Independencia

En el estadío de las operaciones concretas un niño de 9 años tiene por fuerza que pertenecer, aunque sea esporádicamente, a un grupo o al menos, tener un amigo. De no ser así, puede indicar problemas de carácter y personalidad. La amistad entre iguales, el grupo, el juego con sus reglas, serán lo que irá desarrollando poco a poco la moral del individuo. Si un niño sólo se relaciona con adultos, se convertirá en un ser heterónomo, dependiente, incapaz de actuar y juzgar por sí mismo. Es entre sus iguales y a través del juego mayormente, donde el niño adquiere su autonomía, su independencia y el sentido de su futura libertad individual y seguridad de criterios.

En una cuidadosa observación de grupos de niños jugando, podemos advertir cómo casi siempre se encuentra un cabecilla, un líder, sobre todo entre el sexo masculino; en los grupitos de niñas, la líder ya no es tan frecuente. En las operaciones concretas, ese líder suele ser elegido por su habilidad física, basado en la ley de la fuerza y el grupo tiene la apariencia de una pequeña sociedad dictatorial. Estos matices cambiarán a partir de los 10 años, aproximadamente.

Sus formas de pensar son muy reducidas en cuanto a una aspiración profesional, ya que tienen la tradición de casarse a temprana edad, luego de este acto, los niños tienden a irse al norte, esto viene siendo una costumbre de sus contemporáneos.

Unas formas de comportamiento que pudieron ser observadas fue su forma de trabajar en clase. Ya que en esa etapa defienden sus ideas sin compartirlas y sin aceptar opiniones ajenas, a pesar de ello les gusta mucho asistir a la escuela, tienen la gran necesidad de aprender todo lo que les rodea, con la gran facilidad de jugar al hacerlo. Es por ello a que el solo hecho de visitar las instalaciones de la institución lo llena de entusiasmo

Es muy grato ver el respeto, amabilidad y cariño con el que algunos tratan a su maestro, quien es al igual que sus padres, su ejemplo a seguir, una persona que sabe demasiado y que representa una gran figura para ellos. En caso contrario existen casos de niños que el maestro es sinónimo de regaños, nervios y frustración.

Piaget resalta la importancia que tiene la escuela en los niños de ésta edad, se convierte en un mundo agradable y está totalmente absorbido por ello, dándole a este ámbito más importancia que a cualquier otro entorno. Goza con los conocimientos que adquiere, se interesa por averiguarlo todo y sin sentir las responsabilidades que luego le traerán los cursos superiores. Pero dada su enorme emotividad y labilidad, los pequeños problemas de la escuela, las rencillas entre compañeros e incluso la actitud de su propio maestro, pueden transformarse en cortas pero profundas crisis. La actitud ante cualquier hecho de éstos puede sufrir en un mínimo de tiempo enormes altibajos, que él siempre tratará de justificar con racionalizaciones y que lograrán preocupar

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