CULTURA POP

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Es un hecho que desde sus inicios el hombre en Latinoamérica o más precisamente el pensamiento de los individuos en esta región ha estado fuertemente influenciado por las escuelas de pensamiento Europeo y sus más destacados representantes.

Es imposible que el curso de la historia haya sido diferente, cuando desde la época de la Colonia  las creencias y costumbres fueron flageladas por aquellos que se hacían llamar conquistadores, de unas tierras que destilaban una identidad y una cultura propia  y genuina. Todo esto se vio reflejado en la forma como fueron tratadas las tribus indígenas, en desconocimiento de sus hábitos y de toda su organización, tanto así que los españoles no sabían si adjudicarle a esta nueva raza la condición  humana o de una denigrada y “pecadora” sub-especie barbará que debía ser tratada sin ninguna clase de consideración.

En la actualidad las cosas no son diferentes, es inevitable hablar de  fenómenos sociales y económicos como el  neoliberalismo que ha traído consigo un arraigado e indiscutible capitalismo salvaje y  la inolvidable globalización que tanto da de que hablar hoy en día.

Todas estas son variables que junto con otras como la influencia que ha ejercido las comunicaciones, la tecnología, el comercio y la industria cinematográfica impulsada por la cultura norteamericana, han sido fundamentales en el cambio de las costumbres y la forma de vida, son sociedades que en el transcurso del tiempo se han adaptado a los “americanismos”  en aspectos fundamentales como la educación –muchos de los textos con los cuales se imparten clases en colegios y universidades son norteamericanos-, los valores sociales y familiares, los pasatiempos y otra infinidad de actividades que son inherentes a las raíces socioculturales de cada individuo que son definidas por su entorno.

De esta manera, las sociedades latinoamericanas se enfrentan a una realidad descarnada, en donde la identidad como personas que hacen parte de un sistema o una “organización” se encuentra totalmente desvirtuada y en proceso de decadencia.

Como consecuencia de esto, es frecuente que no se valore o se subestime las reflexiones o los aportes filosóficos de los exponentes latinoamericanos, todo lo que tiene un contenido autóctono es menospreciado, al mismo tiempo que la academia se aleja del entorno social, situación que se refleja vivazmente en una práctica investigativa en muchas ocasiones superflua y en la inocua publicación de textos, libros, artículos de las diferentes instituciones.

En este contexto social, económico y cultural  todo se ha convertido en una carrera interminable por obtener toda la información y todos los preceptos impartidos por los diferentes medios de  comunicación y a los diferentes fenómenos que influencian a diario las mentes de los habitantes de los mal llamados países del tercer mundo o en vía de desarrollo.

Después de  exponer toda esta problemática, es pertinente apropiarse de la situación y comenzar a desarrollar ideas que promuevan de forma rigurosa la recuperación de una identidad que se ha visto avasallada en el transcurso de la historia y que clama a gritos por su reivindicación.

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