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Vygotsky La Imaginación


Enviado por   •  6 de Abril de 2014  •  1.983 Palabras (8 Páginas)  •  401 Visitas

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CAPÍTULO 1

ARTE E IMAGINACIÓN

Llamamos tarea creadora a toda actividad humana generadora de algo nuevo, ya se trate de reflejos de algún objeto

del mundo exterior, ya de determinadas construcciones del cerebro o del sentimiento que viven y se manifiestan

únicamente en el ser humano. Si observamos la conducta del hombre, toda su actividad, percibiremos fácilmente que

en ella cabe distinguir dos tipos fundamentales de impulsos. Uno de ellos podría llamarse reproductor o reproductivo;

que suele estar estrechamente vinculado con nuestra memoria, y su esencia radica en que el hombre reproduce o repite

normas de conducta creadas y elaboradas previamente o revive rastros de antiguas impresiones. Cuando rememoro la

casa donde pasé mi infancia o países lejanos que visité hace tiempo estoy recreando huellas de impresiones vividas en

la infancia o durante esos viajes. Con la misma exactitud, cuando dibujamos del natural, escribimos o realizamos algo

con arreglo a una imagen dada, no hacemos más que reproducir algo que tenemos delante, que ha sido asimilado o

creado con anterioridad. Todos estos casos tienen de común que nuestra actividad no crea nada nuevo, limitándose

fundamentalmente a repetir con mayor o menor exactitud algo ya existente.

Es sencillo comprender la gran importancia que tiene, para toda la vida del hombre, la conservación de su experiencia

anterior, hasta que punto eso le ayuda a conocer el mundo que le rodea, creando y promoviendo hábitos permanentes

que se repiten en circunstancias idénticas.

Principio orgánico de esta actividad reproductora o memorizadora es la plasticidad de nuestra sustancia nerviosa,

entendiendo por plasticidad la propiedad de una sustancia para adaptarse y conservar las huellas de sus cambios.

Desde esta perspectiva, diremos que, la cera es más plástica que el agua o que el hierro, porque se adapta a los cambios

mejor que el hierro y conserva mejor que el agua la huella de estos cambios. Sólo ambas propiedades, en su conjunto,

crean la plasticidad de nuestra sustancia nerviosa. Nuestro cerebro y nuestros nervios, poseedores de enorme

plasticidad, transforman fácilmente su finísima estructura bajo la influencia de diversas presiones, manteniendo la

huella de estas modificaciones si las presiones son suficientemente fuertes o se repiten con suficiente frecuencia.

Sucede en el cerebro algo parecido a lo que pasa en una hoja de papel si la doblamos por la mitad: en el lugar del

doblez queda una raya como fruto del cambio realizado; raya que propicia la reiteración posterior de ese mismo

cambio. Bastará con soplar el papel para que vuelva a doblarse por el mismo lugar en que quedó la huella.

Lo mismo ocurre con la huella dejada por una rueda sobre la tierra blanda; se forma una vía que fija los cambios

producidos por la rueda al pasar y que sirve para facilitar su paso en el futuro. De igual modo, las excitaciones fuertes

o frecuentemente repetidas abren en nuestro cerebro senderos semejantes.

Resulta ser que nuestro cerebro constituye el órgano que conserva experiencias vividas y facilita su reiteración. Pero si

su actividad sólo se limitara a conservar experiencias anteriores, el hombre sería un ser capaz de ajustarse a las

condiciones establecidas del medio que le rodea. Cualquier cambio nuevo, inesperado, en ese medio ambiente que no

se hubiese producido con anterioridad en la experiencia vivida no podría despertar en el hombre la debida reacción

adaptadora. Junto a esta función mantenedora de experiencias pasadas, el cerebro posee otra función no menos

importante.

Además de la actividad reproductora, es fácil advertir en la conducta del hombre otra actividad que combina y crea.

Cuando imaginamos cuadros del futuro, por ejemplo, la vida humana en el socialismo, o cuando pensamos en

episodios antiquísimos de la vida y la lucha del hombre prehistórico, no nos limitamos a reproducir impresiones

vividas por nosotros mismos. No nos limitamos a vivificar huellas de pretéritas excitaciones llegadas a nuestro

cerebro; en realidad nunca hemos visto nada de ese pasado ni de ese futuro, y sin embargo, podemos imaginarIo,

podemos formarnos una idea, una imagen.

Toda actividad humana que no se limite a reproducir hechos o impresiones vividas, sino que cree nuevas imágenes,

nuevas acciones, pertenece a esta segunda función creadora o combinadora. El cerebro no sólo es un órgano capaz de

conservar o reproducir nuestras pasadas experiencias, sino que también es un órgano combinador, creador; capaz de

reelaborar y crear con elementos de experiencias pasadas nuevas normas y planteamientos. Si la actividad del hombre

se limitara a reproducir el pasado, él sería un ser vuelto exclusivamente hacia el ayer e incapaz de adaptarse al mañana

diferente. Es precisamente la actividad creadora del hombre la que hace de él un ser proyectado hacia el futuro, un ser

que contribuye a crear y que modifica su presente.

A esta actividad creadora del cerebro humano, basada en la combinación, la psicología la llama imaginación o fantasía,

dando a estas palabras, imaginación y fantasía, un sentido distinto al que científicamente les corresponde. En su

acepción vulgar, suele entenderse por imaginación o fantasía a lo irreal, a lo que no se ajusta a la realidad y que, por lo

tanto, carece de un valor práctico serio. Pero, a fin de cuentas, la imaginación, como base de toda actividad creadora, se

manifiesta por igual en todos los aspectos de la vida cultural haciendo posible la creación artística, científica y técnica.

En este sentido, absolutamente todo lo que nos rodea y ha sido creado por la mano del hombre, todo el mundo de la

cultura, a diferencia del mundo de la naturaleza, es producto de la imaginación y de la creación humana, basado en la

imaginación.

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Toda invención -dice Ribot (1)- grande o pequeña, antes de realizarse en la práctica y consolidarse, estuvo unida en la

imaginación como una estructura erigida en la mente mediante nuevas combinaciones o correlaciones, (...) Se ignora quién hizo la

gran mayoría de las invenciones; sólo se conocen unos pocos nombres de grandes inventores. La imaginación

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