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Teorias Eticas


Enviado por   •  8 de Agosto de 2014  •  1.925 Palabras (8 Páginas)  •  291 Visitas

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PRINCIPALES TEORÍAS ÉTICAS.

Veamos algunas de las teorías éticas que han sido más relevantes en la tradición filosófica occidental.

Intelectualismo moral:

Según esta teoría, conocer el bien es hacerlo; sólo actúa inmoralmente el que

desconoce en qué consiste el bien. Puede comprobarse, pues, que esta teoría es doblemente

cognitivista, ya que no sólo afirma que es posible conocer el bien, sino que además defiende

que este conocimiento es el único requisito necesario para cumplirlo. 4

El filósofo griego Sócrates fue el primero en mantener esta postura ética. Para

Sócrates, no sólo el bien es algo que tiene existencia objetiva y validez universal, sino que,

además, al ser humano le es posible acceder a él. Así, pues, Sócrates concibe la moral como

un saber. De la misma forma que quien sabe de carpintería es carpintero y el que sabe de

medicina es médico, sólo el que sabe qué es la justicia es justo. Por lo tanto, para este filósofo

no hay hombres malos, sino ignorantes, y no hay hombres buenos si no sino sabios.

Eudemonismo.

Muchas veces te puedes preguntar para qué sirve tal o cual cosa, pero en ocasiones,

esta pregunta es absurda. Por ejemplo, si preguntamos para qué sirve la felicidad, la respuesta

sería para nada, pues no es algo que se busque como medio para otra cosa, sino que se basta

a sí misma, es un fin. Las éticas que consideran la felicidad (audaimonía) el fin de la vida

humana y el máximo bien al que se puede aspirar son eudaimonistas. Ahora bien, decir que el

ser humano anhela la felicidad es como no decir nada, pues cada uno entiende la felicidad a su

modo.

Aristóteles fue uno de los primeros filósofos en defender el eudemonismo ético. Pero,

¿qué entendía Aristóteles por felicidad? Todos los seres tienden por naturaleza a un fin (la

semilla tiene como fin ser árbol, la flecha, hacer diana…); por tanto, no podría ser menos en el

caso del ser humano. Como lo esencial (lo que distingue) es su capacidad racional, el fin al que

por naturaleza tenderá será la actividad racional. Así pues, la máxima felicidad del ser humano

residirá en lo que le es esencial por naturaleza: la vida contemplativa, es decir, el ejercicio

teórico de la razón en el conocimiento de la naturaleza y de Dios.

Hedonismo.

La palabra hedonismo proviene del término griego hedoné, que significa placer. Se

considera hedonista toda doctrina que identifica el placer con el bien y que concibe la felicidad

en el marco de una vida placentera. Aunque existen muchas teorías que pueden calificarse de

hedonistas, suelen diferir entre ellas de la definición propuesta de placer.

Los cirenaicos formaron una escuela iniciada por un discípulo de Sócrates, Aristipo

(435 a.c.). Según este filósofo, la finalidad de nuestra vida es el placer, entendido en sentido

positivo como goce sensorial. El hedonismo cirenaico, por tanto, concibe el placer como algo

sensual y corporal, y no como fruición intelectual ni como mera ausencia de dolor.

Aunque podamos interpretar esta postura como la reivindicación de una vida disoluta

de entrega a los placeres de la carne, lo cierto es que los cirenaicos preconizaron, también, la

moderación necesaria para evitar consecuencias nefastas. Una entrega excesiva a los placeres

de hoy puede comportar un incremento del dolor mañana.

Al igual que los cirenaicos, el epicureismo identifica placer y felicidad. Sin embargo, a

diferencia de los primeros, define el placer como la mera ausencia de dolor. No se trataría, por

tanto de buscar el placer sensual del cuerpo, sino la ausencia de pesar del alma. Esta

serenidad y tranquilidad del alma (ataraxia) es el objetivo que debe perseguir todo ser humano

y es la verdadera esencia de la felicidad. Pero, ¿de qué modo es posible alcanzarla? Según Epicuro, mediante un cálculo exacto de los placeres que tenga en cuenta que un placer hoy

(disfrute de manjares y bebidas) puede ser un dolor mañana (enfermedad) y, en cambio, lo que

hoy se nos presenta con dolor (operación quirúrgica) puede anunciar un próximo bien (salud).

Por ello, el sabio que se conduce razonablemente y no escoge a lo loco lo que puede ser sólo

aparentes placeres logra una vida más tranquila y feliz.

Estoicismo.

En un sentido amplio, pueden considerarse estoicas todas las doctrinas éticas que

defiendan la indiferencia hacia los placeres y dolores externos y la austeridad en los propios

deseos. Ahora bien, en un sentido estricto se conoce por estoicismo tanto la corriente filosófica 5

grecorromana, iniciada por Zenón de Citio, como la teoría ética mantenida por estos filósofos

entre los que más arde encontramos a Séneca.

La ética estoica se basa en una particular concepción del mundo: éste se encuentra

gobernado por una ley o razón universal que determina el destino de todo lo que en él

acontece, lo mismo para la naturaleza que para el ser humano. Por lo tanto, el ser humano se

halla limitado por un destino inexorable que no puede controlar y ante el que sólo puede

resignarse. Esta es la razón de que la conducta correcta sólo sea posible en el seno de una

vida tranquila, conseguida gracias a la imperturbabilidad del alma, es decir, mediante la

insensibilidad hacia el placer y hacia el dolor. Esta imperturbabilidad sólo será alcanzable en el

conocimiento y asunción de la razón universal, o destino que rige la naturaleza, y por tanto, en

una vida de acuerdo con ella.

Iusnaturalismo ético.

Se puede calificar de iusnaturalistas toda teoría ética que defiende la existencia de una

ley moral, natural y universal, que determina lo que está bien y lo que está mal. Esta ley natural

es objetiva, pues, aunque el ser humano puede conocerla e interiorizarla, no es creación suya,

sino que la recibe de una instancia externa.

Santo Tomás de Aquino es, seguramente, el filósofo que ha mantenido

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