela y su madre hayan sido muy autoritarias o no, y por este motivo el autor dice que: “toda crítica contra mí la traducía como una crítica contra el padre. Toda acusación contra mi esposa, hacía ver que era una acusación contra la madre. Procuraba que el análisis fuera objetivo; entrar en honduras subjetivas hubiera sido desleal para los niños” (p. 50). Por otra parte, el funcionamiento social de esta escuela es una democracia pura (aunque no en cuanto a su regulación legal): el voto de un alumno de cinco años tiene el mismo valor que el del Director de Summerhill, incluso para decidir cuando se aplica un castigo a otro alumno. Pone el ejemplo de una votación sobre si los alumnos podían fumar en la escuela o no, aunque pensaba que no debían, los alumnos votaron que sí, porque de todos modos iban a fumar a escondidas y una norma “cínica” era contraria a la filosofía del lugar (no había un límite de edad, podían fumar los niños de cinco años si querían). A los alumnos que incumplen alguna “ley” de la escuela los denomina delincuentes, “offenders”. El funcionamiento real de la escuela, como organización, no es de esa forma, el autor es el director y su esposa la gerente. Un ejemplo de la educación en Summerhill es el siguiente:
“En una ocasión presenté una moción para que se suprimieran por ley los insultos, y tenía mis razones. Estaba enseñando la escuela a una mujer con su hijito, un posible alumno. De pronto llegó escaleras arriba un adjetivo muy fuerte. La madre cogió apresuradamente a su niño y se fue muy deprisa. ¿Por qué- pregunté en la asamblea- han de sufrir mis ingresos a causa de que algún estúpido [alguno de sus alumnos] lance un juramento delante del padre de un posible alumno? No es una cuestión moral en absoluto; es simplemente una cuestión financiera” (p.
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