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17 de octubre de 1945. Como es bien sabido, en la fecha que se evoca, miles de obreros y obreras, sin mayor organización aparente, dejaron sus puestos de trabajo y colmaron la Plaza de Mayo y otras plazas del país, exigiendo la liberación y presencia d


Enviado por   •  24 de Agosto de 2016  •  Trabajo  •  1.187 Palabras (5 Páginas)  •  457 Visitas

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17 de octubre de 1945 ¡Miércoles!

Como es bien sabido, en la fecha que se evoca, miles de obreros y obreras, sin mayor organización aparente, dejaron sus puestos de trabajo y colmaron la Plaza de Mayo y otras plazas del país, exigiendo la liberación y presencia de un funcionario destituido unos días atrás. Objetivo éste que fue alcanzado a pocos minutos de finalizar la jornada. El vínculo generado entre el entonces coronel Perón, el funcionario, y los trabajadores que forzaron su presencia se conmemora entre los adherentes al peronismo como “Día de la Lealtad” y fue feriado nacional entre 1946 y 1954.

La presencia de una multitud de trabajadores de la industria urbana, en un país de tan profunda tradición agraria, es quizás lo primero que hay que explicar. Entre la Gran Guerra y la Gran Depresión (1914-1929) se produjo a nivel mundial un reacomodamiento del intercambio de productos. Hacia 1930, los bienes primarios exportables (cereales, lanas, carnes, etc.) cuya venta en el mercado externo generaba las divisas para importar casi la totalidad de las manufacturas consumidas por los argentinos (tejidos, calzados, combustibles, etc.) dejaron de ser demandados en las cantidades y a los precios habituales. Ante esta crisis económica, el gobierno de facto de Uriburu comenzó a tomar medidas pregonadas como circunstanciales —como el “impuesto a los réditos”- iniciando un proceso inédito de intervención del Estado en la economía. Al correr de la década, estas medidas se convirtieron en permanentes al advertirse que la debacle era irreversible y que los dorados tiempos de la argentina agroexportadora habían pasado.

La crisis de la balanza comercial desestimulaba la inversión en el agro y estimulaba el intento de la fabricación del “similar argentino” del producto antes importado y las primeras grandes industrias argentinas comenzaron a cobrar importancia. Por otra parte, las condiciones ofrecidas para el asentamiento de capitales del exterior fomentaron el asentamiento de filiales de empresas extranjeras cuyas marcas hoy nos son cotidianas (Adams, Royal, Suchard, Quaker, Firestone, Eveready, Osram, Philco, Ducilo, Sudamtex, La Campagnola, etc.). En esos años Argentina fue también campo de batalla por el transporte entre el emergente Estados Unidos (cuyas espadas eran el dólar, el automotor y el petróleo) y la decadente Inglaterra (que oponía, la libra, el ferrocarril y el carbón). El censo industrial de 1935 registró a 600.000 trabajadores fabriles. Este número crecía exponencialmente debido a la reducción de la demanda de trabajo rural y a la creciente de trabajo fabril. Se produjo entonces un fuerte proceso migratorio hacia los núcleos urbanos, sobre todo de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. La industrialización sustitutiva y escasamente distributiva, traía consigo a un nuevo actor: el trabajador industrial urbano.

La existencia de una masa de trabajadores es una condición necesaria pero no suficiente para comprender el fenómeno del 17 de octubre. Detengámonos un poco en el proceso político previó. Como afirma Tulio Halperín Donghi, el período 1930-1943, conocido como “década infame”, terminó como habían empezado: con los militares en el poder. Sin embargo el golpe de Estado del 4 de junio de 1943 no fue igual al del 30, ni a los que vinieron después. Los apellidos ilustres de los altos mandos del ejército sumaban hijos de sectores medios con un solo apellido.  Es un momento de ruptura entre los oficiales de esa fuerza y la oligarquía, que la conducían antes y que se aliaron con ella después.

En principio, Perón ocupó cargos menores. En octubre solicitó desempeñarse en el Departamento Nacional del Trabajo, al que promovió a Secretaría de Estado, un modesto organismo desde donde medió en los conflictos entre capital y trabajo representando al Estado (lo cual era una novedad). Desde este lugar inició un contacto cotidiano con los trabajadores, sus problemas y sus necesidades. Su popularidad comenzó a crecer entre aquellos, nutridos en las tradiciones de lucha obrera europea, creadores de la Federación Agraria, reprimidos en la Semana Trágica y en la Patagonia y que acompañaron a los grandes movimientos populares, donde su presencia tuvo efectos cismáticos. En un acto radical en 24 de julio del 45, y con la música de la marcha de ese partido se entonaba: “Fue de Alem y de Yrigoyen su profunda convicción; ni tan ricos ni tan pobres que es el lema de Perón”.

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