ABC, EN EL ABECEDARIO
Enviado por martin12345 • 29 de Agosto de 2012 • 4.716 Palabras (19 Páginas) • 471 Visitas
través de las 126 páginas de la breve narración.
Parece como si la autora buscara convertirse en una presencia maternal para los niños de la calle que, según cuenta, le sirvieron de molde para imaginar sus personajes. Esa inquietud emotiva dicta los renglones por donde transcurre la ficción. Y tan profundo el influjo de su tierna idealización que incluso invade el terreno de la verosimilitud de los mismos personajes. Pues es difícil pensar que un lector, y más aún un lector joven (de los más difíciles de conquistar), pueda creerse que un niña de la calle pueda decir ni en su mejor momento de inspiración: "¡No lo mires de frente! (...) Mejor me pongo a trabajar. Si no cumplo con la venta, me va a castigar. Mira, siéntate allí debajo (...) y través de las 126 páginas de la breve narración.
Parece como si la autora buscara convertirse en una presencia maternal para los niños de la calle que, según cuenta, le sirvieron de molde para imaginar sus personajes. Esa inquietud emotiva dicta los renglones por donde transcurre la ficción. Y tan profundo el influjo de su tierna idealización que incluso invade el terreno de la verosimilitud de los mismos personajes. Pues es difícil pensar que un lector, y más aún un lector joven (de los más difíciles de conquistar), pueda creerse que un niña de la calle pueda decir ni en su mejor momento de inspiración: "¡No lo mires de frente! (...) Mejor me pongo a trabajar. Si no cumplo con la venta, me va a castigar. Mira, siéntate allí debajo (...) y través de las 126 páginas de la breve narración.
Parece como si la autora buscara convertirse en una presencia maternal para los niños de la calle que, según cuenta, le sirvieron de molde para imaginar sus personajes. Esa inquietud emotiva dicta los renglones por donde transcurre la ficción. Y tan profundo el influjo de su tierna idealización que incluso invade el terreno de la verosimilitud de los mismos personajes. Pues es difícil pensar que un lector, y más aún un lector joven (de los más difíciles de conquistar), pueda creerse que un niña de la calle pueda decir ni en su mejor momento de inspiración: "¡No lo mires de frente! (...) Mejor me pongo a trabajar. Si no cumplo con la venta, me va a castigar. Mira, siéntate allí debajo (...) y través de las 126 páginas de la breve narración.
Parece como si la autora buscara convertirse en una presencia maternal para los niños de la calle que, según cuenta, le sirvieron de molde para imaginar sus personajes. Esa inquietud emotiva dicta los renglones por donde transcurre la ficción. Y tan profundo el influjo de su tierna idealización que incluso invade el terreno de la verosimilitud de los mismos personajes. Pues es difícil pensar que un lector, y más aún un lector joven (de los más difíciles de conquistar), pueda creerse que un niña de la calle pueda decir ni en su mejor momento de inspiración: "¡No lo mires de frente! (...) Mejor me pongo a trabajar. Si no cumplo con la venta, me va a castigar. Mira, siéntate allí debajo (...) y través de las 126 páginas de la breve narración.
Parece como si la autora buscara convertirse en una presencia maternal para los niños de la calle que, según cuenta, le sirvieron de molde para imaginar sus personajes. Esa inquietud emotiva dicta los renglones por donde transcurre la ficción. Y tan profundo el influjo de su tierna idealización que incluso invade el terreno de la verosimilitud de los mismos personajes. Pues es difícil pensar que un lector, y más aún un lector joven (de los más difíciles de conquistar), pueda creerse que un niña de la calle pueda decir ni en su mejor momento de inspiración: "¡No lo mires de frente! (...) Mejor me pongo a trabajar. Si no cumplo con la venta, me va a castigar. Mira, siéntate allí debajo (...) y través de las 126 páginas de la breve narración.
Parece como si la autora buscara convertirse en una presencia maternal para los niños de la calle que, según cuenta, le sirvieron de molde para imaginar sus personajes. Esa inquietud emotiva dicta los renglones por donde transcurre la ficción. Y tan profundo el influjo de su tierna idealización que incluso invade el terreno de la verosimilitud de los mismos personajes. Pues es difícil pensar que un lector, y más aún un lector joven (de los más difíciles de conquistar), pueda creerse que un niña de la calle pueda decir ni en su mejor momento de inspiración: "¡No lo mires de frente! (...) Mejor me pongo a trabajar. Si no cumplo con la venta, me va a castigar. Mira, siéntate allí debajo (...) y través de las 126 páginas de la breve narración.
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Parece como si la autora buscara convertirse en una presencia maternal para los niños de la calle que, según cuenta, le sirvieron de molde para imaginar sus personajes. Esa inquietud emotiva dicta los renglones por donde transcurre la ficción. Y tan profundo el influjo de su tierna idealización que incluso invade el terreno de la verosimilitud de los mismos personajes. Pues es difícil pensar que un lector, y más aún un lector joven (de los más difíciles de conquistar), pueda creerse que un niña de la calle pueda decir ni en su mejor momento de inspiración: "¡No lo mires de frente! (...) Mejor me pongo a trabajar. Si no cumplo con la venta, me va a castigar. Mira, siéntate
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