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Resumen Etica Para Amador


Enviado por   •  21 de Agosto de 2011  •  2.902 Palabras (12 Páginas)  •  1.492 Visitas

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CAPÍTULO PRIMERO: DE QUE VA LA ÉTICA

Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para aprender una destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un puesto de trabajo y ganarse la vida.

Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si quieres, pero se vive. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir.

En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir por cuenta que nos trae.

Sin embargo, a veces las cosas no son tan sencillas: ciertas drogas, por ejemplo, aumentan nuestro brío o producen sensaciones agradables, pero su abuso continuado puede ser nocivo. En unos aspectos son buenas, pero en otras malas: nos convienen y a la vez no nos convienes. La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra y enemista a las personas, pero a veces parece que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla.

Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a que debemos hacer. Algunas aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o serenidad de ánimo no vale nada.

En su medio natural, cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él, sin discusiones ni dudas.

Diferencia entre hombre y animales. Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad los animales no tienen más remedio que ser tal como son y hacer lo que están programados naturalmente para hacer. Los hombres también estamos programados por la naturaleza. Estamos hechos para beber agua, no lejía, y a pesar de todas nuestras precauciones debemos morir antes o después. Y de modo menos imperioso pero parecido, nuestro programa cultural es determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje que le da forma. Somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento, leyendas...; en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras. Todo ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles.

Cierto que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero también cierto que no estamos obligados a querer hacer una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a la libertad:

Primera: no somos libres de elegir lo que nos pasa, sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo.

Segunda: ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad que la omnipotencia. Por ello, cuanta más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Hay cosas que dependen de mi voluntad (y eso es ser libres) pero no todo depende de mi voluntad (sería omnipotente), porque en el mundo hay otras voluntades y otras necesidades que no controlo a mi gusto.

En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra fuerza.

A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética. De ello, si tienes paciencia, seguiremos hablando en las siguientes páginas de este libro.

La libertas no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Si o No. En su brevedad instantánea, como a luz de relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana.

CAPÍTULO SEGUNDO: ÓRDENES, COSTUMBRES Y CAPRICHOS.

Vamos a detallar la serie de diferentes motivos que tienes ara tus comportamientos matutinos. Ya sabes lo que es un motivo: es la razón que tienes o al menos crees tener para hacer algo, la explicación más aceptables de tu conducta cuando reflexionas un poco sobre ella. La mejor respuesta que se te ocurre a la pregunta ¿Por qué hago eso? Pues bien, uno de los tipos de motivación que reconoces es el de que yo te mando que hagas tal o cual cosa. A estos motivos les llamaremos órdenes. O también el ver que tú alrededor todo el mundo se comporta así habitualmente: llamaremos costumbres a este tipo de motivos. Los puntapiés a la lata, por ej, el motivo parece ser la ausencia de motivo, el que apetece sin más, la pura gana, llamado capricho. Dejo de lado los motivos más crudamente funcionales, es decir los que te inducen a aquellos gestos que haces como puro y directo instrumento para conseguir algo.

Cada uno de esos motivos inclina tu conducta en una dirección u otra, explica más o menos tu preferencia por hacer lo que haces frente a las otras muchas cosas que podrías hacer.

Levantarte para ir al colegio es más obligatorio que lavarte los dientes o ducharte. Cada tipo de motivo tiene su propio peso y condiciona a su modo. Las órdenes sacan su fuerza del miedo, el afecto, la confianza, por tu bien. Las costumbres en cambio vienen más de la comodidad no contraria a otros, y a las modas. Las órdenes y las costumbres tienen una cosa en común: parece que vienen de fuera, que se imponen sin pedirte permiso, los caprichos te salen de dentro.

Solo disponemos de cuatro principios de moral:

1. El filosófico: haz el bien por el bien mismo, por respeto a la ley.

2. El religioso: hazlo porque es la voluntad de Dios, por amor a Dios.

3. El humano: hazlo porque tu bienestar lo requiere, por amor propio.

4. El político: hazlo porque lo requiere la prosperidad de la sociedad, por amor a la sociedad y por consideración a ti.

CAPÍTULO TERCERO: HAZ LO QUE QUIERAS.

Todo esto tiene que ver con la cuestión de la libertad, que es el asunto del que se ocupa propiamente la ética. Libertad es poder decir sí o no; lo hago o no lo hago, digan lo que digan mis jefes o lo demás; esto me conviene y lo quiero, aquello no me conviene y no lo quiero. Libertad es decidir, y darte cuenta de que estas decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar.

Nunca una acción es buena sólo por ser una orden, una costumbre o un capricho. Nadie puede ser libre en mi lugar, es decir: nadie puede dispensarme de elegir y de buscar por sí

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