SÍNTESIS DE SOCRATES

Síntesis de Sócrates

Para Sócrates, el ser humano es “naturaleza” y “espíritu”; la naturaleza física, corporal, se basa en los apetitos (necesidades) y su satisfacción, los cuáles son un tanto dispersos o caóticos. La única cualidad humana que puede poner orden en los impulsos corporales, basados en las necesidades físicas, es el alma, pues esta es, en esencia, racional, la cuál es la única que puede dar la unidad al hombre, a pesar de tener estas dos cualidades distintas: el alma y lo corpóreo.

Además, el hombre, como naturaleza y espíritu, se corresponde con el cosmos (totalidad de lo real), que es ordenado: obedece a una armonía racional. Por lo cuál, la unidad del ser humano obedece a un “orden armónico” a semejanza del cosmos.

Así el alma, de esencia razonable, le corresponde poner en orden a las necesidades corporales, sobre la base de la moderación, para que el alma pueda encontrar su verdadera esencia, la cuál se encamina hacia un orden constructivo: la virtud.

Para que el alma pueda encontrar su verdadera esencia, tiene que asomarse a su “interior”; así, el alma, por ser racional, le corresponde ser la rectora, entre cuerpo y espíritu. De este modo, Sócrates es el médico del hombre “interior”.

Así, el ideal del saber en Sócrates, es una “técne”(τєχνɳ), tal como la encarna la medicina, sobre la base del fundamento de que el funcionamiento racional o armónico de los órganos del cuerpo obedece a una unidad de conjunto; si uno de estos órganos no funciona bien, falla todo el sistema (unidad corporal). Dicha “técne” socrática se basa en la experiencia, es decir, persigue un fin práctico; sólo que ahora no es el cuerpo y el funcionamiento armónico de sus partes (órganos del cuerpo), sino la conjunción armónica del cuerpo y el alma, en la unidad del ser humano, por medio de la “razón”.

Sócrates proclama que el hombre, antes que buscar el fundamento de la realidad (cosmos), tiene que “conocerse a sí mismo”, para lo cuál tiene que asomarse a su “interior”. El método para conocerse a sí mismo, en Sócrates, se basa en dos “formas” fundamentales:

a) exhortación (próteptikós).- consiste en exigirle al hombre que, en vez de preocuparse de lo material (ingresos, necesidades corporales) el hombre se preocupe de su “alma”, lo cuál confirma Sócrates en su llamamiento al “cuidado del alma”.

b) indagación (elenchós).- se desarrolla en forma de preguntas seguida de respuestas para que el sujeto fundamente el “logos” (idea) que tiene en mente.

Ambas formas “fundamentales” son fases distintas del mismo proceso; y, cada una, respectivamente, se desarrolla en forma de preguntas.

Lo que aparece como nuevo en el pensamiento de Sócrates es el mundo interior. El nuevo areté (valor) del que nos habla es un “valor espiritual”.

Así, la nueve “areté” del hombre se basa en el dominio sobre nosotros mismos; pero, se concibe como algo que brota del “interior” del individuo mismo, y no como el simple hecho de someterse exteriormente a la ley, como lo exigía el concepto tradicional de justicia.

De este modo, Sócrates utiliza una nueva palabra para hablar del dominio moral sobre nosotros mismos es εγϰράτεια (enkrátia), la cuál es la base de todas las virtudes. Y, la razón por la cuál es una virtud central es porque significa emancipar a la razón de la tiranía de la naturaleza animal del hombre y estabilizar el imperio legal del espíritu sobre los instintos.

Los instintos, implican el desorden (caos), lo cuál es opuesto al “orden racional” (armonía) del universo (cosmos), del cuál es reflejo el hombre como unidad de alma y cuerpo.

De este “dominio moral” del alma se deriva un nuevo concepto de “libertad interior” en el hombre; pues se considera libre al hombre que representa la antítesis de aquel que vive esclavo de sus apetitos: La “autonomía” moral en el sentido socrático significaría, por lo tanto, la independencia del hombre respecto a la parte animal de su naturaleza.

Finalmente, el concepto de “autarquía” (gobierno de sí mismo), es una “fuerza interior”, la que es posible cuando el hombre se circunscribe, en sus deseos y aspiraciones, a lo que está al alcance de su poder.

Sócrates no concibe este concepto de ser humano, basado en la interioridad, y el dominio del alma sobre los instintos, sobre la base de la “individualidad”, aunque esta será una consecuencia posterior. Pues, en la vida griega no existía esta individualidad moderna, y, necesariamente, este “logos” (concepto) de hombre se realiza en la vida política, no en el individuo; la vida política implica una “armonía social” -reflejo de esta armonía racional del cosmos- que implica la cooperación en el seno de la familia y del estado, tomando como ejemplo, la cooperación de los órganos del cuerpo humano, las manos, los pies y las demás partes del hombre, ninguna de las cuáles puede existir por separado.

Así, Sócrates busca fundar una “moral universal”, semejante a esta armonía racional del cosmos, reflejada en el cuerpo humano, o bien, en la unidad cuerpo y alma en el hombre; “moral universal” como sustento de la vida política, en la que se realiza esta unidad armónica de los ciudadanos en la “polis”. Esta búsqueda de una “moral universal” era la búsqueda de una “pauta moral fija” de la conducta humana.

De este concepto de hombre, basado en la unidad del cuerpo y el alma, sobre la base de encaminar la interioridad del alma a la virtud (Bien) por medio de la razón, hay un reflejo en la forma de educar, la cuál debe ser política: los que gobiernan deben ser educados para tener el dominio de sí mismos” para tomar las mejores decisiones (conforme a razón) para una “polis” bien gobernada (conforme a la virtud), y, necesariamente, otros son educados para ser gobernados, es decir, obedecer: a semejanza de esta unidad del hombre, dónde el alma, con la parte racional, gobierna sobre los “instintos” o apetitos.

De esta forma de vida surge el concepto socrático de la amistad, donde la Filosofía y las “aspiraciones espirituales” van unidas en ella al trato amistoso entre los hombres, lo que implica que la amistad “es la conciencia de que la base de toda amistad

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