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América Latina en el siglo XXI


Enviado por   •  12 de Agosto de 2012  •  Tesis  •  11.460 Palabras (46 Páginas)  •  914 Visitas

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América Latina en el siglo XXI

Introducción

Nunca en su historia América Latina estuvo tan poblada por regímenes políticos democráticos conforme los cánones liberales como en la entrada del siglo XXI. Después de la sustitución de los gobiernos del PRI por el de Vicente Fox en México, ligado al hasta entonces opositor PAN, de la reconversión de los movimientos guerrilleros de Guatemala y de El Salvador para la lucha institucional, de la reconquista formal de la institucionalidad en Haití, de la sustitución del régimen de Fujimori por el de Alejandro Toledo en Perú, de la instauración de un proceso formal de alternancia institucional en Paraguay con el fin del gobierno del general Stroessner, con la transición de las dictaduras militares a regímenes electorales en la Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Bolivia, América Latina habría instaurado el reinado de regímenes políticos democráticos prácticamente en el conjunto del continente. Sólo Cuba mantendría un régimen que no corresponde a los criterios liberales de democracia. Incluso el gobierno de Hugo Chávez, en Venezuela, por más que sea acusado por la oposición de dictatorial o autoritario, se instaló conforme las normas liberales, mediante elecciones y un conjunto de plebiscitos, que aprobaron una nueva Constitución para el país.

Es como si, después de haber sido en décadas anteriores un continente de revoluciones, y de haber pasado a ser un continente de contrarrevoluciones, se impusiera una especie de síntesis equilibrada de los dos momentos, bajo la forma de democracias generalizadas, que llegaron para quedarse. Regímenes apoyados y legitimados por el voto popular, que poniendo en práctica políticas con la aprobación de la mayoría de la población, expresarían la modalidad latinoamericana de inserción en el modelo de democracia liberal vigente en Estados Unidos y en Europa. Algunos autores llegaron a formular lo que sería el fin de la utopía latinoamericana -como Jorge Castañeda, en su libro Utopía unarmed42- y la rendición del continente al liberalismo anglosajón, preanunciando el baño de liberalismo al que fue sometido en las dos décadas posteriores.

Estas dos décadas presenciaron las mayores transformaciones concentradas de la historia latinoamericana, lo que exige un balance que posibilite no solamente comprender la naturaleza de aquellos regímenes, sino también saber cuánto ellos permitieron el avance en la construcción de sociedades democráticas, lo que facilitaría comprender al mismo tiempo lo que es América Latina, sus problemas y sus potencialidades.

América Latina vive, de forma más clara desde la mitad de los años noventa, su peor crisis económica y social, desde los años treinta. Sus economías revelan enorme fragilidad externa, su inserción internacional tuvo el perfil rebajado tanto económica cuanto políticamente. ¿Qué relación tuvo la democracia con ese cuadro?

Una primera y apurada respuesta sería atribuir a ella la responsabilidad, total o parcial, por la crisis de estos regímenes. Coinciden en el tiempo su instauración o reinstauración y el surgimiento, de forma cada vez más acentuada, de los factores de crisis. De tal manera que el neoliberalismo, como política económica y como ideología, se tornó una expresión aparentemente indisociable de tales regímenes democrático-liberales. El peso de la crisis reposa, en realidad, en las políticas económicas y en la ideología que pasó a presidir los nuevos gobiernos, con efectos directos en la política.

Otra respuesta posible es considerar que estos regímenes no corresponden a democracias reales. O que tales regímenes -democráticos o no- no son compatibles con las condiciones necesarias para la solución de la crisis del continente -visiones que discutiremos más adelante.

Resulta significativo que durante los años de ascensión y apogeo del neoliberalismo en América Latina los presidentes consiguieron elegirse y reelegirse casi automáticamente, como aconteció de forma expresiva con Menem, Fujimori y Fernando Henrique Cardoso. Como reflejo de su fase de agotamiento y decadencia, pasó a ocurrir exactamente lo contrario: los presidentes electos que no rompen con el neoliberalismo pierden rápidamente legitimidad, como fueron principalmente los casos de Fernando de la Rúa, Sanches de Losada y Alejandro Toledo, y otros como Vicente Fox, Ricardo Lagos y Jorge Battle.

La elección de Lula, así como la de Lucio Gutiérrez, coloca por primera vez en la presidencia candidatos que en sus campañas electorales, proponían romper con las políticas neoliberales y abrir un nuevo período histórico en América Latina.

América Latina antes del neoliberalismo

América Latina vivió tres períodos claramente diferenciados a lo largo del siglo XX: en el primero, prácticamente una extensión del siglo XIX, predominaron las economías primario-exportadoras, orientadas por las teorías del comercio internacional apoyadas en el concepto de “ventajas comparativas”. A estos modelos de acumulación correspondían regímenes políticos oligárquicos, en los cuales las distintas fracciones de las élites económicas disputaban entre sí la apropiación del Estado y, a partir de allí, de los recursos de exportación y del comercio exterior en general.

Hasta el principio del siglo XX, América Latina no tuvo importancia y peso significativo en el plano mundial, salvo como campo de explotación de las potencias coloniales; ningún gran fenómeno, ningún gran personaje reconocido internacionalmente, ni siquiera las revoluciones de independencia, que permanecieron a la sombra de la revolución norteamericana.

La transformación más importante del siglo XIX, después de la independencia, fue el ingreso de Estados Unidos en el campo de las naciones imperiales, con la incorporación de vastos territorios de México -incluyendo California, Texas y Florida- y la guerra hispanoamericana, con la tutela que pasó a ejercer directamente sobre Cuba y Puerto Rico, además del diseño ya anticipado por José Martí de su proyecto hegemónico sobre el conjunto del continente, explicitado en la Doctrina Monroe.

En compensación, apenas iniciado el siglo XX, el continente reveló qué tipo de siglo le aguardaba, con la masacre de los mineros en Santa María de Iquique, en el norte de Chile, y especialmente con la revolución mexicana, que representó el ingreso definitivo de América Latina en la agenda de los grandes acontecimientos históricos de dimensión mundial. La imagen de ésta se proyectó sobre todo el continente, primeramente en la cultura y el imaginario campesino, pero también sobre la posibilidad de proyectos políticos con fuerte peso de las cuestiones nacional y agraria, que por mucho tiempo darían la pauta política de los movimientos populares

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