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Arquitectura vernácula y turismo


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2019  •  Documentos de Investigación  •  3.394 Palabras (14 Páginas)  •  196 Visitas

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LA NOCIÓN DE PATRIMONIO Y LA ARQUITECTURA VERNÁCULA

A medi ados de l siglo pasa do, e n e l pe riodo de po sguerra, surg ió el int erés mu ltinacional en l a

identificación, protección, conservación y rehabilitación de los bienes históricos patrimoniales,

auspiciado por organismos in ternacionales como UNESCO, al que se fue ron uni endo

organizaciones no gubernamentales como ICOMOS (siglas en inglés del Consejo Internacional de

Monumentos y Sitios de la UNESCO), y gubernamentales como, en nuestro país el INAH y el

INBA, actualmente unidos bajo CONACULTA. El interés en establecer cuál es ycómo conservar el

patrimonio cultural nacional,tiene sus antecedentes enel siglo XIX y está vinculado a la creación de

Estados nacionales. Estos estados habían abierto museos para resguardar objetos, y aplicaron el

mismo concepto de conservación museísticaa los bienes inmuebles, en pa rticular a cierto tipo d e

manifestaciones arquitectónicas, históricas y art ísticas, mismas que debe rían ser valoradas y

protegidas, aunque no cu pieran en el mu seo por ser parte del entorn o construido (Lombardo de

Ruiz, 1993). Como en sus orígenes este concepto de patrimonio se aplicó a grandes obras de arte y

monumentos (templos, palacios, centros ceremo niales, así como objetos pertenecientes a grup os

elevados e n la escala social) no presentó mayo r prob lema. Incluso el acta co nstitutiva de la

UNESCO en 1948 señala como una de sus funciones la de "cuidar la conservación y la protección

del patrimonio universal de las obras de arte ylos monumentos deinterés social o científico" (cit. en

Díaz Berrio, 1993: 350).

Sin embargo, este concepto museístico del patrimonio cultural manifestaba una limitación

fundamental: sólo se consideraba como patrimonioaquellos testimonios degrupos dominantes y de

alto nivel en la escala social o bien ejemplos de alta cultura, dejando fuera to da manifestación

popular. En consecuencia, quedaba necesariamente excluida dela noción de patrimonio, lo que aquí

interesa: la arquitectura vernácula, tradicional o indígena.

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Todas las sociedades y grupos hu manos tienen la capacidad de generar cu ltura, y l o

importante no es determinar su nivel o gradación, sino comprender cómofunciona ese patrimonio,

cómo comunica y da id entidad. Una con secuencia de la cr eciente tendencia a concebir en este

sentido antropológico el patrimonio arquitectónico y urbano, es ir más allá del monumento u obra

aislada de su contexto, para incluir otros inmuebles o conjuntos decarácter histórico tales como una

plaza p ública, un bar rio o una ciudad, así como los pa isajes e it inerarios cult urales, y otr as

manifestaciones de apropiación y dominio espacial nonecesariamente elitistas.Este cambiorequiere

de un nuevo enfoque teórico y conceptual, con el fin de comprender no ya una obra en su contexto,

Una co ncepción tan lim itada de l pa trimonio cu ltural es taba ligada a l uso, entonces más

generalizado que ahora, del concepto no antropológico de cultura en su acepción restringida de “alta

cultura” o “cultura de la elite,” que se circunscribe al refinamiento educativo, al desarrollo artístico,

estético e intelectual. Es na tural que un co ncepto a sí d iferencie entre pueblos, personas y bienes

culturales y no cultur ales. En cambio, cuando se concibe al patrimonio ba jo el concepto

antropológico de cult ura, definida c omo la capacidad de pr oducir y tr ansmitir un con junto d e

símbolos, valores, habilidades, conocimientos, significados, formas de comunicación, organización

social y bienes materiales que hacen posible la vi da en una sociedad determ inada, y le permiten

transformarse y reproducirsecomo tal, de una generación a la siguiente, sevuelve imposible valorar

ciertas creaciones, a expensas de otras.

sino el contexto mismo, el entorno todo.

Como en sentido antropológico, hablar depatrimoniocultural es un pleonasmo (Amerlinck

y Bontempo, en prensa), parte de este nuevo enfoqu e sería abandonar tal n oción, no sólo por ser

redundante, sino porque está a su vez im pregnada de la visión occidental, qu e hace una

diferenciación entre lo “natural” y lo “cultu ral,” cuando lo que existe en lo s lugares ahor a

reconocidos como “patrimoniales,” es un entorno de vida. Se trata pues de comprender un espacio

existencial.

Por otra parte, cuando en 1972, la 17ª Conferencia General de la UNESCO estableció los

lineamientos para la prot ección del patrimonio cultural y natura l, mediante la declaratoria de

objetos y sitios, patrimoniono de un país o pueblosino de la humanidad toda,se señaló lanecesidad

de conservarlos con métodos científicosy modernos, e hizo hincapié en el desarrollo de estudios e

investigaciones científicas sobre esos patrimonios.Seis años después, en 1978 se dieron las primeras

declaraciones de sit ios patrimoniales. España se incorporó en 1984, con 5 sitios, entre ellos dos

ciudades andaluzas,y México en 1987 con 4 sitios arqueológicos y dos centros históricos (Touring

Club Italiano 1988; García-Bárcena 1993: 175).

Paralelamente a l as decl aratorias de P atrimonio de la Humanidad y a la ampliació n del

contenido del concepto depatrimonio cultural, losEstados han ido reconociendo la importancia de

que prevalezca una visión científica frentea la anterior visiónelitista y romántica.

Andalucía y México com parten la existencia de pueblos campesi nos, cuya constante

presencia a lo largo de siglos, a veces callada,otras tumultuosa, les ha permitido conservar muchas de

sus costumbres, creencias, rituales y valores a pesar de la sangría de las rebeliones, la emigración y el

exilio, sufrida en ambas regiones. Estos pueblos han creado, por tr adición, una arquitectura

autóctona y regional que se conoce y adjetiva como “vernácula,” cuyo interés principal radica en las

construcciones domésticasligadas a modos tradicio nales de vida y a nich os ecológicos específicos,

generalmente inmersos,por su condición c ampesina en la vida rural, pero que en la actualidad

rebasan ya ese entorno.

Paul Oliver, quien tal vez sea el más prominenteestudioso de la arquitectura vernácula, la ha

definido como aquella arquitectura construida por la gente para la gente (Oliver 1997: I,). A nivel

mundial esta arquitectura está dejando de ser per cibida como reli quia de un pa sado romántico,

pobre o subdesarrollado,

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