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Sistemas Eticos


Enviado por   •  31 de Mayo de 2014  •  2.432 Palabras (10 Páginas)  •  527 Visitas

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Sistemas Éticos

Introducción

Se entiende por sistema ético un conjunto de valores, normas y criterios de actuación que dirigen nuestra vida. Aquí veremos dos de los sistemas éticos que se han dado. En principio los clasificaremos en éticas materiales o éticas de los bienes o de los fines. Estas éticas indican qué debe hacerse para alcanzar la felicidad, pero este «deber» no hay que entenderlo como una obligación absoluta, sino más bien como una recomendación: si quieres ser feliz debes seguir este camino; si no, ¡allá vos! En este sentido se oponen a otras éticas, por ejemplo, las llamadas éticas formales o éticas del deber o de la obligación. Las éticas formales son aquellas que no otorgan ningún contenido concreto a su fundamento, sino que se fijan sólo en la forma que tiene el hombre de actuar, de hacer, y no en lo que hace.

Hemos visto que nuestras elecciones se basan en último término en unos valores que aceptamos como tales. Los valores morales nos indican aquello que consideramos bueno y, por ello, creemos que nuestros actos deben estar de acuerdo con ellos. Si consideramos que la tolerancia es un valor moral, debemos respetar y no marginar aquellas personas que sean distintas o que no piensen como nosotros. Todas las jerarquías de valores dependen finalmente de aquello que se considere el bien más importante de todos. En nuestra sociedad vemos personas para las que los bienes materiales tienen una importancia más fundamental que para otros, para quienes, por ejemplo, la solidaridad es primordial, y al revés. En líneas generales, aquellos valores que uno considera fundamentales condicionan su forma de actuar en todos los campos.

A lo largo de la historia, ha habido filósofos que se han dedicado a reflexionar sobre estos temas: ¿qué es lo mejor que podemos hacer?, ¿qué es lo moralmente bueno o malo?, ¿con qué criterios debemos dirigir nuestros actos?, ¿por qué debemos actuar moralmente bien?, etc. Este tipo de estudios constituyen la parte de la filosofía llamada ética. Normalmente, para responder a este tipo de cuestiones, los filósofos se plantean en primer lugar qué es el bien, para deducir de ahí qué acciones o, mejor, qué manera de ser y de actuar pueden considerarse buenas, es decir, qué tipo de vida hay que llevar. Las investigaciones éticas, en definitiva, se ocupan de reflexionar sobre los fundamentos de la vida moral.

EL HEDONISMO: SOY FELIZ CUANDO SIENTO PLACER

El iniciador de la teoría fue Aristipo nació en Cirene en el año 435 a.C. y murió en el 350. Estudió las obras de los sofistas y luego se trasladó a Atenas. Allí se transformó en discípulo de Sócrates.

Luego de la muerte de Sócrates, fundó una escuela de Filosofía en su ciudad natal. A diferencia de su maestro, Aristipo cobraba sumas considerables por sus enseñanzas.

Al igual que Platón —pero con mejor suerte— visitó a Dionisio, tirano de Siracusa. Éste lo distinguió brindándole una vida lujosa e importantes retribuciones económicas. Sin embargo, Aristipo no pretendió intervenir allí en cuestiones de estado. Siempre mantuvo distancia de la actividad política, incluso en su ciudad natal. Decía que se consideraba un extranjero hasta en su propia tierra.

De los sofistas heredó una gnoseología escéptica: «Sólo podemos estar seguros de las sensaciones.» Consideraba incognoscibles a las cosas tal como son en sí mismas. Por eso no podía sostener como ideal de vida la racionalidad y la Ciencia. Por el contrario, era partidario de basar la vida en las impresiones, único dato seguro. Si nos atenemos a lo que éstas nos dicen, encontraremos que el bien es el placer y que sólo él puede servir como medida para juzgar los demás valores. El placer es un "movimiento suave", a diferencia del dolor que es un "movimiento áspero". Para conseguir el placer hace falta sabiduría y prudencia. Ellas señalan al hombre lo que le conviene, enseñándole a evitar no sólo el dolor sino también aquellos placeres que son causa de dolor. No hay entonces peor mal que la ignorancia.

Sin embargo, si el placer es individual, ¿por qué los hombres se reúnen y viven en sociedad? A este fenómeno Aristipo lo explica por el placer que le genera al individuo el relacionarse con el prójimo. 1.

El hedonismo (del griego hedoné, placer, gozo, ) es una concepción ética que considera que la consecución del placer determina el valor moral de la acción. De esta manera el hedonismo identifica el bien con el placer, que pasa a ser considerado como el fin último que persigue la acción humana. Podemos distinguir dos grandes grupos de hedonistas: los cirenaicos y los epicúreos. Los cirenaicos (llamados así porque el iniciador de la teoría fue Aristipo de Cirene) consideraron que el bien era el placer, y el mal, era el dolor. La naturaleza, decían, nos ha dado un criterio claro para distinguir la acción buena de la mala: si nos produce una sensación placentera, es que obramos bien; si nos la produce dolorosa, es que obramos mal. Las sensaciones consisten en movimientos que se dan en nosotros (externos, como una caricia, o internos, como una emoción): los suaves son agradables; los violentos, dolorosos. Muchas veces empiezan agradablemente y después se violentan. De ahí que haya placeres que después produzcan dolores. Por supuesto que hay que buscar el placer del presente, puesto que el pasado ya está pasado y el futuro es incierto. De todos modos, hay que tener cierta previsión y, por eso, hay que potenciar aquellos que no vayan seguidos de dolor. Los placeres sensibles (comida, bebida, sexo, etc.) son importantes, pero son los que más fácilmente se convierten en dolor cuando se cometen excesos, cosa que no ocurre con los espirituales (el equilibrio mental, la amistad). Hay que gozar, sí, pero nunca debemos perder el autocontrol convirtiéndonos en esclavos de los placeres. Para los epicúreos (nombre que proviene de su fundador Epicuro de Samos, que vivió entre el 341 y el 270 a.C.), el placer consiste más en la tranquilidad, es decir, en la ausencia de dolor, que en una sensación positiva proveniente de una agitación del cuerpo o del espíritu, como creían los cirenaicos. Los epicúreos distinguen el placer estático, que es justamente el estado de tranquilidad, sin ninguna clase de dolor, y los placeres cinéticos, que consisten en un movimiento o variación de estado. Así, cuando tenemos hambre, cuando sentimos un malestar, comemos (placer cinético) hasta que ya no sentimos hambre (placer estático). Si seguimos comiendo, podemos sentir un nuevo placer cinético, pero éste,

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