Resumen Lope De La Vega
Enviado por HessSancg • 2 de Mayo de 2013 • 1.083 Palabras (5 Páginas) • 480 Visitas
Lope de Vega
FUENTEOVEJUNA
Personas que hablan en ella:
La reina ISABEL de Castilla
El REY Fernando de Aragón
Rodrigo Téllez Girón, MAESTRE de la Orden de Calatrava
Fernán Gómez de Guzmán,
COMENDADOR Mayor de la Orden de Calatrava
Don Gómez MANRIQUE
Un JUEZ
Dos REGIDORES de Ciudad Real
ORTUÑO, criado del Comendador
FLORES, criado del Comendador
ESTEBAN, Alcaide de Fuenteovejuna
ALONSO, un regidor de Fuenteovejuna
Otro REGIDOR de Fuenteovejuna
LAURENCIA, labradora de Fuenteovejuna, hija de Esteban
JACINTA, labradora de Fuenteovejuna
PASCUALA, labradora de Fuenteovejuna
JUAN ROJO, labrador
FRONDOSO, labrador
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MENGO, labrador gracioso
BARRILDO, labrador
LEONELO, Licenciado en derecho
CIMBRANO, soldado
Un MUCHACHO
LABRADORES y LABRADORAS
MÚSICOS
ACTO PRIMERO
Salen el COMENDADOR, FLORES y ORTUÑO,
criados
COMENDADOR: ¿Sabe el maestre que estoy
en la villa?
FLORES: Ya lo sabe.
ORTUÑO: Está, con la edad, más grave.
COMENDADOR: Y ¿sabe también que soy
Fernán Gómez de Guzmán?
FLORES: Es muchacho, no te asombre.
COMENDADOR: Cuando no sepa mi nombre,
¿no le sobra el que me dan
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de comendador mayor?
ORTUÑO: No falta quien le aconseje
que de ser cortés se aleje.
COMENDADOR: Conquistará poco amor.
Es llave la cortesía
para abrir la voluntad;
y para la enemistad
la necia descortesía.
ORTUÑO: Si supiese un descortés
cómo le aborrecen todos
--y querrían de mil modos
poner la boca a sus pies--,
antes que serlo ninguno,
se dejaría morir.
FLORES: ¡Qué cansado es de sufrir!
¡Qué áspero y qué importuno!
Llaman la descortesía
necedad en los iguales,
porque es entre desiguales
linaje de tiranía.
Aquí no te toca nada;
que un muchacho aún no ha llegado
a saber qué es ser amado.
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COMENDADOR: La obligación de la espada
que se ciñó, el mismo día
que la cruz de Calatrava
le cubrió el pecho, bastaba
para aprender cortesía.
FLORES: Si te han puesto mal con él,
presto lo conocerás.
ORTUÑO: Vuélvete, si en duda estás.
COMENDADOR: Quiero ver lo que hay en él.
Sale el MAESTRE de Calatrava y acompañamiento
MAESTRE: Perdonad, por vida mía,
Fernán Gómez de Guzmán;
que agora nueva me dan
que en la villa estáis.
COMENDADOR: Tenía
muy justa queja de vos;
que el amor y la crïanza
me daban más confïanza,
por ser, cual somos los dos,
vos maestre en Calatrava,
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yo vuestro comendador
y muy vuestro servidor.
MAESTRE: Seguro, Fernando, estaba
de vuestra buena venida.
Quiero volveros a dar
los brazos.
COMENDADOR: Debéisme honrar;
que he puesto por vos la vida
entre diferencias tantas,
hasta suplir vuestra edad
el pontífice.
MAESTRE: Es verdad.
Y por las señales santas
que a los dos cruzan el pecho,
que os lo pago en estimaros
y como a mi padre honraros.
COMENDADOR: De vos estoy satisfecho.
MAESTRE: ¿Qué hay de guerra por allá?
COMENDADOR: Estad atento, y sabréis
la obligación que tenéis.
MAESTRE: Decid que ya lo estoy, ya.
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COMENDADOR: Gran maestre, don Rodrigo
Téllez Girón, que a tan alto
lugar os trajo el valor
de aquel vuestro padre claro,
que, de ocho años, en vos
renunció su maestrazgo,
que después por más seguro
juraron y confirmaron
reyes y comendadores,
dando el pontífice santo
Pío segunda sus bulas
y después las suyas Paulo
para que don Juan Pacheco,
gran maestre de Santiago,
fuese vuestro coadjutor:
ya que es muerto, y que os han dado
el gobierno sólo a vos,
aunque de tan pocos años,
advertid que es honra vuestra
seguir en aqueste caso
la parte de vuestros deudos;
porque, muerto Enrique cuarto,
quieren que al rey don Alonso
de Portugal, que ha heredado,
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por su mujer, a Castilla,
obedezcan sus vasallos;
que aunque pretende lo mismo
por Isabel don Fernando,
gran príncipe de Aragón,
no con derecho tan claro
a vuestros deudos, que, en fin,
no presumen que hay engaño
en la sucesión de Juana,
a quien vuestro primo hermano
tiene agora en su poder.
Y así, vengo a aconsejaros
que juntéis los caballeros
de Calatrava en Almagro,
y a Ciudad Real toméis,
que divide como paso
a Andalucía y Castilla,
para mirarlos a entrambos.
Poca gente es menester,
porque tienen por soldados
solamente sus vecinos
y algunos pocos hidalgos,
que defienden a Isabel
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y llaman rey a Fernando.
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