Vivir O Morir

No me gusta la gente que ha nacido cansada, la gente que no tiene sangre en las venas -más bien las tienen llenas de horchata, la gente que es ya vieja a los treinta -o incluso a los veinte-, la gente que se queja por todo -y también lo hacen por nada-, la gente sin espíritu, sin alma, sin agallas, la gente melindrosa, pusilánime, siempre abatida, la gente cobarde y temerosa de todo. Nuestra vida es efímera, un soplo en la noche. Vamos a estar aquí abajo tan solo un rato, no tenemos mucho tiempo, así que... ¿cómo vamos a perderlo con miedos y cálculos timoratos? Dijo Tolkien, en boca del viejo Gandalf, que "sólo tú puedes decidir qué hacer con el tiempo que se te ha dado". No sabemos cuánto tiempo se nos ha dado, pero, sea el que sea, es poco. Así que no está -o no debería estar- para guardarlo, para estar siempre cansado y sin ganas de hacer nada, no está para derrocharlo tirado en un sillón frente al televisor, no está para tener miedo de todo y no salir del propio entorno por miedo a perderse, por miedo a no saber lo que uno se va a encontrar, por miedo a la oscuridad, por miedo a los asaltantes de caminos, por miedo a uno mismo, por miedo al propio miedo. No asumir riesgos, no tentar a la aventura, no probar cosas nuevas, no escalar montañas, no correr bajo la lluvia, no desafiar a las olas en el mar, no dormir al raso con el solo manto de las estrellas por encima, no leer un buen libro, no beber un buen vino, no redactar un poema, no clavar los ojos en alguien y lanzarle un te quiero salido de lo más profundo del alma, no batirse en duelo por un sí o por un no, no contemplar mil atardeceres y mil amaneceres, no hacer eso y un millón de cosas más es morir un poco cada día, es morir lentamente, es morir de amargura. Y es mejor, sin duda, perder la vida dándola, perderla en una bella empresa, que perderla a poquitos, encerrado en casa viendo la TV, siempre cansado, cansado de no hacer nada, cansado del propio cansancio, cansado de la vida desde que esta empezó, cansado de uno mismo. Mejor vivir un año a tope, un año exprimido de verdad, que vivir cien años pudriéndose poco a poco. Vivir o morir en vida, esa es la elección.

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