Tiempos líquidos E Identidad.
Enviado por critical_switch • 29 de Enero de 2013 • 3.666 Palabras (15 Páginas) • 417 Visitas
Partiré del siguiente planteamiento: es la crisis identitaria actual de México producto de las fuerzas globalizadoras y los modelos de economía de mercado; o acaso tiene sus causas en la estructura ontológica de identidad y personalidad nacional. Corresponderá al lector ávido de respuestas esclarecer dicha cuestión.
Este ensayo expone ambas posturas. Sitúa los orígenes psicológicos y la formación de una personalidad errática nacional por un lado; por otro ubica a México en el contexto actual, su crisis identitaria (problema no privativo de México) y los componentes que la detonan. A manera tentativa conjeturo que la actual crisis, si bien es global y México se ha insertado inevitablemente en ella, se ve exacerbada y magnificada por sus raíces difusas y conflictivas.
Se habla recientemente de Estado fallido particularmente en México. A nivel global las instituciones políticas han perdido gradualmente el poder. El Estado-nación ha delegado en otros un número significativo de sus funciones y es incapaz de responder a los problemas de los ciudadanos. En ese sentido, el objetivo de este ensayo es cuestionar la ubicación del arte en el mapa contemporáneo y su función en la transcendencia de las diversas coyunturas y conflictos del hombre moderno. Si comenzamos y enfocamos la problemática del presente a la dimensión identitaria, ha sido por su naturaleza esencial, en cualquier nivel, o estrato; sea personal o colectiva, ideológica, política, social o nacional. Sin embargo los efectos corrosivos de la globalización son amplios y diversos.
Del mismo modo el papel del arte, y más específicamente del artista ha de manifestarse en cada unas de las esferas que constriñen la vida del hombre. Ha de exponerse aquí la tesis de la figura del artista como la de un agente de cambio. Ya no aislado e indiferente al acontecer histórico-social, político-económico, ya no contemplativo cuyo eje creativo es lo bello. Se plantea al artista como elemento activo en lo social, lo político y lo económico. ¿Cuáles son sus alcances y repercusiones reales y abstractas en la transformación de una realidad concreta y global? ¿Cuáles son sus limitaciones y cómo los modelos masivos de producción han influenciado al artista, a veces banalizándolo, otrora insertándolo al sistema o modificando sus formas creativas? Será el turno del lector evaluar lo que aquí se expone. Este trabajo espera a su vez ser punto de partida para investigaciones posteriores, pues el tema es vasto y requiere tanto de de una retroalimentación como de un seguimiento.
Dar sentido a la identidad implica más que reconocerse y diferenciarse a través de rasgos únicos y definidos, ser consciente de su concepto y sus postulados, sean filosóficos, psicológicos, sociológicos o antropológicos. Sin embargo plantear una fenomenología de la identidad sería redundante para nuestros fines. Entendiendo de forma genérica al término de identidad en dos planos principales, la identidad personal y la identidad social o cultural. De la primera es la psicología la que se encarga de su estudio. La definición de identidad social responde a su enfoque de estudio. Si se estudia desde la sociología política la nación (realidad identitaria concreta) “es un tipo de sociedad política analizable en términos de cierta racionalidad jurídica y de cierta lógica de organización y legitimación del poder” . Desde el punto de vista de la Psicosociología “la nación es una comunidad que se comporta como una persona colectiva transhistórica cuya sustancia está constituida por mitos (fundadores o disgregadores), por gestas y por una profusión de símbolos. El objetivo de esta especialidad es incluir en los análisis sobre la realidad social, la interpretación subjetiva de los ciudadanos frente a su vida cotidiana.” La antropología estudia a “la nación, como comunidad imaginada e imaginaria, constituye un tipo peculiar de identidad colectiva analizable a partir de una psicoantropología de lo imaginario o de una teoría de las ideologías (Giménez, 1993). En esta concepción, las expresiones del nacionalismo son construcciones simbólicas que intervienen en la formación, interpretación y transformación de lo nacional” . En cada rama sin embargo la identidad es estudiada con caracteres comunes como que definen el concepto de identidad; como son el conjunto de valores, símbolos, creencias, tradiciones y modos de comportamiento que se articulan en un grupo social, determinan así la cohesión y pertenencia de los individuos.
Los antecedentes del estudio de la identidad mexicana los podemos hallar en las obras de Fray Bernardino de Sahagún, primer historiador que documenta la historia del México precolombino. Sin embargo es posterior a la revolución, en plena madurez de la vanguardia europea de la que México no se excluyo (como veremos más adelante), que surge un interés por definir qué es lo mexicano. Desde diversos campos intelectuales y artísticos se replantea como una necesidad ante el nuevo horizonte post revolucionario la noción del mexicano ante sí mismo. Si retomamos la postura de Octavio Paz, acerca de la revolución como un regreso del mexicano a sus orígenes, “un movimiento tendiente a reconquistar nuestro pasado, asimilarlo y hacerlo vivo en el presente.” Es este el punto de partida de la identidad mexicana. Pues es hasta que el objeto se conceptualiza, define y conoce que puede existir. Octavio Paz, Samuel Ramos y posteriormente Santiago Ramírez (por citar a los más conspicuos) más que teorizar sobre la identidad nacional, cada uno desde su campo y enfoque, dan vida y expresión a la realidad mexicana.
El origen del objeto define su futuro. Infancia es destino según la tesis S. Ramírez. Atendiendo a esta premisa, el México primigenio sentará las bases históricas al conflicto idiosincrático nacional. Y es que desde sus inicios, aun antes de la colonia, los habitantes del territorio mesoamericano “no formaba ni con mucho un todo homogéneo; diferencia idiomáticas, políticas y militares hicieron que ciertos grupos prevalecieron sobre otros (…) la historia de Mesoamérica es la sucesión de las superposiciones culturales de acurdo a las cuales la cultura de nueva incorporación somete y sojuzga a la precedente”. En ese sentido existe un sentimiento ambivalente de admiración y odio hacia el conquistador. En un plano psicológico la conquista española es un episodio traumático para el nativo pues “pronto descubrió que el conquistador no era el hermano que había de liberarle del padre cruel y agresivo que le sometía y tiranizaba sino que, simplemente, había sustituido un padre por otro. Este nuevo padre utilizaba formas de tiranía novedosas, era codicioso y pragmático, tenía atributos de lenguaje, religión y modos incomprensibles y dramáticos para el indígena
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