Sistemas Eticos
Enviado por jrey.cabrera • 5 de Septiembre de 2012 • 2.059 Palabras (9 Páginas) • 863 Visitas
SISTEMAS ÉTICOS
EL RELATIVISMO SOFISTA
En el siglo V a. C., en plena efervescencia democrática ateniense, aparecen los sofistas, maestros ambulantes – o mejor “profesionales” de la enseñanza – desarraigados, forasteros en todas las ciudades, sabios que venden su saber, por lo que merecerán la dura calificación de Platón: “prostituidores del espíritu”. Enseñan, cobrando a los jóvenes pudientes: derecho, política, lingüística, retórica. Critican las costumbres, la religión, las instituciones e introducen en la sociedad el relativismo al enseñar el discurso doble, o sea, saber discutir el “SÍ y el “NO” de una misma cuestión.
Los sofistas fueron algunos de los primeros pensadores griegos en estudiar las costumbres, los problemas culturales y las leyes morales.
Adoptaron una postura antropocéntrica (el centro es el hombre) y relativista: Todas las cosas están basadas en una convención alcanzada entre personas, por lo tanto, la ley, la moral, etc... Es algo modificable, cambiable y está sujeta a discusión e interpretación. Hay cosas que son “justas” por naturaleza (es justo que prevalezca el derecho del más fuerte), y hay cosas que son “justas” por ley (es justo que sea castigado el que quebrante la ley de la ciudad, pero sólo será castigado si hay testigos de esa acción). Derecho, Estado, Sociedad, Ley, Moral, ¿qué son? La respuesta es muy simple: un pacto entre ciudadanos.
Principales ideas:
En resumen, los sofistas la principal idea que defienden en el ámbito de la ética es el relativismo moral. Según esta idea no existe un bien universal, sino que la idea de bien depende de cada época o de cada cultura.
Protágoras, sofista importante, acuñará el lema que les caracteriza:
“el hombre es la medida de todas las cosas”. El hombre es la medida y de él depende toda moral: “homo mensura”. La virtud no es algo interior, sino la
“habilidad” con que el sofista o su alumno candidato a la erótica del poder, persuade a sus conciudadanos para que acepten unas razones que él sabe presentar como buenas para el Estado. La virtud es el éxito político o social. Según los sofistas, la verdad y el error, lo justo o lo injusto, la bondad o la maldad son aspectos relativos y variables, porque para cada persona es buena lo que ella estima como bueno y malo lo que ella estima como malo.
EL INTELECTUALISMO MORAL SOCRÁTICO
Sócrates (S. V a. C.) no escribió nada, pero conocemos su pensamiento a través de Platón, su discípulo. Vivió y murió defendiendo la verdad. Sócrates fue «como un tábano, aguijoneando las espléndidas ancas del caballo blanco que era Atenas, para que ésta estuviese siempre tensa hacia los valores individuales y sociales». Es considerado el creador de la ética occidental, pues planteó sus cuestiones fundamentales y los métodos para resolverlas.
Sus principales ideas éticas son:
- La verdad está en el interior de los hombres y por eso los métodos para descubrirla son: La reflexión sobre sí mismo (“Conócete a ti mismo”) y el diálogo. Sócrates llama a su método “mayéutica” (arte de las comadronas) que es el arte de dar a luz la verdad.
- Mediante un método inductivo, Sócrates pretende alcanzar la definición de los conceptos morales (el bien, la justicia, la piedad,...). Los conceptos morales definidos a través de este método no son sólo válidos para cada hombre sino que son universales. Sócrates por tanto, se opone al relativismo moral de los Sofistas. En Sócrates encontramos el germen de una ética universal.
-Para Sócrates sólo si sabemos qué es el bien podremos practicarlo.
Esta teoría recibe el nombre de intelectualismo moral. Según esta teoría saber y virtud se identifican. El hombre que conoce el bien no puede ser malo. Diríamos hoy: “más educación y menos cárceles”. Es imposible obrar mal a sabiendas, sólo los ignorantes hacen el mal. Estaba convencido de que el hombre, convenientemente enseñado, podía adquirir la virtud.
-Para Sócrates, lo mismo que después para Platón, el valor primordial es la virtud, por la que merece la pena morir. Para ser feliz es necesario obrar bien, es decir actuar según la virtud (virtud = felicidad). Por lo tanto,
Sócrates pensaba que las leyes del Estado son sagradas, divinas porque son manifestaciones de la justicia: “yo digo que lo que es legal, es justo”. Así pues, las leyes naturales y positivas están en el mismo plano. El valor de las leyes no proviene de los ciudadanos sino de ese carácter sagrado, divino, aceptado y reconocido por mi propia conciencia. La ley busca el bien general y cuando alguien viola esta ley, busca su bien particular:
“violar una ley es siempre una injusticia” y la ley hay que cumplirla siempre, aunque nos cueste la vida, porque lo exige la razón. La virtud es
“la perfección del espíritu hasta el máximo, no el logro de dinero o de poder”. La virtud reside dentro de uno mismo, por eso proclama la supremacía de los derechos y deberes de la conciencia. Quien obra según la luz de la conciencia obra correctamente. La nitidez intelectual coincidía con la rectitud ética. “Saber” equivale a “ser” bueno (intelectualismo socrático), por eso, acuñará la primera de todas las tesis optimistas: “no hay hombres malos, sino simplemente ignorantes”. Libertad y autodominio. El hombre es libre cuando sabe dominar sus instintos; el verdaderamente esclavo es aquel que no sabe dominarlos y se convierte en víctima de ellos.
Este proceso de autocontrol lleva a la “autonomía” del individuo como tal.
La felicidad.- El hombre que vence los instintos, es un hombre que vive feliz. La felicidad no puede venir de las cosas externas, ni del cuerpo, sino sólo del alma, porque ésta, y sólo ésta, es la esencia del hombre. El alma es feliz cuando está ordenada, es decir, cuando es virtuosa. Para Sócrates,
“quien es virtuoso, ya sea hombre o mujer, es feliz; el injusto y el malvado son infelices”. Se constata pues, la dimensión ético-práctica que transmite el pensamiento socrático: el hombre encuentra la felicidad en la práctica de las virtudes, en la realización del bien, en una recta conducta moral basada en la justicia. La verdad, decía Sócrates, está dentro de uno mismo desde
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