¿Cómo pueden las niñas y los niños hacer frente a los problemas de inseguridad?

A lo largo de la historia de la humanidad hay sucesos que se han regido por engaño, violencia y corrupción que parecían no tener fin: ya desde tiempos remotos el ser humano vivía en una especie de barbarie como dijo el filósofo político inglés Thomas Hobbes, el hombre es el lobo del hombre.

Actualmente los medios de comunicación y la globalización nos ponen en contacto a diario con la inseguridad social, se nos presentan actos de poder, de sometimiento, de injusticia, de ilegalidad. A nivel mundial por citar un ejemplo, está el caso de los habitantes de Egipto que tras vivir los abusos de la dictadura de Mubarak ahora se enfrascan en una guerra civil y todo lo que eso significa: muerte, destrucción, familias separadas, pobreza, pérdida de sus derechos humanos, en fin.

En el ámbito nacional también tenemos graves problemas de inseguridad, recientemente fueron atacados dos agentes migratorios en San Luis Potosí donde Estados Unidos lanzó la recomendación de no transitar por las carreteras de dicho estado; lo mismo han hecho países europeos recomiendan a sus turistas que no viajen a determinados lugares de la República Mexicana por la oleada de violencia y la ausencia de seguridad pública.

Desafortunadamente es verdad, en nuestro país diariamente se cometen robos, violaciones, secuestros y asesinatos, basta con abrir las páginas del periódico para darse cuenta de cómo las bandas del crimen organizado están provocando un gran desorden social, se han deteriorado y abandonado los espacios públicos, se ha marginado a la población.

Los niños de hoy queremos un México más honesto, ordenado y transparente estamos a favor de la seguridad, criticamos la inseguridad.

Sin embargo, el cáncer de la inseguridad se ha extendido hasta en lugares inimaginables como es el ámbito escolar, cada día es más frecuente saber de peleas, riñas, discusiones entre la comunidad estudiantil y como si fuera poco, se graban y exponen en redes sociales, para deleite de un público amplio, corrompido y carente de valores.

¿Y los adultos? ¿Cuántos de ustedes sin saberlo, son los principales generadores en su familia de la inseguridad?

El delincuente que está en las calles vendiendo drogas, robando, extorsionando, secuestrando, alguna vez fue un niño que salió de un hogar, donde hubo sin lugar a dudas, violencia familiar, no le enseñaron los valores, aprendió a hacer trampas, a violar las reglas, a sobornar, a corromper. Sus padres, maestros y el Estado fallaron.

Si queremos detener la inseguridad social que aqueja al país no basta con fortalecer el sistema judicial con más y mejores policías, jueces preparados, se requiere de algo más profundo: un cambio cultural.

Recapitulando, si desde la familia y la escuela se inculcan valores a los niños como la honestidad, el respeto, se nos enseña a participar en la sociedad en base a reglas y transparencia seremos mañana, ciudadanos honestos y productivos.