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Independencia del Brasil


Enviado por   •  21 de Junio de 2016  •  Ensayo  •  1.973 Palabras (8 Páginas)  •  1.122 Visitas

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                     ENSAYO DE HISTORIA AMERICANA

                                 

                                 Independencia del Brasil

En este ensayo trataremos, en particular, la  Independencia de Brasil, que según nuestro parecer, no ha logrado romper con los lazos feudales y de dependencia que existían en ese momento con las metrópolis Europeas. Para ello nos introduciremos en este proceso de separación de Portugal, haciendo un recorrido por las distintas etapas que nos harán comprender las actuales estructuras sociales del gigante del sur.

Consideramos que los acontecimientos vividos en Brasil son diferentes a los ocurridos en la misma época en el resto de América Latina. Aunque doscientos años después las tareas desarrolladas durante las independencias resultaron insuficientes para que las sociedades latinoamericanas rompieran los lazos de sometimiento con los imperialismos de turno. Por lo tanto quedaron sin resolución las necesidades de desarrollo internas de estos países.

Existen numerosas opiniones acerca de este controvertido y peculiar proceso de independencia en América latina. Pimenta nos va a mostrar cómo la historiografía brasileña fue cambiando la concepción que tenía acerca de este período: a mediados del siglo XIX, Varnhagen aseveró que fue Portugal quien habría brindado a Brasil las herramientas necesarias para su emancipación civilizada debido a la influencia europea en su concepción.  Esta postura intelectual se mantuvo vigente hasta que en 1930 se produce una gran renovación y se comienza a ver el proceso como revolucionario, así lo veía  Caio Prado Júnior, que logró vislumbrar la lucha de clases y el antagonismo entre brasileños y portugueses. En 1942 este mismo autor asegura que el legado que deja la colonización fue disgregador y nefasto para el desarrollo nacional, y que el proceso independentista no pudo romper con ese conservadurismo.

Más adelante, ya en la década de 1960-70 José Honorio Rodríguez va a reivindicar el proceso de independencia equiparándolo a los procesos revolucionarios y radicalizados de Hispanoamérica. Afirma que la “revolución” se puede encontrar en todos lados menos en Brasil.

Otra perspectiva nos brinda Emilia Viotti Da Costa en 1968, que plantea a la independencia como una “lucha de la colonia contra la metrópoli” aunque desarrollada a partir de una lucha de los vasallos contra el rey, y toma centralidad el concepto de “emancipación”.

Por otro lado, Fernando Novais considera la independencia como un proceso revolucionario con tres aristas: a) crisis de Antiguo Régimen europeo en tierras coloniales; b) por la contradicción de intereses que presenta el colonialismo con la Edad Moderna; c) la afirmación de una nueva clase dirigente, la de los grandes propietarios esclavistas.

Para Florestan Fernandes los sucesos de la Independencia fue una etapa necesaria donde las clases burguesas se afianzaron sobre la esclavista, generando más que nada cambios en la esfera social.

Leslie Bethell, historiador inglés, afirma que la independencia de Brasil fue incompleta, porque estaban bajo la égida de un príncipe portugués dispuesto a asumir la dirección del movimiento de independencia de Portugal, para garantizar la unidad nacional. Había, sin embargo, algunos líderes políticos, tanto de la elite brasileña como de las clases populares, que ponían en duda que el Emperador rompiera lazos con su familia y la dinastía colonial, para abrazar el constitucionalismo. Es decir, las dos preocupaciones estaban interconectadas y se potenciaban en contra de Pedro I. Consideraban que sus convicciones absolutistas se relacionaban estrechamente con la protección por los intereses portugueses que aún existían en Brasil, temiendo una recolonización.

Para Vilaboy “como  resultado  de  costosas  guerras  civiles  en  las  cuales  las  fuerzas centrípetas se impusieron en 1848 sobre diversos movimientos secesionistas y regionales (los cabanos en Pará, Alagoas y Pernambuco, la República farrouplihade Río Grande do Sul, la revolución praiera y la República bahiana, entre otros), gracias  a que la oligarquía brasileña cerró filas en torno a la monarquía para conservar sus privilegios -en particular la esclavitud- unido a la atracción ejercida por el emergente centro cafetalero del área de Río de Janeiro.”[1]

La invasión napoleónica de la península ibérica en 1808, trajo como consecuencia la huída de la monarquía portuguesa teniendo que instalarse en el territorio brasilero con el “apoyo” de Inglaterra. Este aliado va a signar la política de Joao VI de Portugal, la cabeza del, ahora, Imperio de Brasil. Este fenómeno invierte las relaciones previamente existentes entre metrópoli y colonia produciendo un cierto desarrollo cultural, comercial y político, entre otros.

Las políticas impulsadas por la Corona fortalecen la alianza con los terratenientes locales, teniendo como motor el libre cambio, y la asociación estratégica con Inglaterra, jaqueada por el bloqueo continental francés. A su vez, Joao VI comienza a construir poder repartiendo títulos de nobleza a cambio de lealtad y se genera en la sociedad portuguesa una gran discriminación contra los nativos. El traslado del Rey y su corte trae aparejado una mayor presión fiscal para poder mantener a la burocracia y al aparato militar.

Algunos autores afirman que el fin de la colonia coincide con el momento en que Brasil es elevado a la categoría de Reino, en 1815. Nosotros creemos que es solamente en términos jurídicos, pero de ninguna manera esto expresa un  gran desarrollo propio. A diferencia de Hispanoamérica, en Brasil no hubo crisis de legitimidad política. Pero sí se suscitaron varias rebeliones en contra del poder central, por ejemplo la revolución pernambucana de 1817 en la que las élites de comerciantes y terratenientes se unieron contra el gobernador portugués declarando la independencia. Llevaban como bandera las ideas liberales y nacionalistas que intentaron transmitir a otros estados sin éxito.

Pero los conflictos de la monarquía no terminaron allí, en 1820  se produjeron levantamientos en Lisboa y Oporto reclamando la vuelta de Joao VI al Portugal, producto del desplazamiento que sufrieron cuando éste emigró al continente americano. Debido a la situación el rey decide volver a la Península Ibérica dejando al mando de Brasil, a su hijo, Pedro I.

Las rebeliones siguieron su curso como en Bahía, donde se negaban a aceptar como gobernador al impuesto desde Lisboa sin el consentimiento del príncipe Pedro a quién respondían. La guerrilla fue finalmente aplastada, quedando la ciudad en poder de los portugueses.

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