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Crimenes Ecologico


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  7.830 Palabras (32 Páginas)  •  396 Visitas

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El imperialismo ecológico. El interminable saqueo de la naturaleza y de los parias del sur del mundo

En los actuales momentos de expansión imperialista hasta el último rincón del planeta, ocurre una acelerada destrucción de los ecosistemas y una drástica reducción de la biodiversidad. Es un resultado directo de la generalización del capitalismo, de la apertura incondicional de los países a las multinacionales, de la conversión en mercancía de los productos de origen natural, de la competencia desaforada entre los países por situarse ventajosamente en el mercado exportador, de la caída de precios de las materias primas procedentes del mundo periférico, de la reprimarización de las economías, en fin, de la lógica inherente al capitalismo de acumular a costa de la destrucción de los seres humanos y de la naturaleza.

El capitalismo es una relación profundamente desigual y el gran desarrollo productivo y la capacidad de consumo se concentran en los países centrales (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón), donde se producen también millones de toneladas de desperdicios. No otra cosa son los automóviles, teléfonos, televisores, neveras, pilas… que, rápidamente inservibles, van a parar a la basura... y a los países pobres considerados receptáculo de las deyecciones que origina el consumo desenfrenado de los opulentos del Norte. Según el ecologista Barry Commoner, el planeta está dividido en dos:

El hemisferio norte contiene la mayor parte de la moderna tecnosfera, sus fábricas, plantas de energía eléctrica, vehículos automóviles y plantas petroquímicas y la riqueza que la misma genera. El hemisferio sur contiene la mayor parte de la gente, casi toda desesperadamente pobre. El resultado de esta división es una dolorosa ironía global: los países pobres del sur, a pesar de estar privados de una parte equitativa de la riqueza mundial, sufren los riesgos ambientales generados por la creación de esta riqueza en el Norte[1].

Esa dualidad no es resultado de cierta disposición divina o natural, sino que se convierte en uno de los objetivos del nuevo desorden mundial capitalista y debe considerarse en sentido estricto como una característica propia del imperialismo ecológico. Así,

(…) la explotación masiva del medio ambiente en el Tercer Mundo incluye la conversión de residuos letales en mercancías, y el comercio internacional con ellos. También involucra la imposición por parte del capital de trueques de deudas por medio ambiente, la construcción de inmensos incineradores y vertederos, y muchos otros proyectos aparentemente sin sentido[2].

Todas esas acciones son mecanismos propios de la dominación imperialista, las cuales generan resistencias por parte de los explotados y oprimidos del orbe enfrentando los crímenes ambientales que están destruyendo nuestra madre tierra y poniendo en peligro la supervivencia de nuestra especie. Para que el asunto no quede en enunciación retórica, deben precisarse las principales características del imperialismo ecológico, a fin de entender las novedosas formas asumidas por el imperialismo contemporáneo: es lo que intentamos hacer en este ensayo.

1. Destrucción acelerada de ecosistemas en los países dominados

La noción de ecosistemas ayuda a entender la magnitud de los problemas ambientales que hoy padecemos, en la medida en que su destrucción se constituye en la principal manifestación de la inviabilidad ambiental del modo de producción capitalista. Por ecosistemas puede entenderse a los conjuntos o escenarios en que se reproduce la vida. Un ecosistema determinado está definido por "el medio abiótico físico-químico y las manifestaciones bióticas a las que sirve de soporte: microbios y bacterias, plantas, animales"[3]. Para las sociedades los ecosistemas han sido fuentes de riqueza y bienestar, en la medida en que no solamente son ensamblajes de especies sino de "sistemas combinados de materia orgánica e inorgánica y fuerzas naturales que interactúan y se transforman". La energía que permite el funcionamiento del sistema proviene del sol, siendo dicha energía

(…) absorbida y convertida en alimento por plantas y otros organismos que realizan la fotosíntesis y que se encuentran en la base misma de la cadena alimentaria. El agua es el elemento crucial que fluye a través del sistema. La cantidad de agua disponible, junto con los niveles extremos de temperatura y la luz solar que un determinado sitio recibe, determinan en lo fundamental el tipo de plantas, insectos y animales que habitan en ese lugar y la manera en que se organiza el ecosistema[4].

Los ecosistemas reportan beneficios directos e indirectos a los seres humanos. Entre los directos se destacan la obtención de plantas y animales como alimentos y materias primas o como recursos genéticos y los indirectos toman la forma de servicios como control de la erosión, almacenamiento de agua por parte de plantas y microorganismos o la polinización por dispersión de semillas por insectos, aves y mamíferos.

Los ecosistemas tal y como los conocemos en la actualidad han evolucionado durante millones de años y no pueden ser sustituidos ni recuperados por procedimientos tecnológicos. La desaparición de cualquier ecosistema supone eliminar posibilidades de subsistencia para los seres humanos por la sencilla razón de que "los ecosistemas hacen que la Tierra sea habitable purificando el aire y el agua, manteniendo la biodiversidad, descomponiendo y dando lugar al ciclo de nutrientes y proporcionándonos todo un abanico de funciones críticas" [5].

En términos económicos inmediatos, el aprovechamiento de las riquezas naturales es una base de subsistencia y de empleo, sobre todo en los países del sur, puesto que la agricultura, la explotación forestal y la pesca generan uno de cada dos empleos que existen en el mundo y, además, en todo el planeta las actividades relacionadas con la madera, los productos agrícolas y el pescado son más importantes que los bienes industriales. Por esta razón, la disminución de la capacidad productiva de los ecosistemas tiene efectos devastadores sobre los seres humanos y de manera directa sobre los pobres que dependen de aquéllos para su subsistencia.

Existen antecedentes históricos de que determinadas sociedades han colapsado por la destrucción de la riqueza natural y de los ecosistemas (como los Mayas en Mesoamérica). Sin embargo, tales colapsos fueron completamente distintos a lo que está pasando en la actualidad en términos de escala y velocidad, porque antes de la emergencia del capitalismo la degradación ambiental afectó a sociedades perfectamente localizadas y fue un proceso de deterioro gradual a lo largo de varios siglos, mientras que ahora la destrucción de los ecosistemas se efectúa a un ritmo acelerado y cubre

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