SUICIDIO

"Si se admite que el suicidio es un crimen, sólo la cobardía puede impulsarnos a él. Si no es un crimen, tanto la prudencia como el valor nos obligan a desembarazarnos de la existencia cuando ésta se convierte en una carga."(Humé)

Humé era un Filósofo apartado de las corrientes que consideran la actividad contemplativa como algo sólo susceptible de ser realizado en la tranquilidad y aislamiento que proporciona la soledad.

Humé Frente al suicidio critica en él la superstición por medio de la cual las religiones intentan mantener al hombre alejado de tal acto, sino que, siempre con su genial estilo, abunda en lo absurdo de los argumentos que lo prohíben. Así, cuando se argumenta que el suicidio es pecado porque la vida humana pertenece a Dios, quien ha de disponer de ella como mejor le parezca, Humé realiza una pregunta sarcásticamente por qué, entonces, no lo es también el intentar conservarla con medios tales como la medicina o la farmacología, los cuales influyen contra la voluntad divina. Ligado a este argumento va el de que nosotros no podemos disponer de la propia vida, sino que ha de hacerse la voluntad de Dios. A lo que Humé responde que el propio acto del suicidio constituye igualmente una manifestación de tal voluntad, pues, ¿por qué habría de escaparse de lo que todo lo gobierna? «Tampoco mi muerte, aunque sea voluntaria, tiene lugar sin su consentimiento» (Humé), nos dice.

Un último argumento que se rebate es el que se refiere al suicidio como manera de privar a la sociedad de un miembro útil que podría contribuir al bienestar general: Humé discute que quien se retira de la vida no hace mal a nadie, sólo deja de producir un bien a la sociedad, bien que, al terminarse la reciprocidad (pues él ya no recibirá nada de aquélla) es prescindible. Además, afirma: “no estoy obligado a hacer un pequeño bien a la sociedad, si ello supone un gran mal para mí”.

Humé apoya en que si nosotros estamos pasando por un muy mal momento en que no en centramos salida, o pues la única que aparece es la de suicidarse, él la apoya porque nada nos obliga a estar en ella, si es nuestra decisión y la respeta; ¿Para que seguir en un mundo si vamos a estar insatisfechos con lo que tenemos, y nos seguiremos quejando de todo lo que pasa? Lo importante no es la cantidad de vida, sino su calidad. La naturaleza nos ha dejado la salida libre, y los que piensan que el hombre no debe quitarse la vida nos cierran el camino de la libertad; lo que sobre todo da valor a la vida, es la actitud de la persona en su recorrido, una actitud que ha de ser de dueño, no de siervo, de dominador, no de dominado: La dignidad. Y si el hombre es el artífice, el gobernante de su vida, también el suicidio habrá de ser un acto de gobierno, no el resultado de una pasión enfermiza. Ha de haber una prudencia, una sabiduría en el suicidio, que nos evite al mismo

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