Tenochtitlan

Si consideramos que el derecho es una realidad histórica, algo que existe y que cambia a través del tiempo, parece lógico pensar que para saber que es el derecho, es necesario saber que ha sido y como lo ha sido.

El derecho tiene historia, resumido en dos puntos torales; en primera instancia por su inevitable condición finita y temporal del hombre en su paso terrenal, que evoluciona en estados sucesivos y varios y que, por lo mismo, no puede realizar la totalidad del derecho de una vez. En segunda instancia, por la distribución sucesoria y variedad inagotable de las situaciones en que el hombre se ve así mismo incluido, cada una de las cuales lleva consigo una forma jurídica especial.

La parte de la historia que estudia la actividad humana dentro de la sociedad, así como las relaciones de la misma, es la que nos permite entender el origen y desenvolvimiento del derecho.

Resultaría caótico tratar de visualizar la totalidad de la historia del derecho hacinada, entonces bien, es necesario fragmentarla inductivamente y lograr un entendimiento de la misma.

Motivado en lo anterior atinadamente dividimos la historia en momentos o situaciones que marcan pauta, aterrizando todo lo anterior nos situaremos en una retrospectiva de nuestra formación social-jurídica, por ello es, es de gran relevancia la caída de Tenochtitlan, dando paso al inicio de nuestro sistema jurídico actual por la llegada de los hispanos a estos territorios.

El proceso nos dejó grandes pérdidas a la raza de bronces, que recordamos con gran nostalgia y melancolía, pero aunado a ello llego la siembre de las ideas europeas, supliendo nuestra tan rica cosmogonía indígena, por una idiosincrasia hispana, consolidándose en la Novo hispanidad.

La cultura azteca tiene grandes avances jurídicos que permitían una evolución social pronunciada, a decir de Vaillant, “la ley azteca era severísima. De hecho, desde la infancia el individuo seguía una conducta social correcta; el que violaba la ley sufriría serias consecuencias”1.

La vida cotidiana estaba intervenida duramente por el derecho. El hombre no era un individuo aislado, sino una célula que realizaba una serie de funciones necesarias para el cuerpo social. A mayores responsabilidades, mayores eran las penas y el rigor de la ley, existía una conciencia de respeto al orden jurídico y a la moral.

Con la caída de Tenochtitlan lo primero que sufrieron los aztecas fue la deformación de sus costumbres, que fueron mal interpretadas por los españoles. Por otra parte las costumbres indígenas se mezclaron con las españolas y surgieron nuevas costumbres indígenas alrededor del derecho escrito, ya que conforme a él, suplementándolo o incluso contradiciéndolo.

La corona española, antes que eliminar el derecho indígena precortesiano busco su incorporación al nuevo sistema jurídico implantado, aprobando y confirmando la vigilancia de las

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