Articulo 27

El origen del artículo 27 constitucional, que instituye la propiedad originaria de la nación sobre la tierra y los recursos naturales, adolece de un vacío de interpretación histórica. La interpretación corriente (que su origen está en la potestad de la corona española sobre tierra y recursos naturales) es insatisfactoria por la ausencia de continuidad entre el dominio español y la Revolución mexicana. Este as de la manga fue sacado por historiadores pos 1968, que revelan su encuadre ideológico nacionalista de la Revolución mexicana.

Un antecedente más próximo es el fallo constitucional Munn vs. Illinois (1876), que dice: “Cuando la propiedad es usada de manera que provoque consecuencias públicas y afecte a la comunidad at large, queda investida de interés público”. Esta sentencia abrió la ruta a una serie de fallos judiciales similares en los estados del suroeste y el oeste de la Unión Americana en el último cuarto del siglo XIX y la primera década del XX, todos ellos demandados por los movimientos agrarios, obreros e intelectuales de la época, que sentaron las bases del progresismo americano.

La relación entre el fallo Munn vs. Illinois y el artículo 27 es la punta del iceberg del contexto trasnacional progresista de la Revolución mexicana. La revolución es un fenómeno de los núcleos de modernización de México, principalmente del norte, pero no en exclusiva; es la reacción de las clases medias y populares a los cambios provocados por los impulsos modernizadores: ferrocarril, telégrafo, teléfono, petróleo, empresas mineras, agrícolas, industriales y comerciales, bancos, periódicos, migración, intercambio comercial, en fin, la globalización del siglo XIX.

La Revolución mexicana es un fenómeno de la América árida, fenómeno que abarcó desde Nebraska hasta Aguascalientes and scattered points downward south. El rasgo común de esta inmensa región es la exportación de materias primas explotadas por empresas de Wall Street, protegidas por políticos de Washington. ¿Y el zapatismo? Bueno, el estado de Morelos era un núcleo de modernización, el mayor exportador de azúcar en el mundo; Cuernavaca era moderna; Zapata era un empleado moderno (administrador), que compró su traje de charro en la Ciudad de México; Antonio Díaz Soto y Gama, autor del Plan de Ayala, era un “socialista a la Henry George”, como dijo José Vasconcelos.

A propósito de Vasconcelos, sus ideas educativas germinaron en sus años de estudiante en una escuela primaria de Eagle Pass, Texas. Joe Vasconcelos, lo llamaban, lo dice con orgullo. Quería que la educación mexicana fuera tan buena como la americana. Su idea de convertir la escuela en centro de la comunidad y tener bibliotecas públicas en cada pueblo proviene del pragmatismo americano. Un hermano suyo murió tuberculoso en una siderúrgica de Pittsburg, de ahí su obrerismo. Moisés Sáenz, secretario de Educación con Calles, fue discípulo

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