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Alfredo Molano


Enviado por   •  24 de Febrero de 2015  •  2.064 Palabras (9 Páginas)  •  283 Visitas

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Por: Alejandra Soriano W.

En Colombia hay bocas que acusan, que denuncian, que cuentan, que relatan, que ríen; hay orejas que escuchan, que toleran, que soportan; hay narices que huelen, se tapan, sobresalen y se esconden; en este país hay ojos que ven, que lloran, que se cierran, se abren y se apagan; sí, en Colombia hay de todo, pero pocas caras reúnen una boca, unas orejas, una nariz, unos ojos capaces de expresar, enfrentar y decir mucho de lo que se dice y es un secreto a voces o de contar los problemas de un país al que muchos le dan la espalda y al que Alfredo Molano Bravo le ha dado la cara, la cara completa.

Alfredo Molano puede ser esa cara porque sencillamente ha visto muchas, viajero consagrado y escritor dedicado, ha narrado el país desde los rostros que lo han vivido y que han enfrentado la violencia en regiones de Colombia poco recordadas. Sus relatos tienen el rigor académico que demandan las investigaciones y a su vez tienen toda la magia que alguien que escribe puede conocer al narrar una historia, Alfredo Molano antes de ser columnista es sociólogo, luego escritor y desde siempre colombiano, tres factores que han determinado el lugar desde donde habla y las posiciones que tiene a la hora de opinar en la columna de ‘El Espectador’, periódico en el que publica los domingos.

Sin embargo, para llegar a opinar públicamente, Molano antes tuvo que encontrar el camino para contar una historia, dice en Los años del tropel: “Pero el hecho de que hubiera encontrado el camino no equivalía a que ese, mi hallazgo, fuera recibido con los brazos abiertos por la academia, por la burocracia, por el lector de informes” (Molano, 2006, p. 11), y es que siempre le incomodó la rigurosidad de los informes, y así lo manifestaba en los resultados de las investigaciones como un escritor ansioso por narrar los testimonios de los protagonistas de otra forma. Si bien esa forma viene de un muchachito que estaba en contacto con la naturaleza en una finca en La Calera, lugar en el que nació, viene también de la facultad de sociología de la Universidad Nacional de la que se graduó en 1971 y en donde conoció a grandes amigos como Álvaro Camacho G, El abuelo, que le presentó además a quienes serían sus mentores, Camilo Torres y Orlando Fals Borda.

A Camilo Torres, lo nombra constantemente, está presente. Dirá Molano, “Yo escogí la violencia como una forma de participación, tal como le había oído decir a Camilo Torres en la facultad de sociología” (Molano, 2006, p.9), entonces, ya sabe uno desde dónde habla, su posición frente a la violencia marca todo lo que dice y lo que escribe en sus relatos sobre los Llanos orientales, La Orinoquía y La Amazonía, los lugares de sus viajes.

Esos lugares que le dan motivos para escribir y que cuando acaba un libro, lo llevan a escribir otro. En el trabajo en las regiones de Colombia, Alfredo Molano “ha sido explícito en definir su trabajo como una contribución a la historia oral del país” (Jaramillo,1999, p. 76) , en esos recorridos sus relatos son historias que tienen caras y nombres propios, personajes que han vivido la historia de Colombia en persona y que muestran los seres humanos comunes y corrientes que están detrás de conflictos como el narcotráfico, la violencia, los grupos armados, los exabruptos de las fuerzas armadas, el desplazamiento forzado, en fin los testimonios de primera mano de las minorías que sufren en rincones del país a donde se llega solo después de varios días de travesía.

Todo lo que ha dicho Molano del país que no se ve, ha traído consecuencias, entre 2001 y 2002 vivió exiliado en Barcelona y en Stanford, allí fue profesor visitante, las amenazas han sido una constante desde que decidió hablar públicamente y por eso mismo ya no les teme. “Estoy acostumbrado a las amenazas y desde cuando regresé al país no he vuelto —ni volveré— a preocuparme por el asunto. Aceptarlas es encerrarse en una cárcel estrecha y sin luz, aunque lo hace a uno sentirse una persona muy importante.” (Molano, 2012), esas amenazas, son más agresivas cuando de ser discutidas solo en términos académicos o intelectuales, pasan a ser tema de conversación de lectores de periódicos, Alfredo Molano es columnista de ‘El Espectador’ desde 1995, desde entonces tiene un público de lectores fieles y de detractores acérrimos, aplausos y chiflidos ha ganado el autor a lo largo de su carrera por sus opiniones.

Pero claro, eso ya él lo sabe. Así como hay quienes lo alaban, le dicen maestro, doctor, profesor o Alfredo a secas, hay quienes lo tildan de asesino, simpatizante de las guerrillas, colaborador de los terroristas, motosierrista y también masacrador, él mismo dice: “No pasa día en que no aparezca una columna a favor o en contra y cien reacciones, la mayoría de éstas sangrientas.” (Molano, 2012); sin embargo, ninguna amenaza ni comentario hostil, han acabado con sus ganas de escribir, de denunciar, de reclamar justicia y de contar historias que no aparecen en primera plana pero que igual son noticia.

Esas ganas de hacer que la mayoría mire hacia donde nadie, ni siquiera ve, son coherentes con la línea editorial del diario en el que sus columnas aparecen, ‘El Espectador’, que nació como un diario liberal, es el periódico que se reconoce por la seriedad de su trabajo, por su independencia, un diario que denuncia e investiga, el estilo de Alfredo Molano y lo que dice, llega a ser esa cara de lo otro, de eso de lo que habla ‘El Espectador’ cuando se auto promulga como un diario independiente.

Alfredo Molano, ha sido como columnista una molestia para figuras del poder que no se escapan de la agudeza de su pluma, sin embargo, él no habla de ellos, no cuenta sus historias, el habla de ellos a partir de lo que sus personajes le cuentan, “Por eso se me ha hecho tan difícil escribir sobre personajes importantes: no me tocan y no sufro con sus historias.” (Molano, 2012), así que él le escribe a un sector de la sociedad que cree en el cambio,

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