Billiken a la historia

Billiken a la historia

El 17 de noviembre de 1919, cuando apenas se conocía un modelo de genero-la publicación italiana

Corrierre dei Piccoli, cuya salida se suspendió al iniciarse la Primer Guerra mundial en 1914-, Constancio C. Vigil lanza la revista Billiken. […] En el primer número del semanario, se consignaba […]: “Aquí, en este bello país, he encontrado niños de todas las razas…Este es el lugar en donde Billiken debe quedarse”

Pero fue a partir de 1925, cuando el descendiente del fundador del fundador de la editorial Atlántida, Carlos Vigil, la idea de seguir semana a semana, desde una revista, los programas educativos, En 1932, Carlos Vigil declaraba: “no existía material escolar, ni los libros de texto. Por 20 centavos, ofrecimos láminas de proceres […]  que, en las librerías, costaban 3 o 4 pesos”. A partir de una forma de entretenimiento con instrucción sana y útil, Billiken se convirtió en un éxito notable en toda Hispanoamérica. A España, llegaron a enviar treinta mil ejemplares y el doble de esa cantidad a Perú, Colombia, Venezuela y Méjico. Millones de chicos de la primera mitad del siglo, de la Argentina (en donde la revista llego a vender cincuenta mil ejemplares cada siete días) y de otros países, pueden acreditar que aprendieron a leer con Billiken. Los españoles que llegaron como inmigrantes en esos años conocían pocas cosas del país, Pero una de ellas era la reviste de Vigil.

Todavía resultan memorables los objetos para armar que traía. La pirámide de mayo, la casa de Tucumán, el pesebre de navidad o alguna batalla, que funcionaba en los hogares más humildes como los juguetes mas sofisticados. Una vez en el año, los mejores trabajos que llegaban a la redacción se exponían en una galería de arte porteña

Colaboradores de lujo

En 30 años de colaboración continuas, Lino Palacios hizo más de mil tapas, cuyo original fue regalado a las escuelas del interior. […] Escritores como Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Horacio Quiroga, Arturo Capdevilla, Leopoldo Lugones, Enrique Banchs o Jacinto Benavente, escribieron, las más de las veces, sin firmar para Billiken. Además de Palacio también dibujaban Dante Quintero, Alberto Breccia y José Luis Salinas. Ellos difundían vidas ilustres, como las de Luis Agote, Rosario Vera Peñaloza o Jesucristo; y síntesis de obras maestras, como el Quijote o la Biblia. En la década del veinte, fueron famosas sus historias, como “el pibe”, cuyo personaje secundaba a Chaplin en sus filmes; y sagas, como “el hijo adoptivo”, que hicieron llorar a medio país. En los años 30, alcanzaron repercusión “La Familia Conejín” y “Comeuñas” en la década del 40, las aventuras de “Ocalito y Tumbita” y “Pelopincho y Cachirula”; así como en los cincuenta, nadie supero a “El Mono Relojero”, uno de los grandes personajes de Constancio Vigil […].

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