Trascendencia Del Ser Humano

Autotrascendencia del ser humano

La sociedad nos crea, nos proporciona la identidad, nos ayuda a la supervivencia del día a día y nos facilita la vida por medio de reglas preestablecidas, nos conforma como personas y nos genera facilidad, pero a cambio nos obliga a portar un rol que tenemos que llevar, el aceptar el modelo predispuesto de ella, pero ¿La sociedad y nuestro contexto también conforma nuestros procesos cognitivos? ¿Poseemos una voluntad propia y consiente de conocer el por qué de las acciones que realizamos? ¿Cómo definir lo que está bien y lo que está mal? La realidad es que si, cada uno de nosotros podemos definir por medio de nuestro propio análisis y capacidades las acciones que realizamos sin tener que estar respaldado por una sociedad, nuestro contexto no conforma nuestros procesos cognitivos sino que va más allá de ello.

Cada ser humano posee algo llamado "libertad", pero no cualquier libertad, sino la libertad de decidir. No confundamos libertad con caprichos, o responder a nuestros impulsos como los seres animales que somos, como explica el filósofo Fernanda Savater, la libertad es más que hacer lo que te dé la gana, es pensar con autodeterminación el por qué de lo que se quiere hacer, es decir, unir dos conceptos claves: libertad y objetividad.

¿Cómo explicar el por qué de nuestras acciones y autodecidir el por qué de lo correcto y lo que no es correcto? El inicio del estudio y análisis objetivo de las acciones que puede determinar lo que es bueno y malo se define en una palabra: trascendencia. Todas las personas lo poseemos, el sentido de trascender.

Las personas humanas somos natural y biológicamente autotrascendentes; esto se puede observar cuando actuamos por impulsos al buscar preservar la vida del ser humano en el planeta, cuando se busca la penetración en todos los actos que realizamos, analizar el efecto de algunas cosas más allá o a futuro, cuando busca lo bueno para sí mismo y los demás. El autor Lonergan, explica que la trascendencia está basada en una estructura del conocer, que radica en experimentar, entender y juzgar.

Primeramente, se explica que el entender no es simplemente ver. Aquel que diga que con el simple hecho de ver está entendiendo y comprendiendo, se encuentra en un error, según Lonergan. Comprender va más allá, va más allá de analizar; se trata de cuestionarse que es aquello que se está viendo, y encontrarse a sí mismo una respuesta al cuestionarse y previamente juzgar sí lo comprendido es claro o no.

Este proceso cognitivo conlleva diferentes modos de operar que están relacionados entre sí. La intencionalidad juega un papel muy importante, pues así logra ensamblar el conocimiento, puesto que éste proceso no se podría realizar por ser elementos aislados. No podríamos obtener el mismo producto del conocimiento sí lográramos realizar los actos en diferentes tiempos. Según explica el autor, "el conocer formal se define por el dinamismo de todos y cada uno de los elementos que conforman

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