LOS CINCO ELEMENTOS CULTURALES QUE IDENTIFICAN A LA CIVILIZACIÓN DEL ANÁHUAC
Enviado por Raulfpv • 12 de Marzo de 2013 • 3.325 Palabras (14 Páginas) • 1.107 Visitas
LOS CINCO ELEMENTOS CULTURALES QUE IDENTIFICAN A LA CIVILIZACIÓN DEL ANÁHUAC
Guillermo Marín
En el planeta existen solo seis civilizaciones con origen autónomo. Es decir, que no tuvieron “préstamos culturales” de otros pueblos. Todo su conocimiento lo generaron por ellas mismas.
Mesopotamia, Egipto, India, China, México y la Zona Andina, son las civilizaciones consideradas “Madre” en el mundo. De ellas han abrevado y se han enriquecido todas las demás culturas y pueblos, sean japoneses, alemanes o kenianos.
Cada una de estas “civilizaciones madre” ha dado al mundo “elementos culturales ”, tangibles o intangibles, que a través del tiempo y del mestizaje han producido formas de ser, hacer y entender el mundo y la vida, que los caracteriza y los diferencia de los de más. De esta manera, los antiguos griegos o los modernos judíos, no serían lo que fueron o lo que son, sin los conocimientos que aportaron estas “civilizaciones madre” .
Para el caso de la Civilización del Anáhuac , podemos afirmar que poseemos, por lo menos, cinco “elementos culturales” únicos en el mundo, que nos caracterizan y nos diferencian en el concierto de los civilizaciones antiguas del mundo y que no compartimos, de origen, con ninguna civilización originaria.
En primer lugar, somos los únicos que después de domesticar el cultivo de las plantas en el año seis mil a.C. “inventamos” el maíz.
En efecto, mientras las otras civilizaciones “domesticaron” una planta en estado silvestre para obtener su grano alimentario básico, como el caso de los chinos que domesticaron el arroz o los mesopotámicos que domesticaron el trigo. Nuestros Viejos Abuelos transformaron a través de lo que hoy llamamos “ingeniería biogenética” un pasto llamado “teozintle” en el maíz. Es decir, modificaron casi totalmente al teozintle para producir una planta diferente que llamamos maíz. Esta planta no la creó la naturaleza, es creación humana y por tal motivo, solo la mano del ser humano es la que permite su reproducción. De manera que sí un día desapareciera el ser humano, con él desaparecería el maíz. Por ello, toda nuestra civilización se basa en el maíz.
Este prodigio de la inteligencia humana nos habla de la clase de seres humanos que ha producido la civilización del Anáhuac. Es decir, que los antiguos anahuacas fueron investigadores y científicos muy adelantados, capaz de entrar en terrenos de la ciencia que muy recientemente la ciencia moderna esta investigando.
En efecto, la creación del maíz a través de su modificación genética, nos descubre un mundo muy avanzado en la ciencia de nuestros Viejos Abuelos. Este logro científico alcanzado por el ser humano hace ocho milenios, es tan importante como el hombre en la Luna en el siglo XX.
Somos herederos de una tradición de científica, lo que implica miles de años de observación, análisis, registro y sistematización de la información. Esta práctica permitió que los Viejos Abuelos inventaran el “cero matemático” antes que cualquier pueblo del mundo. O que conocieran perfectamente la mecánica celeste, lo que les permitió dar al mundo del siglo XVI el calendario más exacto de aquellos tiempos. Este espíritu científico y de investigación permitió que la civilización del Anáhuac le diera a la humanidad otros aportes de valor muy significativo para el bienestar de los seres humanos hasta nuestros días.
El chocolate, el amaranto, la vainilla, el jitomate, el aguacate, el chicle, entre muchos otros productos que la sabiduría de nuestros Viejos Abuelos aportaron al mundo y que hoy conforman “el mundo moderno” en el que vive globalizada la humanidad. El invento del maíz nos habla de un legado de investigación científica que se transforma en un “elemento cultural” que nos distingue.
En segundo lugar, tenemos que somos la única civilización antigua de origen autónomo que creó y desarrolló a lo largo de tres mil años, un sistema de educación obligatorio, público y gratuito.
En efecto, no lo hicieron ni Mesopotamia ni Egipto, que son las civilizaciones más antiguas. En el Anáhuac, los niños y jóvenes fueron a la escuela durante tres milenios consecutivamente, lo que nos dará una forma muy evolucionada de entender el mundo y la vida, como pocos pueblos en el planeta. El Telpochcalli, el Cuicacalli y el Calmécac fueron las instituciones en donde se “formaban rostros propios y corazones verdaderos” .
Por lógica, se desarrolló una “Pedagogía y didáctica Tolteca ”. La educación en el Anáhuac fue la base del desarrollo humano. Tanto en el plano familiar, como en el sistema educativo y en general, en la sociedad. Ahora nos quedan los huehuetlahtollis (palabra antigua), textos que se recogieron en latín, español y náhuatl después de la conquista, especialmente por los alumnos del Colegio de Santiago Tlatelolco, los informantes de Sahagún y Olmos. En ellos podemos apreciar la profundidad y el humanismo de los valores con los que se educaban a los niños y los jóvenes bajo la sabiduría tolteca.
Este elemento cultural nos determinará a través del tiempo a los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, como personas educadas y sensibles, conscientes del valor de la educación. Aún en pleno siglo XXI, en el “banco genético de información cultural ” ha quedado registrado de manera indeleble, los valores y principios de ser un “ciudadano”, de la responsabilidad de tener, mantener y proveer a una familia, de las responsabilidades con la familia extensa o calpulli, la comunidad inmediata y la sociedad en general. Del respeto y obediencia a la autoridad y al altísimo honor y responsabilidad de ejercerla, el “mandar obedeciendo” es un arte refinado del Anáhuac. No se ha perdido este elemento cultural en estos cinco siglos de enajenación y explotación, los anahuacas en el subconsciente colectivo mantenemos estos valores y principios que se pueden ver en las relaciones de lo “propio-nuestro”. Sea en las comunidades indígenas y campesinas o en las no-indígenas urbanas en situaciones extraordinarias, como fue el terremoto de 1985 en la ciudad de México.
En tercer lugar, somos la única civilización que no inventó y desarrolló las armas.
En efecto, somos un pueblo que esencialmente es pacífico. A pesar de inventar el “cero matemático”, determinar la cuenta perfecta del tiempo a partir de un conocimiento total sobre la mecánica celeste o hacer operaciones al cerebro, mil años a.C., jamás desarrollamos la tecnología militar.
El
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