Trabajo Bien Hecho

La bendición del Trabajo Bien Hecho

Albert Einstein decía que el hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir. Y esto es válido para el trabajo que se esconde detrás de toda ciencia y búsqueda de la verdad. El empeño humano es, en efecto; puerta de entrada para el contacto con Dios y confirmación de la maravilla de su obra. El trabajo humano es la continuación de esa creación y gloria de su presencia viva entre nosotros. Este sigue actuando a través de la creatividad del hombre, de su tenacidad, esfuerzo e imaginación.

Por ello, el trabajo no significa únicamente “cumplir” en nuestro trabajo. Implica darse por entero en cada actividad que realizamos, ayudar a quienes nos rodean en él, incluso durante nuestro tiempo de descanso.

Podemos, fácilmente, dar una apariencia de trabajo cuando adquirimos demasiadas obligaciones para quedar bien, aún sabiendo que no podremos cumplir oportunamente; también puede tomarse como pretexto el pasar demasiado tiempo en la oficina para dejar de hacer otras cosas, como evitar llegar temprano a casa.

Al crear una imagen de mucha actividad pero con pocos resultados, caemos en un fatuo activismo: <<Mucho ruido y pocas nueces>>, que nos lleva a la decepción y al desencanto. Ahí se hace necesario analizar los motivos por los que actuamos para no engañarnos, ni pretender engañar a los demás cubriendo nuestra falta de responsabilidad.

El espíritu de trabajo se cultiva en pequeñas acciones cotidianas, tales como comenzar y terminar el trabajo en las horas previstas, lo que exige dedicación, orden y actuar de acuerdo a la importancia de todo lo empezado, aunque no nos guste o implique un poco más de esfuerzo. El trabajo supone siempre forzar la voluntad, empeñarla en descubrir en todo acto humano lícito y noble, un prolongación del actuar de Dios. El trabajo bien hecho le imprime nuestro carácter y alma a lo realizado y regala felicidad. Todo trabajo humano es digno y proyección de la propia realidad del hombre. Su buen desempeño dignifica, alienta y es fuente de felicidad y santidad.

Hugo Tagle – Moreno.

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