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A La Sombra De La Revolución Mexicana (Héctor Aguilar Camín/Lorenzo Meyer


Enviado por   •  3 de Febrero de 2013  •  12.940 Palabras (52 Páginas)  •  3.961 Visitas

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A la sombra de la Revolución Mexicana (Héctor Aguilar Camín/Lorenzo Meyer)

La Revolución como legado

La revolución dejó de ser una fuerza real después del sexenio de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) pero su prestigio histórico y el aura de sus transformaciones profundas siguió dando legitimidad a los gobiernos mexicanos de la segunda mitad del siglo XX. La Revolución Mexicana y la Constitución de 1917 fueron perdiendo su condición de hechos históricos precisos para volverse un legado, una acumulación de aciertos y sabidurías que avalaban la rectitud revolucionaria del presente. A partir de 1940, empezó a dominar el lenguaje oficial, la certeza de ser el gobierno heredero y continuado de una historia anterior que se remontaba hasta la Independencia.

El presidente Álvaro Obregón (1921-1924) se distiende de las peculiaridades del pasado revolucionario inmediato. Obregón no dudaba de su legitimidad, no se cuestionaba la validez de su origen porque nadie cuestionaba tampoco la liga obvia, reciente, de su gobierno con ese origen. Era un caso estricto de buena conciencia revolucionaria. De ahí que pudiera hablar sin rubor de la buena fe como sustento de todo lo que emanaba del gobierno, incluso de los errores. Para Obregón, la revolución consistía en el armado; el gobierno era simplemente su legítimo sucesor. Con Calles el rumbo cambia; Calles no considera, la dicotomía definitiva entre el movimiento revolucionario y el gobierno resultante. Así, la concepción de la revolución como un fenómeno definitivamente compuesto por momentos distintos, libra a su idea de la molesta limitación en que la habían sumido anteriormente. Calles obliga a la idea de revolución a irse hacia atrás para reafirmar los avances, convencerse de la ruta y vanagloriarse de los logros… el futuro representa en realidad el terreno sobre el cual podría realizarse la Revolución.

Un eterno futuro

Cómo dice Cárdenas: les tocó iniciar y desarrollar el movimiento armado y sentar las bases fundamentales de nuestro futuro; a otros, poner en acción las nuevas doctrinas organizando los distintos factores de ejecución que nos permitirán caminar al éxito y a nosotros resolver problemas que influyen en el proceso de nuestra vida social y que han de ayudar a perfeccionar nuestro régimen institucional. La revolución a su vez, venía a escribir la página culminante de la integración de la nación al añadir a la independencia política (movimiento de Independencia)y la consolidación ideológica (Reforma y Constitución de 1857), la emancipación económica. La idea de la nación como depositaria moderna de un legado histórico sin fisuras se inició quizás con Ávila Camacho; quien opuso la idea de una historia reciente llena de logros y aseguró que quien reflexiona sin prejuicios llegaría a la conclusión de que la Revolución Mexicana ha sido un movimiento social guiado por la justicia histórica que ha logrado conquistar para el pueblo una por una sus reivindicaciones esenciales.

El gran viraje

A partir de los años cuarenta, los gobiernos de la revolución viraban hacia la decisión central de industrializar el país por la vía de la sustitución de importaciones, lo que desplazó duramente el centro de gravedad tradicional de la sociedad mexicana, del campo a la ciudad. Las filas del proletariado, la burguesía y la clase media crecieron y se expandieron las ciudades Los incipientes burgueses mexicanos – industriales, comerciantes y banqueros, afianzaron su primacía y con el tiempo volvieron a dar cabida al socio extranjero; tanto, que en los años sesenta empezó a ser manifiesta, la dependencia industrial mexicana del capital y la tecnología extranjera. Desatada la industrialización el Estado debía dedicarse a crear y a mantener la infraestructura de la economía, intervenir lo menos posible en las áreas de producción directa para el merado y abordar sólo aquellas donde la empresa privada se mostrara desinteresada y temerosa o fuera incapaz de mantener una presencia adecuada. La práctica estatal y las deficiencias empresariales privadas cuajaron lo que se dio en llamar un sistema de economía mixta. Entre 1940 y 1960, la producción nacional aumentó en 3.2 veces y entre 1960 y 1978, 2.7 veces; registraron esos años un crecimiento anual promedio de 6%, lo que quiere decir sencillamente que el valor real de lo producido por la economía mexicana en 1978 era 8.7 veces superior a lo producido en 1940, en tanto que la población había aumentado sólo 3.4 veces esto mejor conocido como “el milagro mexicano”. La economía no sólo creció sino que se modifico estructuralmente.

La zona inmóvil

Ningún presidente promovió tantas desapariciones de poderes estatales como Cárdenas, pero todos sus sucesores echaron mano de este expediente para acabar con gobiernos locales caídos de la gracia del centro. Adicionalmente, con el desarrollo económico empezaron a ser tan amplios los recursos federales que todo proyecto importante, estatal o regional, dependió para su realización de las decisiones tomadas en la ciudad de México. En diciembre de 1940, el sector militar del PRM desapareció definitivamente. Fue una prueba simbólica de la profesionalización alcanzada por el ejército revolucionario y de su subordinación institucional al jefe del poder ejecutivo, una tendencia que habría de volverse realidad políticamente a partir de 1946, con la elección del primer presidente civil de la era posrevolucionaria, Miguel Alemán quien inició la larga lista de mandatarios no militares del México posrevolucionario. El PRM como tal dejó de existir en 1946 para transformarse en el actual Partido Revolucionario Institucional (PRI), con cambios interesantes en sus estatutos y programas. México se unió a las potencias aliadas en la Segunda Guerra Mundial y su notable crecimiento económico reprodujo una estructura distributiva en la que el salario fue perdiendo terreno frente al capital. La política económica poscardenista encontró un discutible sustento en la idea, de linaje obregonista, de que era necesario primero crear la riqueza para después repartirla.

El callejón de la posguerra

Cuando México entró a la segunda Guerra Mundial, el país se encontró como aliado del país que hasta hace poco parecía la principal amenaza a su soberanía e incluso a su existencia. La guerra creó soluciones rápidas y definitivas a muchos de los problemas existentes entre México y Estados Unidos, entre ellos la forma de pago de las reclamaciones y la deuda petrolera. El gobierno mexicano firmó con su vecino del norte tratados de comercio, braceros y cooperación militar, aunque su colaboración en el esfuerzo contra los países del Eje fue básicamente económica. Las materias primas se vendieron a Estados Unidos a precios bajos, a cambio de lo cual México acumulo

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