Vivir Y Morir Soñando.
Enviado por PauliMontoya • 23 de Julio de 2013 • 2.469 Palabras (10 Páginas) • 446 Visitas
Desperté, mis ojos aun no abiertos veían mas ya de la penumbras de aquel frio lugar, un paraíso… Inalcanzable a mi parecer, todo era tan falso tan oscuro, ineludible pensar en un mejor lugar, mi mente perturbada por aquello ya visto imaginaba los peores momentos de mi vida, desde aquel día 2 de febrero de 1990, fecha que jamás olvidare, se convirtió en uno de ellos, ha dejado en mi una cicatriz casi imposible de borrar, antes de salir de casa camino a la preparatoria como costumbre mi madre me beso la mejilla y me dio un cálido abrazo, me despedí de mi perro y me dirigí a tomar el auto bus, al llegar a la preparatoria subí las escaleras lentamente, no me imaginaba la idea de ver de nuevo a mi escalofriante profesora, simplemente le temía, su aspecto era horrendo y sus gritos aturdía mis oídos, pero me los aguantaría solo pensando en el sentido de mi vida, que según mi madre era enriquecer mi mente con los sabios relatos de los profesores, pero eso no era lo que yo pensaba, mi psicología era distinta, cada uno sabe cuál es su camino, está dentro de nosotros mismos ni ellos ni nadie lo hará cambiar, yo tengo un propósito, todos lo tenemos, el destino nos tiene preparado cosas maravillosas solo queda esperar a que sucedan, se supone que las clases son para prepararnos, para que en un futuro seamos unos grandes empresarios dueños de una nación en la cual hay doctores que destruyen la salud, abogados que destruyen la justicia, universidad que destruyen el conocimiento en fin, simplemente no quería ser parte de esta farsa, nos llevan a vivir en un mundo donde todo son reglas, donde todo es como la ley lo mente, yo quiero ser libre y ser dueña de mi vida, vivirla como a mí me plazca ir adonde yo quiera ir, no me importan las consecuencias simplemente quiero tener libertad, pero esto a nadie le importaba, nadie tomaba en serio lo que los adolescentes pensaban, los mayores dicen que somos seres impuros y sin futuro, solo porque algunos de nosotros no han tomado las mejores decisiones, todos juzgan por un mismo núcleo no mas se fijan en las cosas negativas de nuestra generación, bueno en fin, tendría que afrontar mi realidad y aparentar felicidad, ya me dirigía hacia mi aula , estaba subiendo los escalones que para mi eran infinitos, parecía que cada vez que daba un paso retrocedía dos, pero tocaba, no podía hacer nada mas, al subir el último escalón accidentalmente se me callo mi maletín, fue muy repentino no se que le paso a los músculos de mi brazo que en ese momento lo sostenían, tal vez era obra del destino… Al recogerlo me levante prontamente para ir a mi clase, corría pero a la vez caminaba disimulando lo que había pasado, agache mi cabeza para mirar la hora en mi reloj de mano, no quería llegar tarde, no soportaría los fastidiosos gritos de Doña Clotilde (mi profesora), al alzar la cabeza me tope con alguien, por el impacto no pude ver quien era simplemente me caí, me levante rápidamente y por instinto dije : Disculpe, aun no sabiendo quien era aquella persona, víctima de mi estupidez, entre todos los pensamientos que pasaban por mi cabeza en ese momento oí una voz gruesa y masculina que decía: Tranquila, todo paso, por instinto mi mirada se dirigió hacia aquella voz, su belleza me cautivo, algo se encendió en mi, ¿ Quien era aquel que sin querer al parecer le estropeé el principio de su día? No lose, pero en ese momento mi día cambio, una luz entro a través de ese gris y oscuro lugar, que era mi pensamiento. ¿Sera amor?, ¿será impresión? lo que fuera, era hermoso, como una estúpida me quede inmóvil y simplemente después de unos segundos sin decir ni una sola palabra seguí mi camino no sabía en qué pensar, no sabía el porqué de mi actitud tan equivocada e incoherente, porque no fui capaz de pronunciar ni una sola palabra, quien era esa persona que causo tal reacción en mi, era un total desconocido, pero las casualidades no existen y cada capítulo de nuestras vidas tienen un propósito y una razón, en el transcurso de mi jornada tan solo pensé en aquel joven , ya sentía el apuro de salir y volvérmelo a encontrar, no se su nombre, no sé nada de él cómo me lo volvería a hallar, eso era un misterio, yo soy de esas personas obstinadas y valientes que se lanzan a la vida sin utilizar un paracaídas que nos frene y nos ayude a ir más despacio, me gusta las cosas a la ligera y tener una vida salvaje, vivir de mis sueños, me gusta que el destino me sorprenda y no planear mi vida. Así que seguí imaginándome a aquel joven, caminaba sin buscarlo, pero quería encontrarlo. Ya era la ultima hora de clase, la cual para todo estudiante resulta infinita, tan solo a una hora estaba de salir de vuelta a mi casa, tan solo a una hora estaba de tener la posibilidad de encontrarme con lo que parecía una de las casualidades más bellas de mi vida, Miraba el reloj, un gota de sudor caía a un costado de mi frente, mis pies temblaban, mis manos estaban frías, el tiempo se pudo haber detenido en ese momento, tan solo faltan 5 minutos , los mas eternos que jamás había vivido, miraba a mi alrededor, todo estaban flemáticos pero a la vez ansiosos, con sus miradas fijas en ese mismo reloj que definía el transcurso de cada segundo recorrido, todo era tan raro todo parecía tan tranquilo, hasta que por fin, sonó el timbre, mis pies sin mandar ninguna orden se levantador y apresurados corrieron hacia la salida, no sabía lo que hacía tan solo caminaba, caminaba con la mente a mil pensamientos, no oía nada, absolutamente nada, no sabía lo que pasaba, aparentaba estar despierta pero mis sentidos se habían marchado… Oí un grito, decía. OYE QUE HACES TEN CUIDADO! Me agarraron de mi brazo derecho y muy fuertemente me jalaron hacia tras, caí, sentí que volvía a ser yo de nuevo, me pare con ligereza y me había dado cuenta que por poco, tan solo por unos segundos, mi vida aquí había terminado, por poco soy atropellada por el autobús escolar, mire quien me había dado el privilegio de seguir en este mundo, muy sorprendida me di cuenta que era él, el que había esperado con tanto anhelo en toda la mañana.
Tan solo le dije:
Gracias, el con una voz que para mí parecía la quinta sinfonía de Beethoven, la cual era una bella música para mis oídos, dijo: Tranquila pero para la próxima ten más cuidado, si quieres te acompaño hasta tu casa, al parecer no has tenido un buen día, ya nos hemos tropezado en dos veces. Le dije con una gran sonrisa en mi cara: Si, perdona mi estupidez, no ha sido un buen dia y a propósito mi nombre es Elizabeth. El me respondió con gran amabilidad, mucho gusto Elizabeth mi nombre es Eduard.
Los dos tomamos juntos el autobús que hacía la ruta hacia mi casa, nos sentamos en el mismo asiento, y platicamos todo el camino, no recuerdo lo que decía estaba en un extraño trance, parecía que
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