Vida De Mateo Ricci
Enviado por isaacsmtzv91 • 2 de Octubre de 2012 • 411 Palabras (2 Páginas) • 343 Visitas
INTRODUCCIÓN A LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Mateo Ricci, líder jesuita
Mateo Ricci nació en Italia, en lo que antiguamente eran los Estados Pontificios, los cuales estaban bajo la jurisdicción del Papa. Después de su padre ver que él era un genio notable, invirtió en su educación y finalmente acabó en una escuela de Derecho. Poco después, y a pesar de tener casi su vida arreglada, se unió a la Compañía de Jesús. Tras realizar estudios en diversas ciencias, se embarcó desde Portugal en una expedición a la inexplorada Asia. Esto es un parte aguas para la vida de Mateo Ricci, que en este momento deja atrás a la conocida Europa y se adentra a territorio chino, del que jamás regresará.
Al llegar a la China, se entrevistó con el emperador chino, miembro de la dinastía Ming (en sus últimos años antes de que esta dinastía desapareciera). Su primera tarea fue estudiar el chino mandarín, el que aprendió en sólo 3 años. Esta fue la clave que le permi-tió comunicarse con los demás chinos y realizar verdaderos intercambios interculturales. Ricci tradujo la biblia al chino mandarín, con lo que consiguió iniciar la profesión del catolicismo en tierras asiáticas; muchas personas se convirtieron al cristianismo y se fundó una iglesia. Científicos de todo el mundo chino iban a visitarlo para conocer al “maestro”, pues su fama lo precedía. Los más grandes pensadores y estudiosos lo visitaban para conocer los objetos tan avanzados que Ricci utilizaba para sus estudios y lo alababan como un gran científico.
Ricci es el más grande ícono jesuita para nuestra formación como internacionalis-tas. Es el perfecto ejemplo del intelectual tolerante respetuoso de una cultura extraña, siendo él extranjero. Su modelo de integración con otras culturas es todavía extraordina-rio para nuestros tiempos, sobe todo para las sociedades del mundo occidental que no han aprendido ni quieren aprender a convivir con otras culturas y métodos tan distintos a los suyos. Como internacionalistas nos corresponde a nosotros ser verdaderos emisarios de la cultura de la que procedemos, pero sin ser intolerantes en suelo ajeno, y siendo abiertos a las cosas que nuevas culturas nos pueden ofrecer. Tenemos que buscar esta cooperación internacional como la que inició Ricci hace casi cinco siglos, no sólo por el lado económico como se hacía en esa época y se sigue haciendo hoy en día, sino también para promover la integración de los pueblos y la salvaguarda de la diversidad cultural, que se le ha perdido interés al tema en la actualidad.
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